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La amplia comprensión de Adapa asombra a los sabios en Nibiru
Por orden de Anu, llevan a Adapa a Nibiru
El primer viaje espacial de un Terrestre Enki revela a Anu la verdad de su paternidad de Adapa Enki justifica su acción por la necesidad de alimentos
Se envía de vuelta a Adapa para que comience con la agricultura y el pastoreo Enlil y Enki crean semillas de cultivo y linajes de ovejas
Ninurta enseña el cultivo a Ka-in
Marduk le enseña a Abael el pastoreo y la elaboración de la lana Luchando por el agua, Ka-in golpea y da muerte a Abael
Ka-in es juzgado por asesinato y sentenciado al exilio
Adapa y Titi tienen otros descendientes que se casan entre ellos
En su lecho de muerte, Adapa bendice a su hijo Sati como su heredero
Un descendiente, Enkime, es llevado a Lahmu por Marduk
Ninurta y su símbolo del Águila Divina

 
LA OCTAVA TABLILLA

¡Tráigase a Nibiru a Adapa, el Terrestre! Así pronunció su decisión Anu.
A Enlil no le complacía la decisión: ¡Quién iba a pensar esto, que forjado por un Trabajador Primitivo, el ser se haría como nosotros, dotado de conocimiento, que entre el Cielo y la Tierra viajaría!
En Nibiru, beberá de las aguas de la larga vida, comerá el alimento de la larga vida, ¡como uno de nosotros, los Anunnaki, el de la Tierra se convertirá! Así decía Enlil a Enki y a los demás líderes. Enki tampoco estaba complacido con la decisión de Anu; después de que hablara Anu, su rostro se puso sombrío. Después de que hablara Enlil, Enki se mostró de acuerdo con su hermano Enlil: ¡Es cierto, quién lo iba a pensar! Así dijo Enki a los demás. Los hermanos se sentaron y reflexionaron; Ninmah también se sentó con ellos para deliberar. ¡El mandato de Anu no se puede evitar!, les dijo ella.

¡Que nuestros jóvenes acompañen a Adapa a Nibiru, su miedo a disminuir, se le explique a Anu! Así dijo Enki a los demás. ¡Que Ningishzidda y Dumuzi sean sus acompañantes, y que, de paso, vean con sus propios ojos Nibiru por vez primera!
Ninmah apoyó la sugerencia: Nuestros jóvenes, nacidos en la Tierra, se están olvidando de Nibiru, sus ciclos vitales se están viendo superados por los de la Tierra; viajen los dos hijos de Enki, sin casar todavía, a Nibiru, ¡Quizás encuentren novias allí para sí mismos!

Cuando llegó a Sippar la siguiente cámara celestial procedente de Nibiru, Ilabrat, un visir de Anu, salió de la cámara.
¡Vengo en busca del Terrestre Adapa! Así dijo a los líderes.
Los líderes le presentaron a Adapa a Ilabrat; también le mostraron a Titi y a sus hijos.

¡Ciertamente, tienen nuestra imagen y semejanza! Así dijo Ilabrat. Se le presentaron a Ilabrat a Ningishzidda y a Dumuzi, hijos de Enki. ¡Se les ha elegido para que acompañen a Adapa en su viaje!, le dijo Enki. ¡Anu estará complacido de ver a sus nietos! Así dijo Ilabrat. Enki convocó ante él a Adapa para darle instrucciones. A Adapa le dijo así: Adapa, a Nibiru, el planeta de donde hemos venido, vas a ir, ante Anu, nuestro rey, llegarás, ante su majestad se te presentará; ante él te inclinarás. ¡Habla sólo cuando se te pregunte, da breves respuestas a las preguntas!

Se te dará ropa nueva; ponte las prendas nuevas. Te darán un pan que no se encuentra en la Tierra; ¡el pan es mortal, no lo comas! Te darán un elixir en un cáliz para que lo bebas; ¡el elixir es mortal, no bebas de él! Contigo irán mis hijos, Ningishzidda y Dumuzi, ¡atiende a sus palabras, y vivirás!

Así instruyó Enki a Adapa. ¡Lo recordaré!, dijo Adapa. Enki convocó a Ningishzidda y a Dumuzi y les dio una bendición y consejo. Vais a ir ante Anu, el rey, mi padre; ante él os inclinaréis y le rendiréis pleitesía; no os encojáis ante príncipes ni ante nobles, de ellos sois sus iguales. ¡Vuestra misión es traer a Adapa de vuelta a la Tierra, no os dejéis hechizar por las delicias de Nibiru! ¡Lo recordaremos!, dijeron Ningishzidda y Dumuzi. Enki abrazó al más joven, Dumuzi, le besó en la frente; Enki abrazó al sabio, a Ningishzidda, le besó en la frente. A hurtadillas, puso una tablilla sellada en la mano de Ningishzidda, ¡A mi padre, Anu, entregarás esta tablilla en secreto! Así le dijo Enki a Ningishzidda.

Después, partieron hacia Sippar los dos junto con Adapa, al Lugar de los Carros Celestiales fueron, ante Ilabrat, el visir de Anu, se presentaron los tres.

A Ningishzidda y a Dumuzi se les dio el atuendo de Igigi, se vistieron como águilas celestiales.
En cuanto a Adapa, se le afeitó su cabello suelto, se le dio un casco como el de un águila, en lugar de su taparrabos, le hicieron ponerse una vestimenta ajustada, se le puso entre Ningishzidda y Dumuzi en el interior de Lo Que Asciende. Cuando se dio la señal, el Carro Celestial rugió y se estremeció; Adapa se encogió de miedo y gritó: ¡El águila sin alas se está elevando!

Ningishzidda y Dumuzi le pusieron los brazos en los costados, con palabras tranquilas lo calmaron.
Cuando se elevaron en lo alto una legua, echaron un vistazo sobre la Tierra; vieron sus tierras, separadas en partes por mares y océanos. Cuando estuvieron a dos leguas de altura, el océano se había hecho pequeño como una bañera, la tierra era del tamaño de una cesta.
Cuando estuvieron a tres leguas de altura, nuevamente echaron un vistazo al lugar del que habían partido; la Tierra era ahora una bola pequeña, tragada por un mar de oscuridad en la vastedad.
De nuevo, Adapa se agitó; se encogió y gritó: ¡Llevadme de vuelta!, gritó.

Ningishzidda puso la mano en la nuca de Adapa; en un instante, Adapa se tranquilizó.
Cuando aterrizaron en Nibiru, había mucha curiosidad, por ver a los hijos de Enki, nacidos en la Tierra, pero incluso más por encontrase con un Terrestre:
¡Ha llegado a Nibiru un ser de otro mundo! Así decían las masas.
Fueron llevados con Ilabrat al palacio, para ser lavados y perfumados con ungüentos.
Se les dieron vestimentas frescas y adecuadas; Teniendo en cuenta las palabras de Enki, Adapa se puso las nuevas ropas. En el palacio, nobles y héroes se arremolinaban; en el salón del trono, se reunían los príncipes y los consejeros.

Ilabrat les llevó hasta el salón del trono, Adapa detrás de él; luego, los dos hijos de Enki. En el salón del trono, ante Anu, el rey, se inclinaron; Anu se adelantó desde su trono. ¡Mis nietos! ¡Mis nietos!, exclamaba. Abrazó a Dumuzi, abrazó a Nin-gishzidda, con lágrimas en los ojos los abrazó, los besó. Ofreció a Dumuzi que se sentara a su derecha, Ningishzidda se sentó a su izquierda.

Después, Ilabrat le presentó a Anu a Adapa, el Terrestre. ¿Entiende lo que hablamos?, le preguntó el rey a Ilabrat. ¡Por supuesto, le enseñó el señor Enki!, respondió Ilabrat. ¡Ven aquí!, dijo Anu a Adapa. ¿Cómo te llamas y cuál es tu ocupación? Adapa se adelantó, de nuevo se inclinó: ¡Mi nombre es Adapa, sirviente del señor Enki!

Así habló Adapa; sus palabras causaron gran asombro. ¡Maravilla de maravillas la conseguida en la Tierra!, declaró Anu. ¡Maravilla de maravillas la conseguida en la Tierra!, exclamaron los reunidos.
¡Que se celebre, demos la bienvenida a nuestros invitados!, dijo Anu. Anu llevó a todos los que se habían reunido hasta el salón de banquetes, indicando alegremente hacia las mesas llenas.

En las mesas llenas, le ofrecieron a Adapa pan de Nibiru; Adapa no comió. En las mesas llenas, le ofrecieron a Adapa elixir de Nibiru; Adapa no bebió. Anu, el rey, quedó confundido con esto, estaba ofendido: ¿Por qué ha enviado Enki a Nibiru a este maleducado Terrestre, para revelarle los caminos celestes? ¡Venga, Adapa!, le dijo Anu a Adapa. ¿Por qué no comes ni bebes, por qué rechazas nuestra hospitalidad?

Mi maestro, el señor Enki, me ordenó: ¡No comas pan, no bebas elixir! Así respondió Adapa al rey Anu. ¡Qué extraño es esto!, dijo Anu. ¿Para qué le iba a prohibir Enki nuestra comida y nuestro elixir a un Terrestre?

Le preguntó a Ilabrat, le preguntó a Dumuzi; Ilabrat no sabía la respuesta, Dumuzi no pudo explicárselo.
Le preguntó a Ningishzidda. ¡Quizá se encuentre aquí la respuesta!, le dijo Ningishzidda a Anu.
Y entonces le dio a Anu, el rey, la tablilla secreta que había llevado escondida.
Anu estaba confuso, Anu estaba preocupado; se fue a su cámara privada para descifrar la tablilla.

Viene ahora el relato de Adapa, el progenitor de la Humanidad Civilizada, y de cómo por sus hijos, Ka-in y Abael, se dio inicio a la saciedad en la Tierra.

En su cámara privada, Anu rompió el sello de la tablilla, insertó la tablilla en el explorador para descifrar el mensaje de Enki.
¡Adapa nació por mi simiente de una mujer Terrestre! Así decía el mensaje de Enki.
Del mismo modo, Titi fue concebida por mi simiente en otra mujer Terrestre. Están dotados de sabiduría y de palabra; pero no de la larga vida de Nibiru.
Adapa no debería comer del pan de la larga vida, tampoco debería beber del elixir de la larga vida.
Adapa debe volver para vivir y morir en la Tierra, la mortalidad debe ser su suerte, ¡con la siembra y el pastoreo de sus descendientes, habrá saciedad en la Tierra! Así reveló Enki el secreto de Adapa a su padre, Anu.

Anu quedó sorprendido con el mensaje secreto de Enki; no sabía si enfadarse o reír.
Llamó a Ilabrat, su visir, a su cámara privada, a él le dijo:
¡Este hijo mío, Ea, ni siquiera como Enki ha enmendado su libertinaje con las mujeres!
A Ilabrat, su visir, le mostró el mensaje de la tablilla. ¿Cuáles son las normas, qué debe hacer el rey?, le preguntó Anu a su visir. Nuestras normas permiten las concubinas; ¡pero no existen normas de cohabitación interplanetaria!

Así le respondió Ilabrat al rey. ¡Si hay algún perjuicio, que se restrinja, que Adapa vuelva inmediatamente a la Tierra, que Ningishzidda y Dumuzi se queden más tiempo!

Después, Anu llamó a Ningishzidda a su cámara privada; ¿Sabes lo que decía el mensaje de tu padre?, le preguntó a Ningishzidda. Ningishzidda bajó la cabeza, con un susurro dijo: No lo sé, pero puedo adivinarlo. He sometido a prueba la esencia vital de Adapa, ¡es de la simiente de Enki! ¡Ése es en verdad el mensaje!, le dijo Anu. ¡Adapa debe volver a la Tierra inmediatamente, su destino será convertirse en el progenitor del Hombre Civilizado! ¡En cuanto a ti, Ningishzidda, volverás a la Tierra con Adapa, de la Humanidad Civilizada, al lado de tu padre, serás el maestro! Ésa fue la decisión de Anu, el rey; él determinó el destino de Adapa y el de Ningishzidda. Anu y los otros dos volvieron junto a los sabios y nobles reunidos, junto a los príncipes y los consejeros, Anu anunció palabras de decisión ante los asambleados: No se debe extender en demasía la bienvenida al Terrestre, en nuestro planeta no puede comer ni beber; todos hemos visto sus asombrosas capacidades, dejemos que vuelva a la Tierra, ¡labren los campos en la Tierra sus descendientes, y pastoreen en las praderas!

Para cuidar de su seguridad y evitar su agitación, Ningishzidda volverá con él, con él se enviarán las semillas de cereales de Nibiru, que se multiplicarán en la Tierra; Dumuzi, el más joven, permanecerá con nosotros durante un Shar, ¡Después volverá con ovejas y la esencia de las ovejas! Ésta fue la decisión de Anu, ante las palabras del rey todos inclinaron la cabeza en señal de acuerdo. En el momento señalado, Ningishzidda y Adapa fueron llevados hasta el Lugar de los Carros Celestiales, Anu y Dumuzi, Ilabrat y los consejeros, nobles y héroes fueron a despedirlos.

Hubo estruendo y estremecimiento, y el carro se elevó; vieron como el planeta Nibiru se hacía más pequeño, después vieron los cielos desde el horizonte hasta el cenit.
En el viaje, Ningishzidda le habló a Adapa de los dioses planetas.
Del Sol, la Tierra y la Luna le dio lecciones, le enseñó cómo se siguen los meses y cómo se cuenta el año de la Tierra.
Cuando regresaron a la Tierra, Ningishzidda le relató a su padre, Enki, todo lo que había sucedido.
Enki se rió y se dio palmadas en los muslos: ¡Todo fue como yo esperaba!, dijo con regocijo; ¡Excepto la retención de Dumuzi, que es desconcertante para mí! Así dijo Enki.

Enlil se quedó muy desconcertado por el rápido regreso de Ningishzidda y de Adapa, ¿Qué ocurre, qué pasa por Nibiru?, preguntó a Enki y a Ningishzidda. ¡Llamemos también a Ninmah, que sepa también lo que pasa!, le dijo Enki. Después de que llegara Ninmah, Ningishzidda les contó todo a Enlil y a ella. Enki también contó lo de su cohabitación con las dos hembras Terrestres; ¡No he roto ninguna norma, he asegurado nuestra saciedad! Así les dijo Enki.
¡No has roto ninguna norma, pero con una acción precipitada has determinado los hados de los Anunnaki y los Terrestres!

Así dijo Enlil, enfurecido. ¡Ahora, la suerte está echada, el hado se ha impuesto al destino!
Enlil se dejó llevar por la furia, con ira se dio la vuelta y los dejó plantados. Marduk llegó a Eridú, le había llamado su madre Damkina. El quería verificar los extraños acontecimientos de su padre y su hermano. Padre y hermano decidieron ocultarle el secreto a Marduk; Anu estaba cautivado con lo del Hombre Civilizado, ¡dio la orden de que todos en la Tierra se saciaran de inmediato! Así, sólo revelaron parte de la verdad a Marduk.
Marduk quedó impresionado con Adapa y Titi, les tomó cariño a los niños. ¡Mientras Ningishzidda instruye a Adapa, dejad que sea yo el maestro de los niños!

Así dijo Marduk a su padre Enki y a Enlil.
¡Que Marduk enseñe a uno, que Ninurta enseñe al otro!, les respondió Enlil. Ningishzidda se quedó en Eridú con Adapa y con Titi, le enseñó a Adapa los números y la escritura.
Ninurta se llevó al gemelo que nació primero a su ciudad, a Bad-Tibira, Ka-in, Aquél Que en el Campo Hace Crecer Alimentos, le llamó. Le enseñó a cavar canales de irrigación, a sembrar y a cosechar le enseñó. Ninurta hizo para Ka-in un arado con madera de los árboles, para que con él labrara la tierra.

Al otro hermano, hijo de Adapa, se lo llevó Marduk a las praderas, Abael, El de las Praderas Mojadas, le llamó a partir de entonces. Marduk le enseñó cómo construir rediles; para empezar con el pastoreo, esperaron el regreso de Dumuzi. Cuando se cumplió el Shar, Dumuzi regresó a la Tierra, la simiente esencial de la oveja y ovejas para la cría trajo con él, ¡transportó animales cuadrúpedos de Nibiru hasta otro planeta, la Tierra! Su regreso con simiente esencial y ovejas fue causa de muchas celebraciones, al cuidado de su padre, Enki, Dumuzi regresó con su preciosa carga. Entonces, los líderes se reunieron, reflexionaron sobre cómo proceder con la nueva especie: Nunca antes había habido una oveja en la Tierra, nunca se había dejado caer un cordero desde los cielos a la Tierra, nunca antes una cabra había alumbrado a su cabrito, ¡nunca antes se había tejido lana de oveja! Los líderes Anunnaki, Enki y Enlil, Ninmah y Ningishzidda, que fueron los creadores, decidieron establecer una Cámara de Creación, una Casa de Elaboración. Sobre el puro montículo del Lugar de Aterrizaje, en las Montañas de los Cedros, se estableció, la Cámara de Creación se estableció cerca de donde se habían plantado las simientes de elixir que había traído Ninmah, allí comenzó la multiplicación de cereales y de ovejas en la Tierra. Ninurta era el mentor de Ka-in para la siembra y la cosecha, Marduk era el mentor de Abael en las artes de cría y pastoreo de ovejas y corderos.

¡Cuando se recojan las primeras cosechas, cuando madure la primera oveja,
se hará la Celebración de las Primicias!, proclamó Enlil como decreto.
Ante los Anunnaki reunidos se presentaron los primeros granos, los primeros corderos, a los pies de Enlil y Enki, Ka-in puso su ofrenda, dirigido por Ninurta; a los pies de Enlil y Enki, Abael puso su ofrenda, dirigido por Marduk. Enlil dio a los hermanos una alegre bendición, ensalzó sus labores.
Enki abrazó a su hijo Marduk, levantó el cordero para que todos lo vier ¡Carne para comer, lana para vestir ha llegado a la Tierra!, dijo Enki.

Viene ahora el relato de las generaciones de Adapa, y el del asesinato de Abael por Ka-in, y lo que sucedió después.
Cuanto terminó la Celebración de las Primicias, la cara de Ka-in estaba sombría; se sentía muy herido porque Enki no le había bendecido.

Cuando los hermanos volvieron a sus trabajos, Abael alardeó delante de su hermano:
¡Yo soy el que trae la abundancia, el que sacia a los Anunnaki, el que da fuerza a los héroes, el que proporciona lana para sus ropas!

Ka-in se sintió ofendido con las palabras de su hermano, objetó contundentemente su alarde:
¡Soy yo el que llena de abundancia las llanuras, el que hace pesados de grano los surcos, en cuyos campos se multiplican los pájaros, en cuyos canales se hacen abundantes los peces, el pan sustentador lo produzco yo, con pescado y caza he variado la dieta de los Anunnaki!
Una y otra vez, los gemelos discutían entre sí, a lo largo del invierno discutieron.
Cuando llegó el verano, no hubo lluvia; las praderas estaban secas, los pastos disminuían.
Abael llevó sus rebaños a los campos de su hermano, para que bebieran agua de los surcos y los canales. Ka-in se enfureció por esto; le ordenó a su hermano que se llevara los rebaños.

Agricultor y pastor, hermano y hermano, palabras de acusación pronunciaron.
Se escupieron uno a otro, con los puños pelearon. Sumamente enfurecido, Ka-in tomó una piedra, con ella le golpeó en la cabeza a Abael.
Una y otra vez le golpeó, hasta que Abael cayó, manando sangre de él. Abael quedó en el suelo inmóvil, su alma había partido de él. Ka-in se quedó junto al hermano al que había dado muerte, durante mucho tiempo estuvo sentado, llorando.

Fue Titi la primera en saber, por una premonición, lo del asesinato: En una visión-sueño, mientras dormía, vio la sangre de Abael, estaba en la mano de Ka-in.
Ella despertó a Adapa de su sueño, a él le contó su visión-sueño. Un gran pesar llena mi corazón, ¿habrá sucedido algo terrible? Así le dijo Titi a Adapa; estaba muy agitada.
A la mañana siguiente, partieron los dos de Eridú; fueron hasta donde solían encontrarse Ka-in y Abael. Encontraron en el campo a Ka-in, todavía estaba sentado junto al muerto
Abael. Titi soltó un gran grito de angustia, Adapa se puso barro sobre la cabeza.

¿Qué has hecho? ¿Qué has hecho?, le gritaron a Ka-in.
Silencio fue la respuesta de Ka-in; se echó al suelo y lloró.
Adapa volvió a la ciudad de Eridú, le contó al señor Enki lo que había sucedido.

Enki se enfrentó a Ka-in con furia. ¡Maldito seas!, le dijo. ¡Tienes que irte del Edin, no te vas a quedar entre los Anunnaki y los Terrestres Civilizados! En cuanto a Abael, su cuerpo no puede quedarse en los campos debido a las aves salvajes; como es costumbre entre los Anunnaki, será enterrado en una tumba, debajo de un montón de piedras.
Enki les mostró a Adapa y a Titi cómo enterrar a Abael, pues la costumbre les era desconocida a ellos.
Durante treinta días y treinta noches, fue Abael llorado por sus padres. Ka-in fue llevado a Eridú para ser juzgado, Enki deseaba que se pronunciara una sentencia de exilio.

¡Por su acción, Ka-in debe ser muerto! Así, con ira, dijo Marduk.
¡Que se reúnan los Siete Que Juzgan! Así dijo Ninurta, el mentor de Ka-in.
¿Quién ha oído hablar nunca de una reunión así?, gritó Marduk, ¿Que para uno que no es de Nibiru haya que llamar a los líderes Anunnaki para que juzguen?

¿No es suficiente que el apadrinado por Ninurta haya asesinado a aquel al que yo favorecía?
¿No es así como Ninurta venció a Anzu, así se levantó Ka-in contra su hermano?
¡La suerte de Ka-in debe de ser como la suerte de Anzu, se le tiene que extinguir el aliento vital!
Así le dijo Marduk, lleno de ira, a Enki, Enlil y Ninurta.
Ninurta se entristeció con las palabras de Marduk; silencio, no palabras, fue su respuesta.
¡Dejad que hable en privado con mi hijo Marduk!, les dijo Enki.
Cuando en las cámaras privadas de Enki estuvieron él y Marduk,
¡Hijo mío! ¡Hijo mío! Enki le habló suavemente a Marduk. Tu angustia es grande. ¡No agravemos la angustia con más angustia! ¡Deja que te cuente un secreto que mucho me pesa en el corazón!

En cierta ocasión, mientras paseaba por el río, dos doncellas Terrestres cautivaron mi capricho, por ellas, de mi simiente, fueron concebidos Adapa y Titi, una nueva clase de Terrestres, un Hombre Civilizado, se trajo de este modo a la Tierra; nuestro rey, Anu, tenía dudas de si serían capaces de procrear, con el nacimiento de Ka-in y de Abael, Anu y el consejo en Nibiru se convencieron.

Una nueva fase de la presencia Anunnaki en este planeta fue bienvenida y aprobada; ahora que Abael ha sido asesinado, y si a Ka-in se le extingue también, ¡la saciedad llegará a su final, los motines se repetirán, todo lo que se ha conseguido se desmoronará!

No es de sorprender que le tomaras cariño a Abael, ¡era el hijo de tu hermanastro!
Ahora, ten piedad del otro, ¡deja que sobreviva el linaje de Adapa! Este secreto le reveló Enki a Marduk con tristeza.
Al principio, Marduk se sorprendió con la revelación, después se vio vencido por la risa: De tus proezas haciendo el amor mucho se ha rumoreado, ¡ahora estoy convencido de ello!
¡Perdónese la vida de Ka-in, que se le destierre a los confines de la Tierra! Así le dijo Marduk a su padre, cambiando de la ira a la risa. En Eridú, Enki pronunció la sentencia sobre Ka-in: ¡Ka-in debe partir hacia el este, a una tierra por la que errará por su mala acción, pero su vida debe ser perdonada, a él y a sus generaciones se les distinguirá!

Ningishzidda alteró la esencia vital de Ka-in:
Ninghishzidda cambió la esencia vital de Ka-in para que en su cara no creciera la barba. Con su hermana Awan como esposa, Ka-in partió del Edin, a la Tierra de Errar se encaminó.

Entonces, los Anunnaki se sentaron y se preguntaron entre sí: Sin Abael, sin Ka-in, ¿quién hará crecer el cereal y hará pan para nosotros, quién será el pastor, las ovejas multiplicará, de lana para ropa proveerá? ¡Que por Adapa y Titi haya más proliferación! Así dijeron los Anunnaki. Con la bendición de Enki, Adapa conoció una y otra vez a su esposa Titi; una hija, otra hija, cada vez, una y otra vez nacían. En el nonagésimo quinto Shar, Adapa y Titi tuvieron finalmente un hijo; Sati, El Que Ata la Vida de Nuevo, le llamó Titi; por él se contaron las generaciones de Adapa.

En total, treinta hijos y treinta hijas tuvieron Adapa y Titi, de ellos, hubo labradores de la tierra y pastores que trabajaron para los Anunnaki, por ellos volvió la saciedad a los Anunnaki y a los Terrestres Civilizados.
En el nonagésimo séptimo Shar, a Sati le nació un hijo de su esposa Azura.
Se le anotó en los anales con el nombre de Enshi; Maestro de la Humanidad significaba su nombre.
Adapa, su padre, le hizo comprender la escritura y los números, y Adapa le contó a Enshi quiénes eran los Anunnaki y todo sobre Nibiru.
Los hijos de Enlil le llevaron a Nibru-ki; le enseñaron secretos de los Anunnaki.

Nannar, el mayor en la Tierra de Enlil, le mostró el modo de los ungüentos perfumados, Ishkur, el más joven de Enlil, le enseñó a preparar el elixir de los frutos Inbu.
Fue a partir de entonces que los Anunnaki fueron llamados señores por el Hombre Civilizado.
Y fue el comienzo de los ritos de culto de los Anunnaki.
Después, Enshi tuvo un hijo con su hermana Noam; Kunin, El de los Hornos, significaba su nombre.

Su tutor fue Ninurta, en Bad-Tibira aprendió de hornería y de hornos, se le enseñó cómo hacer fuegos con betunes, cómo fundir y refinar; en la fundición y el refinado del oro para Nibiru trabajaron él y sus descendientes.
En el nonagésimooctavo Shar ocurrió todo esto.
Viene ahora el relato de las generaciones de Adapa después de que fuera exiliado Ka-in, y de los viajes celestiales de Enkime y de la muerte de Adapa. En el nonagésimonoveno Shar le nació un hijo a Kunin, por Mualit, hermanastra de Kunin, fue concebido. Malalu, El Que Interpreta, le nombró ella; sobresalía en música y en canto. Para él hizo Ninurta un arpa con cuerdas, conformó una flauta para él; Malalu interpretaba himnos a Ninurta; junto con sus hijas, los cantaba ante Ninurta.

La esposa de Malalu era la hija del hermano de su padre, Dunna era su nombre.
En el centesimo Shar desde que comenzara la cuenta en la Tierra, les nació un hijo a Malalu y a Dunna, era su primogénito; Irid, El de las Aguas Dulces, le llamó su madre Dunna.
Dumuzi le enseñó cómo excavar pozos, cómo proveer de agua a los rebaños en distantes praderas.
Fue allí, junto a los pozos en las praderas, que pastores y doncellas se reunieron, donde los desposorios y la proliferación de la Humanidad Civilizada abundó sobremanera.

En sus días, los Igigi venían con más frecuencia a la Tierra. Para observar y ver, los cielos poco a poco abandonaron, vigilar y ver lo que ocurría en la Tierra deseaban cada vez más; Enki le suplicó a Marduk que estuviera con ellos en Lahmu, vigilar y ver lo que ocurría en la Tierra deseaba Marduk fervientemente. En un pozo, en las praderas, se encontró Irid con su esposa; Baraka era su nombre, era la hija del hermano de su madre. A la conclusión del centesimo segundo Shar, les nació un hijo, con el nombre de Enki-Me, por Enki ME Comprensión, se le llamó en los anales.

Era sabio e inteligente, comprendió con rapidez los números. Tenía mucha curiosidad por los cielos y por todas las materias celestiales. El señor Enki le tomó cariño, él le contó los secretos que una vez le revelara a Adapa.
De la familia del Sol y de los doce dioses celestiales le enseñó Enki, y de cómo los meses se contaban por la Luna y los años por el Sol, y de cómo se contaban los Shars por Nibiru, y de cómo Enki combinaba las cuentas, de cómo el señor Enki había dividido el círculo de los cielos en doce partes, de cómo había asignado Enki una constelación a cada una, doce estaciones en un gran círculo había dispuesto, de cómo, para honrar a los doce grandes líderes Anunnaki, había puesto nombres a las estaciones.

Enkime ansiaba explorar los cielos; hizo dos viajes celestiales. Y éste es el relato de los viajes de Enkime a los cielos, y de cómo dio comienzo Marduk a los matrimonios mixtos y a los problemas con los Igigi.
Se envió a Enkime para que estuviera con Marduk en el Lugar de Aterrizaje, desde allí, Marduk se lo llevó en una nave espacial hasta la Luna.

Allí, Marduk le enseñó a Enkime lo que había aprendido de su padre, Enki.
Cuando Enkime volvió a la Tierra, se le envió para que estuviera con Utu en Sippar, el Lugar de los Carros.
Allí, Utu le dio a Enkime una tablilla para escribir lo que estaba aprendiendo, Utu lo instaló en su brillante morada como un Príncipe de los Terrestres. Le enseñó los ritos, para comenzar con las funciones del sacerdocio. Enkime residía en Sippar, con su esposa Edinni, una hermanastra, a ellos les nació un hijo en el centesimo cuarto Shar, Matushal le llamó su madre, El Que se Elevó por las Brillantes Aguas significaba su nombre.
Fue después de eso que Enkime hizo su segundo viaje a los cielos, esta vez también fue Marduk su mentor y compañero.

En un carro celestial se remontaron hacia el cielo, hacia el Sol y más allá de él hicieron un círculo.
Marduk se lo llevó para visitar a los Igigi, en Lahmu, los Igigi le tomaron cariño, de él aprendieron sobre los Terrestres Civilizados.
De él se dice en los Anales que partió hacia los cielos, que en los cielos se quedó hasta el final de los días.

Antes de que Enkime partiera hacia los cielos, de todo lo que en los cielos se le había enseñado, hizo un registro por escrito Enkime, para que sus hijos lo supieran lo escribió; tomó nota de todo lo que hay en los cielos en la familia del Sol, y de las regiones de la Tierra y sus tierras y sus ríos también. Confió sus escritos en manos de Matushal, su primogénito, para que junto con sus hermanos Ragim y Gaidad, los estudiara y se atuviera a ellos.

En el centesimo cuarto Shar había nacido Matushal, él fue testigo de los problemas de los Igigi y de lo que Marduk había hecho.
A Matushal le nació un hijo de su esposa Ednat, Lu-Mach, Hombre Poderoso, fue su nombre. En sus días, las condiciones sobre la Tierra se hicieron más difíciles; en los campos y las praderas, los trabajadores se quejaban. Los Anunnaki designaron a Lu-Mach como capataz, para hacer cumplir las cuotas, para reducir las raciones. En sus días fue cuando a Adapa le llegó la hora de morir; y cuando Adapa supo que sus días habían llegado a su fin, ¡Que todos mis hijos y los hijos de mis hijos se reúnan ante mí!, dijo. Para que antes de que yo muera pueda bendecirles, y les hable antes de morir. Y cuando Sati y los hijos de los hijos se habían reunido, ¿Dónde está Ka-in, mi primogénito?, les preguntó Adapa. ¡Id a buscarle!, les dijo a todos ellos. Sati presentó el deseo de su padre ante el señor Enki, le preguntó al señor qué hacer.
Entonces, Enki llamó a Ninurta: ¡Que el desterrado, de quien tú eras mentor, sea traído ante el lecho de muerte de Adapa!

Ninurta se subió en su Pájaro del Cielo, hasta la Tierra de Errar voló; sobre las tierras deambuló, buscó desde los cielos a Ka-in.
Y cuando lo encontró, llevó a Ka-in hasta Adapa como sobre las alas de un Águila. Cuando se le informó a Adapa de la llegada de su hijo, ¡Que vengan ante mí Ka-in y Sati!, dijo Adapa. Los dos fueron ante su padre; Ka-in, el primogénito, a su derecha. Sati, a su izquierda.

Y fallándole la visión a Adapa, para reconocer a sus hijos tocó sus rostros; y el rostro de Ka-in, a la derecha, era imberbe, y el rostro de Sati, a la izquierda, tenía barba.
Y Adapa puso su mano derecha sobre la cabeza de Sati, el de la izquierda, y le bendijo y dijo: De tu simiente se llenará la Tierra, y de tu simiente, como un árbol con tres ramas, la Humanidad sobrevivirá a una Gran Calamidad.
Y puso su mano izquierda sobre la cabeza de Ka-in, a su derecha, y le dijo: Por tu pecado, de tu derecho de nacimiento estás privado, pero de tu simiente vendrán siete naciones, en un reino aparte medrarán, tierras distantes habitarán; pero por haber asesinado a tu hermano con una piedra, por una piedra llegará tu fin.
Y cuando Adapa terminó de decir estas palabras, dejó caer las manos, suspiró y dijo: Llamad ahora a mi esposa Titi, y a todos los hijos y a todas las hijas, y después de que mi espíritu me deje, llevadme al lugar en que nací, junto al río, y enterradme con la cara hacia el Sol naciente.
Titi gritó como una bestia herida, cayó sobre sus rodillas al lado de Adapa.
Y los dos hijos de Adapa, Ka-in y Sati, envolvieron su cuerpo en una tela, en una cueva que les mostró Titi, junto a las orillas del río, enterraron a Adapa.
En mitad del nonagésimotercer Shar había nacido, a finales del centesimo octavo murió.
Una larga vida para un Terrestre; pero no tenía el ciclo vital de Enki.

Y después de que Adapa fuera enterrado, Ka-in se despidió de su madre y de su hermano.
Ninurta lo llevó de vuelta en su Pájaro del Cielo a la tierra de errar.
Y en un distante reino, Ka-in tuvo hijos e hijas, y para ellos construyó una ciudad, y mientras la construía, la caída de una piedra le mató.
En el Edin, Lu-Mach sirvió a los Anunnaki como capataz, en los días de Lu-Mach, Marduk y los Igigi se casaban con las Terrestres.


La Humanidad prolifera; el linaje de Adapa sirve como realeza Desafiando a Enlil, Marduk se casa con una mujer Terrestre
Trastornos celestiales y cambios climáticos afectan a Lahmu
Los Igigi descienden a la Tierra, toman a mujeres Terrestres como esposas
El promiscuo Enki engendra un hijo humano, Ziusudra
Sequías y pestes causan sufrimientos en la Tierra
Enlil lo ve como una retribución por el hado, quiere volver a casa
Ninmah, envejecida por los ciclos de la Tierra, también quiere volver
Un emisario misterioso les advierte que no desafien su destino
Aumentan las señales de la inminencia de un calamitoso Diluvio
La mayoría de los Anunnaki empieza a partir hacia Nibiru Enlil impone un plan para dejar que la Humanidad perezca Enki y Ninmah empiezan a preservar las Simientes de Vida de la Tierra El resto de los Anunnaki se prepara para el Día del Diluvio Nergal, Señor del Mundo Inferior, ha de dar el aviso
Enki divulga el secreto del Diluvio

 
LA NOVENA TABLILLA

En los días de Lu-Mach, Marduk y los Igigi se casaban con las Terrestres.
En aquellos días, las tribulaciones eran crecientes en la Tierra, en aquellos días, Lahmu estaba envuelto en polvo y aridez.
Los Anunnaki que decretan los hados, Enlil, Enki y Ninmah, consultaron entre sí.
Se preguntaban qué es lo que se estaba alterando en la Tierra y en Lahmu. Habían observado estallidos en el Sol, había alteraciones en las fuerzas de la red de la Tierra y de Lahmu. En el Abzu, en la punta, frente a la Blancatierra, instalaron instrumentos de observación; los instrumentos se pusieron a cargo de Nergal, el hijo de Enki, y de su esposa Ereshkigal.
Ninurta fue asignado a la Tierra Más Allá de los Mares para establecer un Enlace Cielo-Tierra en las montañas.

En Lahmu, los Igigi estaban inquietos; a Marduk se le dio la tarea de pacificarlos:
¡Hasta que sepamos qué está causando las tribulaciones, debe mantenerse la estación de paso de Lahmu! Así le dijeron los líderes a Marduk.
Los tres que decretan los destinos consultaron entre sí; se miraron unos a otros. ¡Qué viejos están!, pensó cada uno sobre los demás. Enki, que lloraba la muerte de Adapa, fue el primero en hablar. ¡Han pasado más de cien Shars desde que llegué!, dijo a su hermano y a su hermana.

Yo era entonces un gallardo líder; ¡ahora, con barba, cansado y viejo!
¡Yo era un héroe entusiasta, dispuesto a la jefatura y la aventura!, dijo después Enlil.
Ahora tengo hijos que tienen hijos, todos nacidos en la Tierra; ¡Nos hemos hecho viejos en la Tierra, pero los que nacieron en la Tierra serán aún más viejos dentro de poco! Así, lamentándose, dijo Enlil a su hermano y a su hermana. ¡En cuanto a mí, me llaman vieja oveja!, dijo Ninmah tristemente. ¡Mientras que el resto ha estado yendo y viniendo, ha estado haciendo turnos de servicio, nosotros, los líderes, nos hemos quedado! ¡Quizás ha llegado el momento de partir! Así dijo Enlil. De esto me suelo preguntar, les dijo Enki. ¡Cada vez que uno de nosotros tres desea visitar Nibiru, siempre nos llegan palabras de Nibiru para impedir que vayamos! De eso yo también me pregunto, dijo Enlil: ¿Es algo de Nibiru, algo de la Tierra? Quizás tiene que ver con las diferencias en los ciclos vitales, dijo Ninmah.

Los tres líderes decidieron observar y ver lo que ocurre.
En aquel momento, el asunto estaba en manos del Hado, ¿o sería del Destino?
Por ello, vino a suceder que, poco después, Marduk vino hasta su padre Enki, deseaba discutir con su padre, Enki, una cuestión de suma gravedad. En la Tierra, los tres hijos de Enlil habían elegido esposas: Ninurta se había casado con Bau, una joven hija de Anu; Nannar había elegido a Ningal, Ishkur había tomado a Shala; Nergal, tu hijo, ha tomado por esposa a Ereshkigal, nieta de Enlil, amenazando con matarla, arrancó de ella su consentimiento. Por esperar mis desposorios, siendo tu primogénito, Nergal no esperó, los otros cuatro, por deferencia, están esperando mis desposorios. ¡Deseo elegir novia, tener una esposa es mi deseo! Así le dijo Marduk a su padre, Enki. ¡Tus palabras me hacen feliz!, le dijo Enki a Marduk. ¡Tu madre también se alegrará! Marduk levantó la mano para que su padre guardara estas palabras ante Ninki. ¿Es acaso una de las jóvenes que curan y dan socorro?, fue a preguntar Enki.

¡Es una descendiente de Adapa, de la Tierra, no de Nibiru, es!, dijo en un suave susurro Marduk.
Enki se quedó sin palabras, con el desconcierto en la mirada; después, pronunció palabras incontroladas:
¡¿Un príncipe de Nibiru, un Primogénito titulado para la sucesión, casarse con una Terrestre?!
¡No una Terrestre, sino una descendiente tuya!, le dijo Marduk.
¡Es una hija de Enkime, el que fuera arrebatado al cielo, su nombre es Sarpanit!
Enki llamó a su esposa Ninki, a ella le contó lo que ocurría con Marduk. Marduk le repitió a Ninki, su madre, el deseo de su corazón, y dijo:
Cuando Enkime vino conmigo de viaje, y yo le estaba enseñando del cielo y la Tierra, presencié con mis propios ojos lo que mi padre una vez me había contado:
Paso a paso, en este planeta, a partir de un ser Primitivo, hemos creado a uno como nosotros, a nuestra imagen y semejanza es el Terrestre Civilizado, ¡excepto por la larga vida, es como nosotros!
¡Una hija de Enkime ha cautivado mi capricho, deseo casarme con ella!

Ninki ponderó las palabras de su hijo. Y la doncella, ¿aprecia tu mirada?, le preguntó a Marduk.
En verdad que sí, le dijo Marduk a su madre. ¡Ese no es un asunto para considerar!, dijo Enki levantando la voz. Si nuestro hijo hiciera esto, nunca podría ir a Nibiru con su esposa, ¡perdería para siempre sus derechos principescos sobre Nibiru!

A esto respondió Marduk con una sonrisa amarga: Mis derechos sobre Nibiru son inexistentes, incluso en la Tierra, mis derechos como Primogénito han sido pisoteados.
Esta es mi decisión: ¡De príncipe a rey en la Tierra convertirme, señor de este planeta!
¡Así sea!, dijo Ninki. ¡Así sea!, dijo también Enki.
Llamaron a Matushal, el hermano de la novia; le hablaron del deseo de Marduk.
Matushal se vio abrumado, con humildad pero con alegría. ¡Así sea!, dijo. Cuando se le contó a Enlil la decisión, se llenó de furia.

¡Una cosa es que el padre tenga relaciones sexuales con las Terrestres, pero otra muy distinta es que el hijo se case con una Terrestre, concediéndole a ella el señorío!
Cuando se le contó el asunto a Ninmah, quedó enormemente decepcionada.
Marduk podría casarse con cualquier doncella de las nuestras, incluso podría elegir a cualquiera de mis propias hijas, de las que tuve con Enki, ¡podría casarse con sus hermanastras, como es la costumbre real!. Así dijo
Ninmah.

Con furia, Enlil le transmitió palabras sobre el asunto a Anu en Nibiru: ¡Este comportamiento ha ido demasiado lejos, no se puede consentir!, le dijo Enlil a Anu, el rey. En Nibiru, Anu convocó a los consejeros para discutir urgentemente el asunto.
No encontraron ninguna norma sobre ello en los libros de normas. Anu convocó también a los sabios para discutir las consecuencias del asunto.
¡Adapa, el progenitor de la doncella, no pudo quedarse en Nibiru!, le dijeron a Anu.
¡Por tanto, a Marduk habría que impedirle regresar nunca a Nibiru con ella! ¡Incluso habiéndose acostumbrado a los ciclos de la Tierra, a Marduk podría resultarle imposible volver, aún sin ella!

Así le dijeron los sabios a Anu; con esto coincidieron también los consejeros. ¡Transmítase la decisión a la Tierra!, dijo Anu: ¡Marduk puede casarse, pero ya no será príncipe en Nibiru!
La decisión fue aceptada por Enki y por Marduk, Enlil también acató la palabra de Nibiru.
¡Celébrese la boda, y que sea en Eridú!, les dijo Ninki. ¡En el Edin, Marduk y su esposa no pueden quedarse!, anunció Enlil, el comandante.

¡Hagamos un regalo de boda a Marduk y a su novia, unos dominios para ellos, lejos del Edin, en otra tierra! Así le dijo Enki a Enlil.
Enlil estaba pensando si consentir que Marduk fuera enviado lejos:
¿De qué tierra, de qué dominios estás hablando?, le dijo Enlil a su hermano Enki.
¡Unos dominios por encima del Abzu, en la tierra que llega hasta el Mar Superior, una que está separada del Edin por las aguas, a la que se puede llegar con embarcaciones!
Así le dijo Enki a Enlil. ¡Así sea!, dijo Enlil.
Ninki dispuso una celebración de boda en Eridú para Marduk y Sarpanit. Sus habitantes anunciaron la cereremonia a golpe de tambor de cobre, con siete panderos, las hermanas de la novia presentaron a la esposa.

Una gran multitud de Terrestres Civilizados se reunió en Eridú, la boda era
para ellos como una coronación. También asistieron jóvenes Anunnaki, Igigi de Lahmu vinieron en gran número.

¡Venimos para celebrar la boda de nuestro líder, para presenciar una unión de Nibiru y la Tierra!
Así explicaron los Igigi su numerosa presencia.
Viene ahora el relato de cómo los Igigi raptaron a las hijas de los Terrestres, y de las aflicciones que siguieron y del extraño nacimiento de Ziusudra.
Gran número de Igigi vinieron de Lahmu a la Tierra, sólo un tercio de ellos quedaron en Lahmu, a la Tierra vinieron doscientos.
Para estar con su líder Marduk, para asistir a la celebración de su boda, fue su explicación; Desconocido para Enki y para Enlil era su secreto: raptar y tener unión era su plan.
Desconocido para los líderes en la Tierra, una multitud de Igigi se reunieron en Lahmu, ¡Lo que se le permite a Marduk no se nos debería de impedir a nosotros!, se decían entre sí.
¡Basta de sufrimiento y de soledad, de no haber tenido descendientes!, era su eslogan.
Durante sus idas y venidas entre Lahmu y la Tierra, a las hijas de los Terrestres, las Mujeres Adapitas como les llamaban ellos, veían y codiciaban; y los conspiradores se decían entre ellos: ¡Venid, elijamos esposas de entre las Mujeres Adapitas, y engendremos hijos!

Uno de ellos, Shamgaz era su nombre, se convirtió en su líder. ¡Aun cuando ninguno de vosotros me siga, yo solo haré la acción!, les decía a los demás. ¡Si se impusiera un castigo por este pecado, yo solo lo asumiré por todos vosotros!

Uno a uno, los demás se unieron a la trama, prestaron juramento de hacerlo juntos.
Para la boda de Marduk, doscientos de ellos descendieron en el Lugar de Aterrizaje, bajaron sobre la gran plataforma en la Montaña de los Cedros. Desde allí viajaron a Eridú, pasaron entre los Terrestres que trabajaban, junto con la multitud de Terrestres llegaron a Eridú. Después de que hubiera tenido lugar la ceremonia de boda de Marduk y Sarpanit, por una señal convenida previamente, Shamgaz dio la señal a los demás.
Cada uno de los Igigi tomó a una doncella Terrestre, por la fuerza las raptaron, los Igigi fueron con las mujeres hasta el Lugar de Aterrizaje en las Montañas de los Cedros, en una fortaleza se emplazaron, a los líderes les formularon un desafio: ¡Basta de privaciones y de no tener descendientes! Queremos casarnos con las hijas de los Adapitas. ¡Tenéis que darle la bendición a esto, o de lo contrario lo destruiremos todo en la Tierra por el fuego! Los líderes estaban alarmados, le exigieron a Marduk, comandante de los Igigi, que se hiciera cargo de la situación. ¡Si tengo que buscar una solución al asunto, mi corazón está de acuerdo con los Igigi! Así les dijo Marduk a los demás. ¡Lo que yo he hecho no se les puede impedir a ellos!

Enki y Ninmah sacudieron la cabeza, a regañadientes mostraron su acuerdo.
Sólo Enlil se enfureció en lugar de apaciguarse:
¡Una mala acción ha sido seguida por otra, los Igigi han adoptado de Enki y de Marduk la fornicación, nuestro orgullo y nuestra sagrada misión han quedado abandonados a los vientos, por nuestras propias manos, este planeta se verá invadido por multitudes de Terrestres! Enlil hablaba muy disgustado. ¡Que los Igigi y sus mujeres partan de la Tierra!

¡En Lahmu, la situación se ha hecho insoportable, no es posible la supervivencia!
Así dijo Marduk a Enlil y a Enki. ¡No pueden quedarse en el Edin!, gritó iracundo Enlil. Dejó la reunión muy disgustado; en su corazón, Enlil tramaba cosas contra Marduk y sus Terrestres. En la Plataforma de Aterrizaje, en las Montañas de los Cedros, quedaron recluidos los Igigi con sus mujeres, allí les nacieron hijos, Hijos de las Naves Espaciales les llamaron.
Marduk y Sarpanit, su esposa, también tuvieron hijos, Asar y Satu se llamaron los dos primeros hijos.
A Marduk y a Sarpanit les concedieron los dominios de arriba del Abzu, Marduk invitó a los Igigi, Marduk llamó a los Igigi para que vivieran en dos ciudades que para sus hijos había construido.

Algunos de los Igigi y sus descendientes llegaron a los dominios en la tierra de color oscuro; Shamgaz y otros se quedaron en la Plataforma de Aterrizaje en las Montañas de los Cedros, hasta las lejanas tierras del este, tierras de altas montañas, fueron algunos de sus descendientes.
Ninurta observaba con atención de qué modo Marduk incrementaba su propia fuerza con Terrestres.

¿Qué están tramando Enki y Marduk?, le preguntó Ninurta a su padre Enlil. ¡La Tierra será heredada por los Terrestres!, le dijo Enlil a Ninurta.
¡Ve, encuentra a los descendientes de Ka-in, prepara con ellos tus propios dominios!

Ninurta fue al otro lado de la Tierra; encontró a los descendientes de Ka-in. Les enseñó cómo hacer herramientas e interpretar música, les mostró las técnicas de la minería y a fundir y retinar, les mostró cómo construir embarcaciones de madera de balsa, les guió para que cruzaran un gran mar. En una nueva tierra establecieron sus dominios, construyeron una ciudad con torres gemelas. Era un dominio más allá de los mares, no era la tierra montañosa del nuevo Enlace Cielo-Tierra. En el Edin, Lu-Mach era el capataz, su deber consistía en hacer cumplir las cuotas, reducir las raciones de los Terrestres era su tarea. Su esposa fue Batanash, ella era hija del hermano del padre de Lu-Mach. Era de una belleza deslumbrante, Enki se quedó encandilado con su belleza. Enki le envió una palabra a su hijo Marduk: ¡Llama a Lu-Mach a tus dominios, para que aprenda cómo pueden construir una ciudad los Terrestres! Y cuando fue llamado Lu-Mach a los dominios de Marduk, llevaron a su esposa Batanash a la casa de Ninmah, en Shurubak, la Ciudad Refugio, para protegerla y resguardarla de las enfurecidas masas de Terrestres. Poco después, Enki fue a Shurubak a visitar a su hermana Ninmah. En el techo de una morada, cuando Batanash se estaba bañando, Enki la tomó por los muslos, la besó, derramó su semen en su matriz. Batanash tenía un hijo, el vientre se le estaba hinchando; se le envió palabra a Lu-Mach desde Shurubak: ¡Vuelve al Edin, vas a tener un hijo!

Al Edin, a Shurubak, regresó Lu-Mach, Batanash le mostró el niño. Tenía la piel blanca como la nieve, del color de la lana era su cabello, sus ojos eran como los cielos, sus ojos brillaban con un resplandor. Asombrado y asustado estaba Lu-Mach; fue corriendo hasta su padre Matushal.

¡Batanash ha tenido un hijo que no parece Terrestre, estoy muy confuso con este alumbramiento! Matushal fue hasta Batanash, vio al recién nacido, quedó sorprendido por su aspecto. ¿El padre del niño es uno de los Igigi? Matushal exigió la verdad de Batanash:
¡Revélale a Lu-Mach, tu esposo, si este niño es hijo suyo! ¡Ninguno de los Igigi es el padre del niño, de esto juro por mi vida! Así respondió Batanash. Entonces, Mathusal se volvió a su hijo Lu-Mach, le puso la mano tranquilizadoramente sobre el hombro. El niño es un misterio, pero en su misma extrañeza se te ha revelado un augurio, es único, para una tarea única ha sido elegido por el destino.

¡Qué trabajo es, no lo sé; cuando llegue el momento, se sabrá!
Así le dijo Matushal a su hijo Lu-Mach; se refería a lo que en la Tierra estaba sucediendo: en aquellos días, los sufrimientos iban aumentando en la Tierra, los días se iban haciendo más fríos, los cielos retenían sus lluvias, las cosechas disminuían en los campos, en los rediles había pocos corderos. ¡Que el hijo que te ha nacido, extraño como es, sea un augurio de que nos llega un respiro!

Así le dijo Matushal a su hijo Lu-Mach. ¡Sea su nombre Respiro! Batanash no reveló el secreto de su hijo a Matushal ni a Lu-Mach; le llamó Ziusudra, El de Largos y Brillantes Días de Vida; creció en Shurubak.

Ninmah le concedió al niño su protección y su afecto.
Estaba dotado de mucha comprensión, ella le proporcionó conocimientos.
Enki adoraba enormemente al niño, le enseñó a leer los escritos de Adapa, el niño, como un joven, aprendió cómo observar y realizar los ritos sacerdotales.
En el centesimo décimo Shar nació Ziusudra, en Shurubak creció y se casó con Emzara, y ella le dio tres hijos.
En sus días, los sufrimientos se intensificaron en la Tierra; plagas y hambre afligían a la Tierra.
Viene ahora el relato de las tribulaciones de la Tierra antes del Diluvio, y de cómo las misteriosas decisiones de Galzu de vida y muerte dirigieron en secreto. Enlil estaba muy molesto con la unión de los Igigi y las hijas de los
Terrestres, Enlil estaba muy turbado con los desposorios de Marduk con una mujer Terrestre.

A sus ojos, la misión de los Anunnaki en la Tierra se había pervertido, para él, las ruidosas y estridentes masas de los Terrestres se habían convertido en anatema; las declaraciones de los Terrestres se le hacían agobiantes, ¡Las uniones me quitan el sueño!. Así dijo Enlil a los otros líderes. En los días de Ziusudra, plagas y pestes asolaban la Tierra, dolores, mareos, escalofríos y fiebres abrumaban a los Terrestres. ¡Enseñemos a los Terrestres a curarse, que aprendan a darse remedios por sí mismos! Así dijo Ninmah. ¡Lo prohibo por decreto!, replicó Enlil a sus súplicas. En las tierras donde se han extendido los Terrestres no manan las aguas de sus fuentes, la tierra ha cerrado su matriz, no brota vegetación. ¡Enseñemos a los Terrestres a hacer estanques y canales, que obtengan pescado y sustento de los mares! Así dijo Enki a los otros líderes. ¡Lo prohibo por decreto!, le dijo Enlil a Enki. ¡Que perezcan los Terrestres de hambre y de enfermedades!

Durante todo un Shar, los Terrestres comieron las hierbas de los campos; durante el segundo Shar, el tercer Shar, sufrieron la venganza de Enlil. En Shurubak, la ciudad de Ziusudra, el sufrimiento se estaba haciendo insoportable.
Ziusudra, portavoz de los Terrestres, fue hasta Eridú, se dirigió a la casa del señor Enki, invocó el nombre de su señor, le suplicó ayuda y salvación; Enki estaba atado por los decretos de Enlil.

En aquellos días, los Anunnaki estaban preocupados por su propia supervivencia; sus propias raciones disminuían, ellos mismos se estaban viendo afectados por los cambios en la Tierra.
Tanto en la Tierra como en Lahmu, las estaciones habían perdido su regularidad.
Durante un Shar, durante dos Shars, se estuvieron estudiando las vueltas celestes desde Nibiru, desde Nibiru se observaron cosas extrañas en los destinos planetarios.
Estaban apareciendo manchas negras en el rostro del Sol, se disparaban llamas desde su rostro; Kishar también se comportaba mal, su hueste había perdido el equilibrio, inestables eran sus vueltas.

El Brazalete Repujado se veía estirado y empujado por invisibles fuerzas de red, por motivos incomprensibles, el Sol estaba perturbando a su familia; ¡los destinos de los celestiales se veían abrumados por hados desagradables!
En Nibiru, los sabios dieron la voz de alarma, la gente se reunía en las plazas públicas; ¡el Creador de Todo, está devolviendo los cielos a los días primordiales, iracundo está el Creador de Todo!, gritaban algunas voces entre el pueblo.

En la Tierra, las tribulaciones aumentaban, el miedo y el hambre elevaban sus cabezas.
Durante tres Shars, durante cuatro Shars, estuvieron observando los instrumentos frente a la la Blancatierra, Nergal y Ereshkigal habían registrado extraños estruendos en las nieves de la Blancatierra:
¡El hielo de nieve que cubre la Blancatierra ha empezado a deslizarse!, informaron desde la punta del Abzu.
En la Tierra Más Allá de los Mares, Ninurta puso instrumentos de predicción en su refugio, terremotos y temblores en el fondo de la Tierra descubrió con los instrumentos.

¡Algo extraño está pasando!, envió Enlil palabras de alarma a Anu en Nibiru.
Durante el quinto Shar, durante el sexto Shar, los fenómenos ganaron fuerza, en Nibiru, los sabios dieron la alarma, de calamidades hicieron advertencia al rey:
La próxima vez que Nibiru se acerque al Sol, la Tierra quedará expuesta a la fuerza de la red de Nibiru, Lahmu, en sus vueltas, se situará al otro lado del Sol.

La Tierra no tendrá protección en los cielos ante la fuerza de la red de Nibiru, Kishar y su hueste se agitarán, Lahamu también se sacudirá y temblará; en el gran Abajo de la Tierra, el hielo de nieve de la Blancatierra está perdiendo base; la próxima vez que Nibiru se aproxime a la Tierra, el hielo de nieve de la superficie de la Blancatierra se deslizará. Provocará una calamidad de agua: ¡La Tierra será arrollada por una gigantesca ola, un Diluvio! En Nibiru fue grande la consternación, inseguros ante el propio hado de Nibiru, el rey, los sabios y los consejeros estaban también muy preocupados por la Tierra y por Lahmu. El rey y los consejeros tomaron una decisión: ¡prepararse para evacuar la Tierra y Lahmu! En el Abzu, se cerraron las minas de oro, desde allí fueron los Anunnaki hasta el Edin; en Bad-Tibira, se cesó en la fundición y el refinado, todo el oro se envió a Nibiru. Vacía, dispuesta para la evacuación, una flota de rápidos carros celestes regresó a la Tierra; En Nibiru se vigilaban las señales de los cielos, en la Tierra se tomaba nota de los temblores. Fue entonces cuando de uno de los carros celestiales salió un Anunnaki de cabello blanco, Galzu, Gran Conocedor, era su nombre. Con paso majestuoso se dirigió hasta Enlil, a él le presentó un mensaje sellado de Anu. Soy Galzu, emisario plenipotenciario del Rey y del Consejo, le dijo a Enlil.

Enlil se sorprendió por su llegada: No me había llegado palabra alguna de Anu sobre esto.
Enlil examinó el sello de Anu; estaba intacto, y era auténtico.

En Nibru-ki se leyó el mensaje de la tablilla, la codificación era de toda confianza.
¡Galzu habla en nombre del Rey y del Consejo, sus palabras son mis órdenes! Eso afirmaba el mensaje de Anu.
Que se llamara también a Enki y a Ninmah fue la petición de Galzu.
Cuando llegaron, Galzu le sonrió agradablemente a Ninmah. ¡Somos de la misma escuela y edad!, le dijo a ella.

Ninmah no podía recordar aquello; el emisario era tan joven como un hijo, ¡ella era como su anciana madre!
¡La explicación es sencilla!, le dijo Galzu: ¡La causa se halla en nuestros ciclos vitales de sueño invernal!
De hecho, este asunto es parte de mi misión; hay un secreto acerca de la evacuación.
Desde que Dumuzi estuvo en Nibiru, se ha estado examinando a los Anunnaki que volvían a Nibiru; aquéllos que más tiempo habían estado en la Tierra eran los más afectados al volver: sus cuerpos ya no se habituaron a los ciclos de Nibiru, su sueño estaba alterado, su visión fallaba, la fuerza de la red de Nibiru pesaba en sus pasos.
Sus mentes también se vieron afectadas, ¡dado que los hijos eran más viejos que los padres a los que habían dejado!

La muerte, camaradas míos, llegó con rapidez a los retornados; ¡por eso estoy aquí, para advertiros!
Los tres líderes, los que más tiempo habían estado en la Tierra, guardaron silencio ante las palabras.
Ninmah fue la primera en hablar: ¡Era de esperar!, dijo. Enki, el sabio, se mostró de acuerdo con sus palabras: ¡Era evidente!, dijo. Enlil montó en cólera: ¡Antes, los Terrestres se estaban haciendo como nosotros, ahora, nosostros nos hemos hecho como los Terrestres, para quedar prisioneros de este planeta!
¡Toda la misión se ha convertido en una pesadilla, con Enki y sus Terrestres como señores, acabaremos siendo esclavos! Galzu escuchó con compasión el estallido de Enlil. De hecho, mucho hay que reflexionar, dijo, en Nibiru se ha estado pensando mucho, y profundas cuestiones se han estado planteando al examen de conciencia: ¿Se debería haber dejado a Nibiru a su suerte, fuera lo que fuera lo que el Creador de Todo pretendiera, para dejar que ocurriera, o fue la llegada a la Tierra concebida por el Creador de Todo, y nosotros no fuimos más que emisarios inconscientes? ¡Sobre esto, camaradas míos, el debate continúa! Así les dijo Galzu. Y he aquí la orden secreta de Nibiru: ¡Vosotros tres permaneceréis en la Tierra; sólo volveréis a Nibiru para morir!

En carros celestiales, circundaréis la Tierra, esperaréis la calamidad en el exterior; al resto de los Anunnaki, se les debe dar la opción de irse o de esperar la calamidad en el exterior. Los Igigi que se casaron con Terrestres deben elegir entre la partida o las esposas: ¡A ningún Terrestre, ni siquiera Sarpanit, la de Marduk, se le permitirá viajar a Nibiru!
¡Todos los que quieran quedarse y ver lo que sucede, deberán salvaguardarse en los carros celestes! ¡En cuanto a todos los demás, deben estar preparados para partir hacia Nibiru de inmediato! Así, en secreto, reveló Galzu las órdenes de Nibiru a los líderes.

Viene ahora el relato de cómo los Annunaki decidieron abandonar la Tierra, y de cómo prestarobn juramento para dejar perecer a la Humanidad en el Diluvio. Enlil convocó un consejo de comandantes Anunnaki e Igigi en Nibru-ki, también estaban presentes los hijos de los líderes y sus hijos. Enlil les reveló el secreto de la inminente calamidad.

¡La Misión a la Tierra ha llegado a un amargo final!, les dijo solemnemente.
Todos los que quieran partir en barcos celestiales, que se preparen para ser evacuados a Nibiru, pero si tienen esposas Terrestres, tendrán que irse sin las esposas.
¡Los Igigi que se afeiten a sus esposas y descendientes, que escapen a los picos más altos de la Tierra!
¡En cuanto a los pocos Anunnaki que decidan quedarse, en Barcos del Cielo permaneceremos sobre los cielos de la Tierra, para esperar la calamidad en el exterior, para presenciar la suerte de la Tierra!
¡Como comandante, seré el primero en quedarme! Así habló Enlil.
¡Los demás, que decidan por sí mismos!

¡Decido quedarme con mi padre, afrontaré la calamidad!, anunció Ninurta.
¡Después del Diluvio, volveré a las Tierras de Más Allá de los Océanos!
Nannar, el primogénito de Enlil en la Tierra, anunció un extraño deseo: esperar el Diluvio no en los cielos de la Tierra, sino en la Luna; ése fue su deseo.
Enki levantó una ceja; Enlil, aunque desconcertado, aceptó.
Ishkur, el más joven de Enlil, tomó la decisión de quedarse en la Tierra con su padre.
Utu e Inanna, los hijos de Nannar que habían nacido en la Tierra, declararon quedarse.
Enki y Ninki, optaron por quedarse y no abandonar la Tierra; lo anunciaron con orgullo.

¡No abandonaré a los Igigi ni a Sarpanit!, afirmó Marduk con ira.
Uno a uno, los demás hijos de Enki anunciaron su decisión de quedarse:
Nergal y Gibil, Ninagal y Ningishzidda, y Dumuzi también. Todos los ojos se volvieron entonces a Ninmah; declaró con orgullo su decisión de quedarse: ¡El trabajo de toda mi vida está aquí! ¡A los Terrestres, mis creados, no los abandonaré! Ante sus palabras, se removió un clamor entre los Anunnaki y los Igigi; preguntaron por la suerte de los Terrestres.
Que los Terrestres por las abominaciones perezcan; asi lo proclamó Enlil. Un asombroso ser fue creado por nosotros, por nosotros debe ser salvado, le gritó Enki a Enlil.

Ante esto, replicó Enlil también con gritos:
¡Desde el mismo principio, en cada ocasión, tú modificaste las decisiones! ¡Tú les diste la procreación a los Trabajadores Primitivos, a ellos los dotaste de Conocimiento!
Tomaste en tus manos los poderes del Creador de Todo, para después caer en las abominaciones.
¡Concebiste a Adapa con fornicación, le diste Entendimiento a su linaje! ¡A su descendencia te has llevado a los cielos, has compartido con ellos nuestra Sabiduría!

Has roto todas las normas, has ignorado decisiones y órdenes, por culpa tuya, un hermano Terrestre Civilizado mató a otro hermano, por culpa de Marduk, tu hijo, los Igigi, imitándole a él, se casaron con las Terrestres.
¡Nadie sabe ya quién es el representante de Nibiru, el único al que le pertenece la Tierra!
¡Basta! ¡Basta!, es todo lo que digo. ¡La abominación no puede continuar! ¡Ahora que una calamidad ha sido ordenada por un destino desconocido, que suceda lo que tenga que suceder! Así proclamó Enlil, enfurecido; que todos los líderes juren solemnemente que no interferirán en los acontecimientos, exigió Enlil a todos. El primero en prestar juramento de silencio fue Ninurta; otros del lado de Enlil le siguieron.

¡Acato tus órdenes!, le dijo Marduk a Enlil. Pero, ¿de qué sirve el juramento? Si los Igigi abandonaran a sus esposas, ¿no se difundiría el miedo entre los Terrestres? Ninmah estaba anegada en lágrimas; susurró débilmente las palabras del juramento.
Enlil miró fijamente a su hermano Enki. ¡Es la voluntad del rey y del consejo!, le dijo.
¿Por qué quieres atarme con un juramento?, le preguntó Enki a su hermano Enlil.
¡Tú has tomado la decisión, en la Tierra es un mandato!
No puedo detener la inundación, no puedo salvar a las multitudes de Terrestres, así pues, ¿para qué quieres atarme con un juramento? Así le preguntó Enki a su hermano. Para que todo ocurra como si hubiera sido decretado por hado, que se conozca como Decisión de Enlil, ¡que quede sobre Enlil solo la responsabilidad para siempre! Así dijo Enki a todos.

Después, Enki se fue de la asamblea; Marduk también se fue con él. Con ágiles palabras de mandato, Enlil llamó al orden a la asamblea. Asignó tareas para lo que había que hacer con firmes decisiones, hizo grupos entre los que iban a partir y los que se iban a quedar, para designar plazas para la asamblea, para recoger equipos, para asignar carros. Los primeros en partir fueron los que tenían que volver a Nibiru, con muchos abrazos y estrechar de brazos, la alegría mezclada con el pesar, embarcaron en las naves celestiales; uno tras otro, los vehículos rugieron y se elevaron desde Sippar.
Al principio, los que quedaban atrás gritaban ¡Viajad sin novedad!; luego, los gritos enmudecían.

Tras completarse los lanzamientos hacia Nibiru, llegó el turno de Marduk y de los Igigi con esposas Terrestres; Marduk los reunió a todos en el Lugar de Aterrizaje, les ofreció una elección: con él y con Sarpanit, y con los dos hijos y las hijas, ir a Lahmu y esperar allí que pasara la calamidad, o dispersarse en las distantes tierras montañosas de la Tierra, para encontrar un refugio ante el Diluvio.
Después, Enlil tuvo en cuenta a los que se quedaron, por grupos les asignó carros.
Enlil mandó a Ninurta a las tierras montañosas más allá de los océanos para que informara del retumbar de la Tierra; también asignó a Nergal y a Ereshkigal la tarea de vigilar la Blancatierra; a Ishkur le dio la tarea de vigilar contra cualquier avalancha de Terrestres, para que prohibiera accesos, para que levantara y reforzara barreras y cerrojos.

Sippar, el Lugar de los Carros Celestiales, fue el centro de todos los preparativos; desde Nibru-ki, Enlil se llevó a Sippar las Tablillas de los Destinos, allí estableció un Enlace Cielo-Tierra temporal. Después, Enlil se dirigió a su hermano Enki, a él le dijo así: Para el caso de que se pudiera sobrevivir a la calamidad, que se recuerde todo lo que ha sucedido. ¡Que se entierren y resguarden las tablillas de los registros en Sippar, en las profundidades de la Tierra, para que en los días por venir se descubra lo que desde un planeta se hizo en otro! Enki aceptó de buen grado las palabras de su hermano. Almacenaron los ME y otras tablillas en arcones dorados, los enterraron para la posteridad en Sippar, en las profundidades de la Tierra.

Así dispuesto todo, los líderes esperaron la señal de partir, vigilaron con aprensión la aproximación de Nibiru en su gran vuelta. Fue en aquellos momentos de ansiosa espera cuando Enki se dirigió a su hermana Ninmah, a ella, le dijo así Enki:
¡En su preocupación por los Terrestres, Enlil no ha prestado atención a todas las demás criaturas vivas! Cuando la avalancha de aguas barra las tierras, otras criaturas vivas, algunas de Nibiru originadas por nosotros, la mayor parte evolucionada en la misma Tierra, quedarán condenadas en un golpe repentino a la extinción. ¡Preservemos tú y yo su simiente de vida, extraigamos sus esencias vitales para salvaguardarlas!

Ninmah, la que da la vida, a las palabras de Enki dio su favor: ¡Lo haré en Shurubak, tú hazlo con las criaturas vivas del Abzu! Así le dijo a Enki.

Mientras los demás esperaron sentados y ociosos, Enki y Ninmah emprendieron un desafiante trabajo; a Ninmah le ayudaron algunas de sus asistentes en Shurubak, a Enki le ayudó Ningishzidda en el Abzu, en la antigua Casa de la Vida.
Reunieron esencias masculinas y femeninas, y huevos de vida, de cada especie, de dos en dos, de dos en dos los preservaron en Shurubak y en el Abzu, para salvaguardar, mientras en la Tierra se daba la vuelta, para recombinar después las especies vivas.
Entonces, llegaron las palabras de Ninurta: ¡Los estruendos de la Tierra son siniestros!

Entonces, llegaron las palabras de Nergal y de Ereshkigal: ¡La Blancatierra se estremece!
En Sippar, se reunieron todos los Anunnaki, esperaban el Día del Diluvio.


El misterioso emisario se le aparece a Enki en una visión-sueño
A Enki se le dice que salve a la Humanidad a través de su hijo Ziusudra, Mediante un subterfugio, Enki instruye a Ziusudra para que construya un submarino
Un navegador sube a bordo, llevando las simientes de vida de la Tierra La cercanía de Nibiru provoca el deslizamiento de la placa de hielo de la Blancatierra.
La ola resultante sume a la Tierra bajo las aguas
Los Anunnaki que se quedaron se lamentan de la calamidad desde la órbita terrestre
Las aguas se retiran; la embarcación de Ziusudra se posa sobre el Monte de la Salvación
Descendiendo en un Torbellino, Enlil descubre la doblez de Enki Enki convence a Enlil de que el Creador de Todo lo había destinado así Utilizan la Plataforma de Aterrizaje, aún en pie, como base temporal
Allí, en una Cámara de Creación, se elaboran cultivos y ganado
Se descubre oro en abundancia en las Tierras de Más Allá de los Mares
Se establecen nuevas instalaciones espaciales en las antiguas tierras
Entre éstas, se incluyen dos montículos artificiales y una escultura con forma de león Ninmah propone un plan de paz para resolver las crecientes rivalidades
Se le concede el ganado y los cereales a la Humanidad

 
LA DÉCIMA TABLILLA

En Sippar, se reunieron todos los Anunnaki, esperaban el Día del Diluvio. Fue entonces, cuando iba creciendo la tensión de la espera, cuando el señor Enki, mientras dormía en su residencia, tuvo una visión-sueño.
En la visión-sueño aparecía la imagen de un hombre, brillante y resplandeciente como los cielos; y cuando el hombre se acercó a Enki, ¡Enki vio que era Galzu, el del cabello blanco!
En la mano derecha sostenía un estilo grabador, y en la izquierda llevaba una tablilla de lapislázuli, lisa y brillante.

Y cuando se aproximó lo suficiente al lecho de Enki, Galzu habló y dijo:
Tus acusaciones contra Enlil fueron injustificadas, pues sólo decía la verdad; y la decisión que como Decisión de Enlil será conocida, no la decretó él, sino el Destino.
Ahora, toma el Hado en tus manos para que los Terrestres hereden la Tierra; llama a tu hijo Ziusudra, revélale la inminente calamidad sin romper el juramento.
Dile que construya una embarcación que pueda soportar la avalancha de agua, una embarcación sumergible, semejante a la que te muestro en esta tablilla; que se salven él y su familia en ella, y que lleve también la simiente de todo lo que sea valioso, sea planta o animal; ¡Ésa es la voluntaddel Creador de Todo!

Y, en la visión-sueño, Galzu dibujó una imagen en la tablilla con el estilo, y dejó la tablilla grabada junto al lecho de Enki; y cuando se desvaneció la imagen, la visión-sueño terminó, y Enki despertó con un estremecimiento. Enki se quedó durante un rato en su lecho, reflexionando con asombro sobre la visión-sueño:
¿Cuál es el significado de esto, qué presagio augura? Después, cuando se levantó del lecho, he ahí que estaba la tablilla; ¡lo que en una simple visión-sueño había visto estaba ahora materialmente junto a la cama!
Con manos temblorosas, el señor Enki tomó la tablilla, sobre la tablilla vio el diseño de una embarcación de forma curiosa, en el filo de la tablilla había marcas de medidas, ¡indicaban las medidas de la embarcación!

Sobrecogido y esperanzado, el señor Enki envió rápidamente a sus emisarios al amanecer, ¡Encontrad al llamado Galzu, tengo que hablar con él! Así les dijo. Todos volvieron al atardecer, le informaron así a Enki: Nadie pudo encontrar a ningún Galzu, ¡Hace tiempo que Galzu volvió a Nibiru!, le dijeron. Enki estaba muy desconcertado, se esforzaba por comprender el misterio y su presagio.

No pudo desentrañar el misterio, ¡pero el mensaje para él estaba claro! Aquella noche, Enki fue sigilosamente hasta la cabaña de juncos donde dormía Ziusudra; para no romper el juramento, el señor Enki le dijo a la pared de la cabana, no a Ziusudra: ¡Despierta! ¡Despierta!, le dijo Enki a la pared de juncos, desde detrás de la pantalla de juncos hablaba. Cuando Ziusudra se despertó, Enki le dijo desde detrás de la pantalla de juncos: ¡Cabaña de juncos, cabaña de juncos! ¡Presta atención a mis palabras, haz caso a mis instrucciones!

Una calamitosa tormenta caerá sobre todas las moradas, todas las ciudades, será la destrucción de la Humanidad y de su descendencia.
Ésta es la decisión final, la palabra de la asamblea convocada por Enlil, ésta es la decisión pronunciada por Anu, Enlil y Ninmah.

Ahora, presta atención a mis palabras, observa el mensaje que te estoy diciendo:
¡Abandona tu casa, construye una embarcación; renuncia a tus posesiones, salva la vida!
La embarcación que tienes que construir, su diseño y sus medidas se muestran en una tablilla, dejaré la tablilla junto a la pared de la cabana de juncos.

Asegúrate de que la embarcación esté techada en toda su extensión, desde el interior no debe verse el sol.
El aparejo tiene que ser muy fuerte, la brea fuerte y espesa, para que no entre el agua.
¡Que sea una embarcación que pueda darse la vuelta y caer, para sobrevivir a la avalancha de agua!
Construye la embarcación en siete días, reúne en ella a tu familia y a tus parientes, acumula en la embarcación comida y agua para beber, lleva también animales domésticos.
Después, en el día apuntado, se te dará una señal; un guía de embarcación que conoce las aguas, designado por mí, te llegará ese día; en ese día, tendréis que entrar en la embarcación, tendréis que atrancar bien la portezuela.
Un abrumador Diluvio, procedente del sur, devastará tierras y vida; vuestra embarcación se elevará sobre sus amarras, se dará la vuelta y caerá.

No tengáis miedo: el guía de la embarcación os llevará a un refugio seguro, ¡La simiente de la Humanidad Civilizada sobrevivirá por vosotros!
Cuando la voz de Enki se calló, Ziusudra estaba ansioso, sobre sus rodillas cayó postrado:
¡Mi señor! ¡Mi señor!, gritó. ¡Tu voz he escuchado, deja que vea tu rostro! ¡No te he hablado a ti, Ziusudra, a la pared de juncos le he hablado! Así dijo Enki.
Por decisión de Enlil, por un juramento estoy ligado a lo que juraron todos los Anunnaki;
¡En mi rostro verás que, sin duda, como todos los terrestres, morirás! Ahora, cabaña de juncos, presta atención a mis palabras: ¡El propósito de la embarcación, deberás guardarlo como un secreto de los Anunnaki!

Cuando la gente de la ciudad pregunte, a ellos les dirás: ¡El señor Enlil ha estado enfadado con mi señor Enki, navegaré hacia la morada de Enki en el Abzu, quizás así Enlil se apacigüe! Durante un rato, siguió un silencio. Ziusudra salió desde detrás de la pared de juncos, una tablilla de lapislázuli, brillando a la luz de la luna, vio y tomó; sobre ella estaba dibujada la imagen de una embarcación, las muescas daban sus medidas; Ziusudra era el más sabio de los Hombres Civilizados, comprendió lo que había escuchado.
A la mañana siguiente, anunció a la gente de la ciudad: El señor Enlil ha estado enfadado con el Señor Enki, mi señor, por ello el señor Enlil me es hostil.

No puedo seguir viviendo en esta ciudad, ni puedo poner ya mi pie en el Edin; al Abzu, a los dominios del señor Enki, iré navegando. En una embarcación que debo construir con rapidez, partiré de aquí; así remitirá la ira del señor Enlil, las penurias terminarán, ¡a partir de entonces, el señor Enlil hará llover sobre vosotros la abundancia! Aún no se había ido la mañana cuando la gente se reunió alrededor de Ziusudra, se animaron entre sí para construir con rapidez su embarcación. Los mayores transportaban cuadernas de madera de embarcación, los pequeños llevaban betún de los pantanos. Mientras los madereros clavaban los tablones, Ziusudra fundía el betún en un caldero.

Con el betún, impermeabilizó la embarcación por dentro y por fuera, al quinto día estaba terminada la embarcación, igual a la del dibujo de la tablilla.
Ansiosos por ver partir a Ziusudra, la gente de la ciudad llevó comida y agua a la embarcación, de sus propias bocas tomaron el sustento; ¡para apaciguar a Enlil, se apresuraron!
También se introdujeron en la embarcación animales cuadrúpedos, los pájaros del campo entraron volando por sí mismos.

Ziusudra hizo embarcar a su esposa y a sus hijos, las esposas de estos y sus hijos también vinieron.
¡Que suba a bordo también cualquiera que desee ir a la morada del señor Enki!
Así se pronunció Ziusudra ante la gente reunida.
Previendo la abundancia de Enlil, sólo algunos de los artesanos escucharon la llamada.
Al sexto día, Ninagal, Señor de las Grandes Aguas, llegó a la embarcación, era hijo de Enki, había sido elegido para ser el navegante de la embarcación.

Sostenía en sus manos una caja de madera de cedro, la mantuvo a su lado en la embarcación; ¡Contiene las esencias vitales y los huevos de vida de las criaturas vivas, reunidas por el señor Enki y por Ninmah, para ocultarlos de la ira de Enlil, para resucitar la vida si es voluntad de la Tierra!
Eso le explicó Ninagal a Ziusudra; así se ocultaron en la embarcación todas las bestias por sus parejas.
Entonces, Ninagal y Ziusudra esperaron en la embarcación la llegada del séptimo día.

En el centesimo vigésimo Shar se esperaba el Diluvio, en el décimo Shar de la vida de Ziusudra se aproximó el Diluvio, en la estación de la Constelación del León se hizo inminente la avalancha.

Viene ahora el relato del Diluvio que cubrió la Tierra y de cómo escaparon los Anunnaki, y cómo Ziusudra sobrevivió en la embarcación.
Durante días antes del Día del Diluvio, la Tierra estuvo retumbando, como si gimiera de dolor; durante noches antes de que golpeará la calamidad, se estuvo viendo en los cielos a Nibiru como una estrella resplandeciente; después, se hizo la oscuridad durante el día, y en la noche, la Luna era como si se la hubiera tragado un monstruo.

La Tierra empezó a temblar, se vio agitada por una fuerza de red desconocida hasta entonces.
Con el resplandor del amanecer, una nube negra se levantó por el horizonte, la luz de la mañana se convirtió en oscuridad, como si la sombra de la muerte la velara. Después, se oyó como un estruendo de truenos, los cielos se encendieron con los rayos.

Partid! ¡Partid!, dio la señal Utu a los Anunnaki. Agazapados en los barcos del cielo, los Anunnaki se elevaron en las alturas. En Shurubak, a dieciocho leguas de distancia, Ninagal vio las brillantes erupciones:
¡Atranca! ¡Atranca la portezuela!, le gritó Ninagal a Ziusudra. Juntos cerraron la trampilla que ocultaba la portezuela; hermética, completamente cerrada, quedó la embarcación; dentro no penetraba ni un rayo de luz.
En aquel día, en aquel inolvidable día, el Diluvio comenzó con un estruendo; en la Blancatierra, en el fondo de la Tierra, se sacudieron los cimientos de la Tierra; luego, con un estruendo igual a mil truenos, la capa de hielo se deslizó de sus cimientos, despegada por la invisible fuerza de la red de Nibiru, se estrelló contra el mar del sur.

Una capa de hielo golpeó contra otra capa de hielo, la superficie de la Blancatierra se venía abajo como la cascara rota de un huevo. De pronto se levantó una gran ola, la muralla de aguas llegaba hasta los mismo cielos. Una tormenta de una ferocidad nunca vista se puso a bramar en el fondo de la Tierra, la muralla de agua impulsaba sus vientos, la ola se desplegó hacia el norte; la muralla de aguas se avalanzaba hacia el norte, alcanzó las tierras del Abzu-
Desde allí, viajó hasta las tierras habitadas, arroyó el Edin.

Cuando la ola, la muralla de aguas, llegó a Shurubak, la ola soltó de sus amarras a la embarcación de Ziusudra, sacudiéndola, se tragó a la embarcación como un abismo de agua.
Aunque completamente sumergida, la embarcación se mantuvo firme, no entró siquiera una gota de agua.
En el exterior, la ola de la tormenta tomó desprevenida a la gente como una batalla mortal, nadie podía ver a sus semejantes, el suelo se desvaneció, sólo había agua. De pronto, las poderosas aguas habían cubierto la tierra firme; antes de que terminara el día, la muralla de agua, ganando velocidad, arroyó las montañas.

En sus embarcaciones celestiales, los Anunnaki circundaban la Tierra.
Abarrotando los compartimentos, se agazapaban contra las paredes exteriores, contemplaban angustiados lo que estaba ocurriendo allí abajo, en la Tierra.
Desde el barco celestial en el cual estaba, Ninmah se puso a gritar como una mujer de parto:
¡Las aguas cubren a mis creados como libélulas ahogadas en un estanque, la ola arrolladura se ha llevado toda la vida! Así lloraba y gemía Ninmah.
Inanna, que estaba con ella, también lloraba y se lamentaba: ¡Todo allí abajo, todo lo que vivía, se ha convertido en barro!

Así lloraban Ninmah e Inanna; lloraron y aliviaron sus sentimientos.
En los demás barcos celestiales, los Anunnaki estaban anonadados ante la visión de aquella desenfrenada furia, en aquellos días presenciaron con temor un poder más grande que el suyo. Anhelaron los frutos de la Tierra, tuvieron sed del elixir fermentado.
¡Los días de antaño, ay, se han convertido en barro! Así se decían unos a otros.

Después de que la inmensa ola barriera la Tierra, reabrieron las compuertas del cielo, y se desató un aguacero desde los cielos a la Tierra. Durante siete días se mezclaron las aguas de arriba con las aguas del Gran Abajo; después, la muralla de agua, alcanzando sus límites, cesó en su embestida, pero las lluvias de los cielos continuaron durante cuarenta días y noches más. Desde sus posiciones elevadas, los Anunnaki miraban hacia abajo: donde una vez hubo tierra firme, ahora había un mar de agua, y donde una vez hubo montañas que elevaban sus picos hasta los cielos, sus cimas eran ahora como islas en las aguas; y todo lo que vivía en la tierra firme había perecido en la avalancha de las aguas.

Después, como en el Principio, las aguas se reunieron en sus cuencas, agitándose arriba y abajo, día a día fue bajando el nivel del agua. Más tarde, cuarenta días después de que el Diluvio cubriera la Tierra, las lluvias también se detuvieron.

Después de los cuarenta días, Ziusudra abrió la portezuela de la embarcación para inspeccionar los alrededores. Era un día luminoso, soplaba una suave brisa; completamente sola, sin ningún otro signo de vida, la embarcación cabeceaba sobre un vasto mar.
¡La Humanidad, todo lo que vivía, ha sido barrido de la faz de la Tierra, nadie salvo nosotros ha sobrevivido, pero no hay tierra firme sobre la que poner el pie!

Así dijo Ziusudra a sus parientes, mientras se sentaba y se lamentaba. Entonces, Ninagal, nombrado por Enki, dirigió la embarcación hacia los picos gemelos de Arrata, hizo una vela para ella, hacia el Monte de la Salvación llevó la embarcación.
Ziusudra estaba impaciente; liberó a las aves que había abordo para que buscaran tierra firme, las envió para que comprobaran si había sobrevivido algo de vegetación. Dejó salir una golondrina, dejó salir un cuervo; ambos volvieron a la embarcación. Dejó salir a una paloma; ¡y volvió a la embarcación con una ramita de un árbol! Ahora sabía Ziusudra que la tierra firme había emergido de debajo de las aguas.
Unos cuantos días más y la embarcación se detuvo en unas rocas:
¡El Diluvio ha pasado, estamos en el Monte de la Salvación! Así le dijo Ninagal a Ziusudra.

Abriendo la portezuela hermética, Ziusudra salió de la embarcación; el cielo era claro, el Sol brillaba, soplaba un suave viento. Apresuradamente, llamó a su esposa y a sus hijos para que salieran. ¡Alabemos al señor Enki, a él demos gracias!, les dijo Ziusudra. Juntó piedras con sus hijos, con ellas construyó un altar, después encendió fuego sobre el altar, hizo un fuego con incienso aromático.
Una oveja, una sin mancha, eligió para el sacrificio, y sobre el altar, ofreció la oveja a Enki como sacrificio.

En aquel momento, Enlil le transmitió palabras a Enki desde su barco celestial:
¡Descendamos en Torbellinos desde los barcos celestiales sobre el pico de Arrata, para revisar la situación, para determinar qué hacer!
Mientras los demás seguían circundando la Tierra en sus barcos celestiales, Enlil y Enki descendieron en Torbellinos sobre el pico Arrata.
Los dos hermanos se sonrieron al encontrarse, con alegría estrecharon los brazos.
Después, Enlil quedó desconcertado con el olor del fuego y de la carne asada.
¿Qué es eso?, le gritó a su hermano. ¿Es que ha sobrevivido alguien al Diluvio?
¡Vamos a ver!, le respondió Enki dócilmente.

En sus Torbellinos fueron volando hasta el otro pico de Arrata, vieron la embarcación de Ziusudra, aterrizaron junto al altar que éste había construido.
Cuando Enlil vio a los supervivientes, Ninagal entre ellos, su furia no tuvo límites.
¡Todo Terrestre tenía que perecer!, gritó con furia; se abalanzó sobre Enki iracundo, estaba dispuesto a matar a su hermano con las manos desnudas.

¡Él no es un simple mortal, es mi hijo!, gritó Enki señalando a Ziusudra.
Por un momento, Enlil dudó. ¡Rompiste tu juramento!, le gritó a Enki. ¡Le hablé a una pared de juncos, no a Ziusudra!, dijo Enki, después le relató a Enlil la visión-sueño. Para entonces, alertados por Ninagal, también habían bajado Ninurta y Ninmah en sus Torbellinos; cuando escucharon el relato de los acontecimientos, Ninurta y Ninmah no se encolerizaron por el relato. ¡Debe ser la voluntad del Creador de Todo que sobreviva la Humanidad!
Así le dijo Ninurta a su padre.
Ninmah tocó su collar de cristales, regalo de Anu, y juró: ¡Juro que nunca se repetirá la aniquilación de la Humanidad! Ablandándose, Enlil tomó de las manos a Ziusudra y a Emzara, su esposa, y los bendijo así:
¡Fructificad y multiplicaos, y poblad la Tierra! Así terminaron los Tiempos de Antaño.

Viene ahora el relato de cómo se restableció la supervivencia en la Tierra, y de cómo se encontró una nueva fuente de oro, así como a otros Terrestres más allá de los océanos.

Después del encuentro de Arrata, las aguas del Diluvio siguieron retirándose, y se mostró poco a poco la faz de la Tierra desde debajo de las aguas. Las tierras montañosas salieron ilesas en su mayor parte, pero los valles quedaron enterrados de lodo y cieno.

Desde los barcos celestiales y desde los Torbellinos, los Anunnaki inspeccionaros los paisajes: ¡Todo lo que había existido en los Tiempos de Antaño en el Edin y en el Abzu estaba enterrado bajo el barro! Eridú, Nibru-ki, Shurubak, Sippar, todas habían desaparecido, se habían desvanecido por completo; pero en las Montañas de los Cedros la gran plataforma de piedra relucía bajo la luz del Sol, ¡el Lugar de Aterrizaje, hecho en los Tiempos de Antaño, seguía en pie'-Uno tras otro, aterrizaban los Torbellinos sobre la plataforma; la plataforma estaba intacta; en la esquina de lanzamiento, los gigantescos bloques de piedra se mantenían firmes.

Apartando escombros y ramas de árboles, los primeros en aterrizar hicieron señales a los carros; uno tras otro llegaron los carros celestiales, bajaron sobre la plataforma. Después se enviaron palabras a Marduk en Lahmu y a Nannar en la Luna, y ellos también volvieron a la Tierra, sobre el Lugar de Aterrizaje se posaron.
Entonces, los Anunnaki y los Igigi que se habían reunido junto a Enlil fueron convocados en asamblea.
¡Hemos sobrevivido al Diluvio, pero la Tierra está devastada! Así les dijo Enlil.
¡Tenemos que evaluar todas las formas de recuperación, sea en la Tierra, sea donde sea!
¡Lahmu quedó devastado con el paso de Nibiru! Así lo relató Marduk: ¡Su atmósfera fue absorbida hacia el exterior, sus aguas se evaporaron, es un lugar de tormentas de polvo!

¡Por sí misma, la Luna no puede sostener vida, sólo se puede permanecer allí con máscaras de Águila!
Así dio cuenta Nannar a los demás, y después añadió palabras de enamorado:
¡Una vez allí, uno debe recordar que fue el líder del ejército de Tiamat, compañera de la Tierra es, el destino de la Tierra está conectado con ella! Enlil puso su brazo cariñosamente sobre los hombros de su hijo. ¡Estamos preocupados ahora con la supervivencia!

Así, suavemente, le replicó Enlil a Nannar; ¡Ahora, el sustento es nuestra mayor preocupación!
¡Examinemos la Cámara de la Creación sellada; quizás todavía encontremos las simientes de Nibiru!
Así le dijo Enlil a Enki, recordándole los granos una vez creados.
Al lado de la plataforma, apartando algo de lodo, encontraron el pozo de tiempos remotos, sacaron la piedra que lo bloqueaba, entraron al santuario. Las arcas de diorita estaban selladas, hicieron abrir los sellos con una llave de cobre.

¡Dentro de las arcas, en vasijas de cristal, estaban las simientes de los cereales de Nibiru!
Una vez fuera, Enlil le dio las simientes a Ninurta, a él le dijo así:
¡Ve a la terraza de la ladera, que los cereales de Nibiru provean de pan una vez más!

En las Montañas de los Cedros, también en otras montañas, Ninurta represó las cascadas, construyó terrazas, le enseñó a cultivar al hijo mayor de Ziusudra. A Ishkur, su hijo más joven, Enlil le asignó otra tarea: ¡Allí donde se hayan retirado las aguas, ve y encuentra los árboles frutales que queden!

Para él, se asignó al hijo más joven de Ziusudra como cultivador de frutas: el primer frutal que encontraron fue la vid, que había traído Ninmah; de su jugo, como el célebre elixir de los Anunnaki, Ziusudra tomó un sorbo.
¡Por un sorbo, después otro y otro, Ziusudra fue vencido, se quedó dormido como borracho!
Entonces, Enki ofreció un regalo a los Anunnaki y a los Terrestres: descubrió el arca que Ninagal había llevado, anunció a todos su sorprendente contenido:
Las esencias vitales y los huevos de vida se pueden combinar en las matrices de los animales cuadrúpedos de la embarcación de Ziusudra, las ovejas se multiplicarán, por su lana y su carne; todos tendrán ganado vacuno, por su leche y por sus pieles, ¡después, con otras criaturas vivas poblaremos la Tierra! Enki le dio a Dumuzi las tareas de pastoreo, en estas tareas le ayudaba el hijo mediano de Ziusudra. Después, Enki puso su atención en la masa de tierra de tono oscuro, donde él y sus hijos habían tenido sus dominios.

Con Ninagal, represó las montañas en la confluencia de las aguas poderosas, canalizó las feroces cascadas hasta un lago, para que se acumularan las aguas como un lago.

Después, inspeccionó con Marduk las tierras entre el Abzu y el Gran Mar: donde una vez hubo moradas, consideró cómo drenar el valle del río.
En mitad de la corriente, donde las aguas del río caían en cascada, levantó una isla desde las aguas.
En sus entrañas excavó cavernas gemelas, por encima de ellas forjó compuertas a partir de piedras.
Desde allí, talló dos canales en las rocas, para las aguas elaboró dos estrechos, así podía ralentizar o acelerar las aguas que venían de las tierras altas; con represas y compuertas, y con los dos estrechos, reguló las aguas.

Desde la Isla de la Caverna, la isla de Abu, levantó desde debajo de las aguas el sinuoso valle del río: en la Tierra de los Dos Estrechos, Enki creó un asentamiento para Dumuzi y los pastores.
Con satisfacción, Enlil envió palabras de todo esto a Nibiru; Nibiru respondió con palabras de preocupación: el cercano tránsito que había afectado a la Tierra y a Lahmu había provocado también muchos daños en Nibiru; el escudo de polvo de oro se había desgarrado, la atmósfera estaba disminuyendo de nuevo, ¡era perentoria la llegada de nuevos suministros de oro!

Enki fue al Abzu fervientemente, viajó con su hijo Gibil para inspeccionar y buscar.
¡Todas las minas de oro habían desaparecido, habían quedado enterradas con la avalancha de agua!
¡En el Edin, Bad-Tibira tampoco existía ya! ¡En Sippar, ya no había un lugar para carros!
Los cientos de Anunnaki que habían trabajado duro en las minas y en Bad-Tibira se habían ido de la Tierra, la multitud de Terrestres que servían como Trabajadores Primitivos se habían convertido en barro con el Diluvio; ¡Ya no se puede proveer oro desde la Tierra!, anunciaron Enlil y Enki a Nibiru.
En la Tierra y en Nibiru hubo desesperación.

Por entonces, terminó Ninurta sus trabajos en las montañas de los ce una vez más se fue a la tierra montañosa más allá de los océanos. Desde allí, al otro lado de la Tierra, envió palabras asombrosas:
La avalancha de aguas produjo profundos cortes en las laderas, desde las laderas, oro incontable, en pepitas grandes y pequeñas, caen a los ríos de abajo, ¡se puede recoger oro sin tener que extraerlo! Enlil y Enki fueron apresuradamente a la distante tierra montañosa, con sorpresa vieron el descubrimiento:
¡Oro, oro puro había por todas partes, sin necesidad de refinado ni de fundición! ¡Es un milagro! Así le dijo Enki a Enlil. ¡Lo que forjó Nibiru, Nibiru lo enmendó! ¡La mano invisible del Creador de Todo es permitir la vida en Nibiru! Así dijo Enlil.

Ahora, ¿quién recogerá las pepitas, cómo las enviarán a Nibiru?, se preguntaron entre sí los líderes.
Para la primera pregunta, Ninurta tenía una respuesta: ¡En las altas tierras montañosas, en este lado de la Tierra, han sobrevivido algunos Terrestres!

Son descendientes de Ka-in, saben cómo manipular los metales; cuatro hermanos y cuatro hermanas son sus líderes, se salvaron por sí mismos en balsas, ahora la cima de su montaña es una isla en mitad de un gran lago. ¡Me recuerdan como protector de sus antepasados, me llaman el Gran Protector!

Al saber que habían sobrevivido otros Terrestres, los líderes se esperanzaron, ni siquiera se enfureció Enlil, que había planeado el fin de toda carne. ¡Es la voluntad del Creador de Todo!, se dijeron unos a otros. ¡Establezcamos ahora un nuevo Lugar de los Carros Celestiales, enviemos desde allí el oro a Nibiru!

Buscaron una nueva llanura cuyo suelo estuviera seco y endurecido, en las proximidades del Lugar de Aterrizaje, en una península desolada, encontraron esa llanura. Era lisa como un lago en calma, rodeada de montañas blancas.

Viene ahora el relato del nuevo Lugar de los Carros Celestiales, y de los montes gemelos artificiales y de cómo Marduk usurpó la imagen del león. En la península elegida por los Anunnaki, se reflejaron los celestiales Caminos de Anu y de Enlil en la Tierra; ¡Ubiqúese con exactitud en esos límites el nuevo Lugar de los Carros, que el corazón de la llanura refleje los cielos! Así le sugirió Enlil a Enki. Cuando Enki estuvo de acuerdo con esto, Enlil tomó medidas de distancias de los cielos; hizo un gran dibujo sobre una tablilla para que todos lo vieran. ¡Que el Lugar de Aterrizaje en las Montañas de los Cedros forme parte de las instalaciones!, dijo.

Midió la distancia entre el Lugar de Aterrizaje y el Lugar de los Carros, en su mitad, concibió un lugar para un nuevo Centro de Control de Misiones: allí eligió un monte adecuado, lo llamó el Monte de Mostrar el Camino. Allí ordenó construir una plataforma de piedras, parecidas pero más pequeñas que las del Lugar de Aterrizaje; en su centro, se talló una roca por dentro y por fuera, se hizo para albergar un nuevo Enlace Cielo-Tierra. Un nuevo Ombligo de la Tierra, para hacer el papel de Nibru-ki antes del Diluvio. El Sendero de Aterrizaje se ancló en el norte, en los picos gemelos de Arrata; para demarcar el Corredor de Aterrizaje, Enlil necesitaba otras dos series de picos gemelos, para delimitar los límites del Corredor de Aterrizaje, para asegurar el ascenso y el descenso.

En la parte meridional de la desolada península, un lugar de montañas, Enlil eligió dos picos contiguos, sobre ellos ancló el límite meridional. Pero donde se necesitaba la segunda serie de picos gemelos no había montañas, sólo sobresalía del suelo una planicie, por encima del valle encharcado. ¡Podemos levantar allí unos picos artificiales! Así dijo Ningishzidda a los líderes.
Sobre una tablilla dibujó para ellos la imagen de unos picos de lados lisos elevándose hacia los cielos. ¡Si se puede hacer, sea!, dijo Enlil con aprobación. ¡Que sirvan también de balizas! Sobre la planicie, por encima del valle del río, Ningishzidda construyó un modelo a escala, con él perfeccionó los ángulos de elevación y los cuatro lados lisos.

Junto a él, situó un pico más grande, estableció sus lados a las cuatro esquinas de la Tierra; los Anunnaki cortaron y levantaron las piedras con sus herramientas de poder.
Junto a él, en una ubicación precisa, se colocó el pico que era su gemelo; se diseñó con galerías y cámaras para cristales pulsantes. Cuando este pico artificial se elevó hacia los cielos, se invitó a los líderes para que pusieran el remate sobre él.

de electro, una mezcla que elaborara Gibil, se hizo la Piedra Ápice. Reflejaba la luz del sol hasta el horizonte, era como un pilar de fuego en la noche, concentraba en un rayo hacia los cielos el poder de todos los cristales. Cuando las obras diseñadas por Ningishzidda se terminaron y estuvieron listas, los líderes Anunnaki entraron en el Gran Pico Gemelo, se maravillaron con lo que vieron; Ekur, Casa Que Como una Montaña Es, lo llamaron, era una baliza para; los cielos. Proclamaba que los Anunnaki habían sobrevivido al Diluvio y vencerían siempre. ¡Ahora, el nuevo Lugar de los Carros Celestiales puede recibir oro de allende los mares, desde allí, los carros llevarán el oro de la supervivencia a Nibiru; desde allí hacia el este, donde el Sol se eleva en el día designado, ascenderán, hasta allí al sudoeste, donde el Sol se pone en el día designado, descenderán. Entonces, Enlil activó con su propia mano los cristales de Nibiru. Dentro, luces espeluznantes comenzaron a parpadear, un zumbido hechizante rompió el silencio; Fuera, el remate se puso a brillar de repente, era más brillante que el So La multitud de los Anunnaki reunidos elevó un gran grito de alborozo; Ninmah, que había venido para la ocasión, recitó un poema y cantó: Casa que es como una montaña, casa con un pico puntiagudo, está equipada para Cielo-Tierra, es la obra de los Anunnaki.

Casa brillante y oscura, casa del cielo y la Tierra, para los barcos celestiales se ensambló, la construyeron los Anunnaki. Casa cuyo interior resplandece con una rojiza luz del cielo, emite un rayo pulsante que llega lejos y alto; noble montaña de montañas, creada grande y noble, está más allá de la comprensión de los Terrestres. Casa de equipamiento, noble casa de eternidad, las piedras de sus cimientos tocan las aguas, su gran circunferencia se fija en la arcilla.
Casa cuyas partes están hábilmente entretejidas, hace descender a los grandes que en los cielos circulan para descansar; casa que es un punto de referencia para las naves espaciales, de entrañas inabarcables,
el Ekur está bendecido por el mismo Anu.

Así recitó y cantó Ninmah en la celebración.
Mientras los Anunnaki celebraban su notable obra, Enki le dijo a Enlil palabras de sugerencia: Cuando en días futuros se pregunte, ¿cuándo y quién hizo esta maravilla?

Creemos junto a los picos gemelos un monumento; que anuncie la Era del León, La imagen de Ningishzidda, el diseñador de los picos, sea su cara, que mire exactamente hacia el Lugar de los Carros Celestiales, ¡Cuándo, quién y el propósito revélese a generaciones futuras!
Esta fue la sugerencia de Enki a Enlil. Ante sus palabras, Enlil consintió, y le dijo a Enki:
Del lugar de los Carros Celestiales, Utu debe ser nuevamente el comandante; ¡que el león de mirada fija, exactamente orientado al este, tenga la imagen de Ningishzidda!

Cuando se iniciaron los trabajos de talla y modelado del león lecho de roca, Marduk le dijo a su padre Enki palabras de agravio:
Me prometiste que dominaría la Tierra toda, ahora se les conceden a otros mandatos y gloria, sin tarea ni dominios se me deja. ¡En mis antiguos dominios se han situado los montes artificiales, sobre el león debe estar mi imagen! Ningishzidda se enfureció con estas palabras de Marduk, el resto de hijos también se sintieron molestos, Ninurta y sus hermanos también se levantaron en un clamor por dominios, ¡todos exigían tierras para sí mismos, y Terrestres devotos! ¡No se convierta en disputa la celebración!, gritó Ninmah en medio de las voces alteradas. ¡La Tierra todavía está desolada, somos pocos Anunnaki, de los Terrestres sólo hay supervivientes! ¡Que a Marduk Ningishzidda del honor no le prive, tengamos en cuenta también las palabras de Marduk!

Así dijo Ninmah, la pacificadora, a los líderes enfrentados. ¡Para que prevalezca la paz, debemos repartirnos las tierras habitables entre nosotros!, dijo Enlil a Enki. Estuvieron de acuerdo en hacer de la península un separador incontestable, se le asignó a la pacificadora Ninmah. Tilmun, Tierra de los Proyectiles, la llamaron; estaba fuera de los límites de los Terrestres. Las tierras habitables al este de la península se apartaron para Enlil y su descendencia, para los descendientes de dos hijos de Ziusudra, Sem y Jafet, para que vivieran allí. La masa de tierra de tono oscuro que incluía el Abzu se le concedió por dominio a Enki y a su clan, para habitarla se eligió al pueblo del hijo mediano de Ziusudra, Cam. Enki, para apaciguar a su hijo, sugirió hacer a Marduk señor de ellos, señor de sus tierras. ¡Sea como tú deseas!, dijo Enlil a Enki acerca de esto.

En Tilmun, en su montañoso sur, Ninurta construyó una morada para su madre, Ninmah; cerca de un manantial con palmeras datileras, se localizó un fresco valle, el pico de la montaña aterrazó Ninurta, plantó un fragante jardín para Ninmah.
Cuando se terminó todo, se dio una señal a todos los puestos avanzados en la Tierra: desde las tierras montañosas más allá del océano, los Torbellinos trajeron las pepitas de oro, desde el Lugar de los Carros Celestiales, se llevó el oro hasta Nibiru. En aquel memorable día, Enlil y Enki se dijeron uno a otro y coincidieron: ¡Honremos a Ninmah, la pacificadora, con un nuevo nombre-epíteto: sea su nombre Ninharsag, Señora de la Cima de la Montaña!

Por aclamación se le dio este honor a Ninmah, a partir de entonces se le llamó Ninharsag.
¡Alabad a Ninharsag, la pacificadora en la Tierra!, proclamaron al unísono los Anunnaki.


La tierra del espaciopuerto, Tümun, se declara zona neutral
Se le concede a Ninmah, que recibe el nombre de Ninharsag
Marduk consigue las Tierras Oscuras, los enlilitas consiguen las Tierras de Antaño
Los nietos de Marduk se pelean, Satu asesina a Asar
'Fecundándose a sí misma, Asta, la esposa de Asar, engendra a Horon
Horon vence a Satu en batallas aéreas sobre Tilmun
Los enlilitas estiman prudente preparar otro espaciopuerto
Dumuzi, el hijo de Enki, e Inanna, la nieta de Enlil, se enamoran
Por temor a las consecuencias, Marduk provoca la muerte de Dumuzi
Buscando su cuerpo, Inanna muere, posteriormente resucita
Inanna lanza una guerra para apresar y castigar a Marduk
Los enlilitas entran en su escondrijo en el Gran Monte
Los enlilitas sellan la cámara superior para sepultar vivo a Marduk
Sarpanit, la esposa de Marduk, y Nabu, su hijo, ruegan por su vida
Ningishzidda, conocedor de los secretos del Monte, llega hasta Marduk
Marduk, tras serle perdonada la vida, va al exilio Enki y Enlil dividen la Tierra entre el resto de sus hijos
El triunfo de Ninurta y las Grandes Pirámides

 
LA UNDÉCIMA TABLILLA

¡Alabad a Ninharsag, la pacificadora en la Tierra!, proclamaron al unísono los Anunnaki.
Durante el primer Shar después del Diluvio, Ninharsag se las ingenió para atemperar los humores; Nibiru, a la que había que reabastecer de oro, estaba por encima de ambiciones y rivalidades.
Lentamente, la Tierra volvió a inundarse de vida; con las simientes de vida que preservara Enki, lo que había sobrevivido por sí solo se acrecentó en la tierra, en el aire y en las aguas.

¡Pero lo más precioso de todo, descubrieron los Anunnaki, fueron los propios remanentes de la Humanidad!
Como en los días pasados, cuando fueron creados los Trabajadores Primitivos, los Anunnaki, pocos y agotados, clamaron de nuevo por Trabajadores Civilizados.
Para cuando terminó el primer Shar después del Diluvio, la pacífica tregua se hizo pedazos a causa de un acontecimiento inesperado.
La erupción fue ahora entre los clanes de Marduk y Ninurta, no entre los de Enki y Enlil: entre los propios hijos de Marduk, ayudados por los Igigi, se rompió la tranquilidad.
Durante el tiempo que Marduk, Sarpanit y sus hijos esperaban en Lahmu a causa del Diluvio, los dos hijos varones, Asar y Satu, se encapricharon de las hijas de Shamgaz, el líder Igigi cuando volvieron a la Tierra, los dos hermanos se casaron con las dos hermanas, Asar eligió a la llamada Asta, Satu con la llamada Nebat se prometió.

Asar optó por vivir con su padre Marduk en las tierras oscuras, Satu hizo su morada en el Lugar de Aterrizaje, donde moraban los Igigi, con Shamgaz.
Shamgaz estaba preocupado con los dominios en la Tierra: ¿Dónde serán señores los Igigi? Así incitaba Shamgaz a los otros Igigi, de lo cual Nebat le hablaba a Satu a diario; ¡Estando con su padre, Asar será el único sucesor, heredará las tierras fértiles!
Así le decían Shamgaz y su hija Nebat a Satu día tras día. Padre e hija tramaban cómo retener la sucesión sólo en manos de Satu. En un día propicio hicieron un banquete; a él invitaron a Igigi y a Anunnaki. Asar, sin sospechar nada, también llegó para celebrar con su hermano. Nebat, la hermana de su esposa, preparó las mesas, también puso escabeles a los pies, Nebat se embelleció; con una lira en la mano, cantó una canción al poderoso Asar. Satu, delante de él, elegía tajadas de carne asada, con un cuchillo le servía ceboncillos. Shamgaz, en una gran copa, le ofrecía a Asar vino nuevo, una mezcla hecha por él, en una gran vasija, suficientemente grande como para tomarla en consideración, le puso vino elixirado.
Asar estaba de buen humor; se puso de pie y cantó alegremente, acompañándose con címbalos en la mano.
Más tarde, se vio vencido por el vino mezclado, cayó al suelo.

¡Llevémosle para que duerma profundamente!, dijeron los anfitriones a los demás en el banquete.
Llevaron a Asar a otra cámara, lo pusieron en un ataúd, cerraron el ataúd con fuertes precintos, al mar lo arrojaron. Cuando llegó a Asta la noticia de lo sucedido, elevó lamentos a Mardu el padre de su marido:
¡Asar fue brutalmente arrojado a las profundidades del mar para que muriera, hay que encontrar el ataúd con rapidez!
Registraron el mar en busca del ataúd de Asar, lo encontraron a orillas de la tierra oscura.
En su interior yacía el rígido cuerpo de Asar, el aliento de vida había partido de las aletas de su nariz.
Marduk desgarró sus ropajes, se puso ceniza en la frente.

¡Hijo mío! ¡Hijo mío!, gritaba y sollozaba Sarpanit, grande era su pesar y su duelo.
Enki estaba abatido y lloraba: ¡Se ha repetido la maldición de Ka-in!, dijo a su hijo en su angustia.
Asta elevó un lamento a las alturas, hizo petición a Marduk de un heredero para vengarse:
¡Satu debe encontrar la muerte. Déjame concebir un sucesor de tu propia simiente, que su nombre se recuerde por tu nombre, y el linaje sobreviva!
¡Eso, ay, no se puede hacer!, dijo Enki a Marduk y a Asta:
¡El hermano que asesinó, el hermano del hermano debe ser custodio, por esto se le debe perdonar la vida a Satu, de su simiente debes concebir un heredero para Asar!
Asta quedó desconcertada por estos giros del destino; muy turbada, tomó la determinación de desafiar las normas.

Antes de que el cuerpo de Asar fuera envuelto y, en el sudario, preservado en un santuario, de su falo, Asta extrajo la simiente de vida de Asar.
Con ésta, Asta concibió, un heredero y un vengador de Asar nació.
A Enki y a sus hijos, a Marduk y a sus hermanos, Satu dijo:
¡Soy el único heredero y sucesor de Marduk, de la Tierra de los Dos Estrechos seré el señor!
Ante el consejo de los Anunnaki refutó Asta la reclamación: Estoy con el heredero de Asar, con su hijo.
Entre los juncos del río se ocultó con el niño, para evitar la ira de Satu; Horon llamó al niño, lo educó para que fuera el vengador de su padre. Satu estaba desconcertado con esto; Shamgaz no abandonaba sus ambiciones.

De año terrestre en año terrestre, los Igigi se propagaban desde el Lugar de
Aterrizaje, hasta los confines de Tilmun, la región sagrada de Ninharsag, se llegaron a acercar. Los Igigi y sus Terrestres amenzaban con invadir el Lugar de los Carros Celestiales.
En las tierras oscuras, el niño Horon se convirtió en un héroe con los rápidos ciclos vitales de la Tierra, Horon fue adoptado por su tío abuelo Gibil, él lo entrenó y lo instruyó.
Gibil forjó para él unas sandalias aladas para remontarse en el aire, era capaz de volar como un halcón; Gibil hizo un arpón divino para él, sus flechas eran proyectiles.
En las tierras altas del sur, Gibil le enseñó las artes de los metales y de la herrería.

Gibil le reveló a Horon el secreto de un metal llamado hierro. De él, hizo armas Horon, de Terrestres leales levantó un ejército. Marcharon hacia el norte, a través de tierra y río, para desafiar a Satu y a los Igigi. Cuando Horon y su ejército de Terrestres llegaron a la frontera de Tilmun, la Tierra de los Proyectiles, Satu le envió a Horon un desafío: ¡Sólo entre nosotros dos es el conflicto, encontrémonos en la lucha uno a uno! En los cielos de Tilmun, Satu esperó en su Torbellino el combate con Horon.

Cuando Horon se remontó en el cielo como un halcón hacia él, Satu le disparó un dardo envenenado, como el aguijón de un escorpión cayó sobre Horon.
Cuando Asta vio esto, lanzó un grito al cielo, invocó a Ningishzidda. Ningishzidda bajó desde su barco celestial, llegó para salvar al héroe para su madre. Con poderes mágicos, Ningishzidda convirtió el veneno en benévola sangre, a la mañana siguiente, Horon estaba curado, había vuelto de entre lo" muertos.

Después, con un Pilar ígneo, como un pez celestial con aletas y una cola de fuego, Ningishzidda proveyó a Horon, los ojos del Pilar cambiaban sus colores del azul al rojo y al azul.
Horon se elevó en el Pilar ígneo hacia el triunfante Satu.
Se persiguieron por todas partes; fiera y mortal fue la batalla.
Al principio, el Pilar ígneo de Horon recibió un impacto; después, Horon alcanzó a Satu con su arpón.
Satu se estrelló contra el suelo; Horon lo maniató.

Cuando Horon llegó ante el consejo con su tío cautivo, vieron que estaba ciego, con los testículos aplastados, se aguantaba en pie como un cántaro desechado.
¡Que Satu viva ciego y sin herederos! Así dijo Asta al consejo.
El consejo determinó su suerte, que terminara sus días como un mortal, entre los Igigi.
Se declaró a Horon triunfador, para heredar el trono de su padre; sobre una tablilla de metal se inscribió la decisión del consejo, en el Salón de Registros la pusieron.
En su morada, Marduk estaba complacido con la decisión; pero estaba apenado por lo que había sucedido:
Aunque Horon, un hijo de Asar, su hijo era, de Shamgaz el Igigi era descendiente, un dominio, uno como los asignados a los Anunnaki, no se le había dado a él.

Después de perder a sus dos hijos, Marduk y Sarpanit buscaban solaz uno en otro.
Con el tiempo, otro hijo les nacería; le llamaron Nabu, el Poseedor de la Profecía.
Viene ahora el relato de por qué se construyó en la lejanía un nuevo lugar de los carros, y del amor de Dumuzi e Inanna, que Marduk rompió con la muerte de Dumuzi. Fue después de la lucha entre Horon y Satu, y su batalla aérea sobre Tilmun, cuando Enlil convocó a sus tres hijos en consejo.

Con preocupación por lo que estaba sucediendo, les dijo: En el principio, los Terrestres se hicieron a nuestra imagen y semejanza, ¡ahora, los descendientes de los Anunnaki se han hecho a imagen y semejanza de los Terrestres! ¡Entonces, fue Ka-in el que mató a su hermano, ahora un hijo de Marduk es el asesino de su hermano!

¡Por vez primera, un descendiente de los Anunnaki ha levantado un ejército de Terrestres, ha puesto en sus manos armas de un metal, secreto de los Anunnaki! Desde los días en que Alalu y Anzu pusieron a prueba nuestra legitimidad, los Igigi no han dejado de provocar trastornos y de romper las reglas. Ahora, los picos baliza están situados en los dominios de Marduk, el Lugar de Aterrizaje está en manos de los Igigi, ahora, los Igigi están avanzando hacia el Lugar de los Carros, ¡dicen que, en nombre de Satu, van a establecerse en todas las instalaciones del Cielo-Tierra! Así dijo Enlil a sus tres hijos, les propuso tomar medidas contra ello: ¡Tenemos que establecer en secreto una instalación alternativa Cielo-Tierra! ¡Que se establezca en la tierra de Ninurta más allá de los océanos, en medio de Terrestres de confianza! Así se puso la misión secreta en manos de Ninurta; en las tierras montañosas más allá de los océanos, junto al gran lago, levantó un nuevo Enlace Cielo-Tierra, lo puso en el interior de un recinto; a los pies de las montañas donde se esparcían las pepitas de oro, eligió una planicie de suelo firme; sobre ella hizo marcas para el ascenso y el descenso.

¡Las instalaciones son primitivas, pero servirán para su propósito! A su debido tiempo, Ninurta declaró a su padre Enlil: ¡Desde allí pueden continuar los envíos de oro a Nibiru, desde allí, en caso de necesidad, también podemos ascender! En aquel tiempo, lo que comenzó como una bendición, terminó como un hecho horrible.

En aquel tiempo, Dumuzi, el hijo más joven de Enki, se encaprichó de Inanna, la hija de Nannar; Inanna, nieta de Enlil, quedó cautivada por el señor del pastoreo.
Un amor que no conoce límites los devoró, la pasión inflamó sus corazones. Muchas de las canciones de amor que, a partir de entonces, se cantaron durante mucho tiempo Inanna y Dumuzi fueron los primeros en cantarlas, narraron su amor a través de las canciones. A Dumuzi, su hijo más joven, Enki le asignó un gran dominio por encima del Abzu; Meluhha, la Tierra Negra, se llamaba, allí crecían árboles de tierras altas, sus aguas eran abundantes. Grandes toros vagaban entre las cañas de su río, muy numeroso era su ganado, llegaba plata de sus montañas, su cobre brillaba como el oro. Dumuzi era muy amado; tras la muerte de Asar, era el favorito de Enki. Pero Marduk estaba celoso de su hermano más joven. Inanna era muy amada por sus padres, Nannar y Ningal, Enlil se sentaba junto a su cuna. Era hermosa, más allá de toda descripción, competía en artes marciales con los héroes Anunnaki.

De viajes en los cielos y de barcos celestiales había aprendido con su hermano Utu; los Anunnaki le regalaron una nave celeste, para que deambulara por los cielos de la Tierra. Después del Diluvio, en la Plataforma de Aterrizaje, Dumuzi e Inanna pusieron los ojos uno en otro; la dedicación de los montes artificiales fue para ellos un cálido encuentro. Al principio, estaban indecisos, él del clan de Enki, ella del linaje de Enlil. Cuando Ninharsag trajo la paz entre los clanes en disputa, Inanna y Dumuzi se las ingeniaron para estar juntos lejos de los demás, se dedicaron a amarse.

Mientras paseaban juntos, se decían palabras dulces de amor uno a otro. Yacían uno al lado del otro, el corazón de uno conversaba con el corazón del otro; Dumuzi rodeó con su brazo la cintura de ella, deseaba tomarla como un toro salvaje, ¡Deja que te enseñe! ¡Deja que te enseñe!, decía Dumuzi a Inanna. Suavemente, ella lo besó, y luego le habló de su madre: ¿Qué mentira podría contarle a mi madre? ¿Qué le contarás tú a Ningal? ¡Hablémosle a mi madre de nuestro amor! ¡De contenta, rociará perfume de cedro sobre nosotros!

Los amantes fueron al lugar donde vivía Ningal, la madre de Inanna, Ningal les dio su bendición, la madre de Inanna aprobó a Dumuzi. ¡Señor Dumuzi, eres digno como yerno de Nannar!, le dijo. El mismo Nannar dio la bienvenida a Dumuzi como novio; Utu, el hermano de Inanna, dijo ¡Así sea! ¡Quizá sus desposorios traigan verdaderamente la paz entre los clanes!, les dijo Enlil a todos. Cuando Dumuzi le habló a su padre y a sus hermanos de su amor y de su compromiso, Enki también pensó en la paz a través de los desposorios, le dio su bendición a Dumuzi. De los hermanos de Dumuzi, todos excepto Marduk se alegraron con la noticia.

Gibil forjó un lecho de esponsales de oro, Nergal envió piedras lapis azuladas. Dulces dátiles, la fruta favorita de Inanna, pusieron en un montón junto al lecho, bajo la fruta escondieron las cuentas de lapis para que Inanna las descubriera.
Como era costumbre, se envió a una hermana de Dumuzi para que perfumara y vistiera a Inanna, Geshtinanna, la-que-ha-de-ser-cuñada, era su nombre. A ella le reveló Inanna lo que había en su corazón, de su futuro con Dumuzi le dijo: ¡Tengo la visión de una gran nación, Dumuzi se elevará como un Gran Anunnaki.

Su nombre será exaltado sobre los demás, yo seré su esposa-reina. Compartiremos un estatus principesco, juntos someteremos a los países rebeldes, yo le daré estatus a Dumuzi, dirigiré el país rectamente! Geshtinanna dio cuenta a su hermano Marduk de las visiones de gobierno y gloria de Inanna.

Marduk se inquietó enormemente con las ambiciones de Inanna; a Geshtinanna le contó un plan secreto.
Geshtinanna fue hasta su hermano Dumuzi, a la morada del pastor. Encantadora a la vista y perfumada, le dijo así a su hermano Dumuzi: ¡Antes de que tu joven esposa duerma entre tus brazos, debes tener un heredero legítimo, nacido de una hermana! ¡El hijo de Inanna no tendrá derecho a la sucesión, no crecerá sobre las rodillas de tu madre!

Ella puso la mano de él en su mano, apretó su cuerpo contra el suyo. ¡Hermano mío, yo yaceré contigo! ¡Novio, contigo tendremos un par de Enki! Así le susurró Geshtinanna a Dumuzi, para que surgiera algo noble de su vientre. En su vientre derramó Dumuzi el semen, y luego se quedó dormido con las caricias de ella. Durante la noche, Dumuzi tuvo un sueño, visualizó una premonición de muerte:
En el sueño, vio a siete bandidos malvados que entraban en su morada. ¡El Señor nos ha enviado a por ti, hijo de Duttur!, le decían. Ahuyentaban a sus ovejas, se llevaban a sus corderos y sus cabritos, le quitaban su tocado de señorío, le arrancaban de su cuerpo la túnica real, le quitaban y le rompían el báculo de pastoreo, arrojaban al suelo su copa. Desnudo y descalzo se lo llevaban preso, le ponían grilletes en las manos, lo dejaban moribundo en nombre del Halcón y el Pájaro Principesco.
Inquieto y asustado se despertó Dumuzi en mitad de la noche, le contó su sueño a Geshtinanna.

¡El sueño no es favorable!, le dijo Geshtinanna al turbado Dumuzi.
¡Marduk te acusará de haberme violado, enviará a emisarios malvados para que te arresten.
Ordenará que se te juzgue y se te deshonre, para desunir la relación con una enlilita!
Dumuzi gritó como una bestia herida: ¡Traición! ¡Traición!, gritó.
A Utu, el hermano de Inanna, ¡Ayúdame!, envió palabra; pronunció el nombre de su padre Enki como un talismán.

Dumuzi escapó a través del desierto de Emush, el Desierto de las Serpientes, corrió para ocultarse de los malhechores hasta el lugar de las poderosas cataratas. Donde las abundantes aguas hacen lisa y resbaladiza las rocas, Dumuzi resbaló y cayó; la avalancha de agua destrozó entre la blanca espuma su cuerpo sin vida.
Viene ahora el relato del descenso de Inanna hasta el Bajo Abzu, y la Gran Guerra Anunnaki, y cómo Marduk fue encerrado vivo en el Ekur.
Cuando Ninagal recuperó el cuerpo sin vida de Dumuzi de las aguas del gran lago, se llevó el cuerpo hasta la morada de Nergal y Ereshkigal en el Bajo Abzu. Sobre una losa de piedra se puso el cadáver de Dumuzi, un hijo de Enki. Cuando se envió a Enki palabra de lo que había sucedido, Enki se desgarró la ropa, se puso cenizas en la frente. ¡Hijo mío! ¡Hijo mío!, se lamentó por Dumuzi. ¿Qué pecado he cometido para ser así castigado?, preguntó en voz alta. Cuando vine de Nibiru a la Tierra, EA, Aquel Cuyo Hogar Es Aguas, era mi nombre, con agua obtenían su fuerza de propulsión los Carros Celestiales, en las aguas me zambullí; después, una avalancha de agua barrió la Tierra, en las aguas se ahogó mi nieto Asar, ¡por las aguas está muerto ahora mi amado Dumuzi!

Todo lo que he hecho, lo hice con propósitos justos. ¿Por qué soy castigado? ¿Por qué se ha vuelto contra mí el Hado? Así lloraba y se lamentaba Enki.

Cuando a través de Geshtinanna se descubrió la veracidad de lo sucedido, la angustia de Enki se hizo aún mayor: ¡Ahora, Marduk, mi primogénito, también sufrirá por su propia acción!
Inanna se preocupó y, luego, lloró por la desaparición y la muerte de Dumuzi; después, fue velozmente hasta el Bajo Abzu, para enterrar el cuerpo de Dumuzi. Cuando Ereshkigal, su hermana, supo de la llegada de Inanna a las puertas del recinto, Ereshkigal sospechó de un retorcido plan por parte de Inanna. En cada una de las siete puertas, a Inanna se le quitó uno de los pertrechos y de las armas que llevaba, después, desnuda e indefensa ante el trono de Ereshkigal, ¡fue acusada de intrigar para tener un heredero de Nergal, hermano de Dumuzi! Temblando de fiíria, Ereshkigal no quiso escuchar las explicaciones de su hermana. ¡Suelta contra ella las sesenta enfermedades!, le ordenó furiosa a su visir, Namtar.

Con la desaparición de Inanna en el Bajo Abzu se preocuparon enormemente sus padres, Nannar fue con el asunto a Enlil, Enlil le mandó un mensaje a Enki. Enki supo lo que había sucedido por Nergal, su hijo, esposo de Ereshkigal, con arcilla del Abzu, Enki forjó dos emisarios, seres sin sangre, inmunes a los rayos de la muerte, los envió al Bajo Abzu para traer de vuelta a Inanna, viva o muerta. Cuando llegaron ante Ereshkigal, Ereshkigal quedó confundida con su aspecto:
¿Sois Anunnaki? ¿Sois Terrestres?, les preguntó desconcertada. Namtar dirigió contra ellos las armas mágicas de poder, pero salieron indemnes los dos.

Tomaron el cuerpo sin vida de Inanna, estaba colgando de una estaca. Los emisarios de arcilla dirigieron sobre el cadáver un Pulsador y un Emisor, después rociaron sobre ella el Agua de Vida, pusieron en su boca la Planta de la Vida. Después, Inanna se movió, abrió los ojos; Inanna se levantó de entre los muertos. Cuando los dos emisarios estaban preparados para llevar a Inanna al Mundo Superior, Inanna les ordenó que tomaran también el cuerpo sin vida de Dumuzi. ni* En las siete puertas del Bajo Abzu se le devolvieron a Inanna sus pertrechos y atributos.
A la morada de Dumuzi, en la Tierra Negra, ordenó a los emisarios que llevaran al amante de su juventud, para lavarlo con agua pura, para ungirlo con dulce aceite, para envolverlo después en un sudario rojo, y ponerlo sobre una losa de lapis; luego, labró para él un lugar de descanso en las rocas, para esperar allí el Día del Surgimiento.

En cuanto a ella misma, Inanna se dirigió hacia la morada de Enki, quería la retribución por la muerte de su amado, exigía la muerte de Marduk, el culpable. ¡Ya ha habido suficiente muerte!, le dijo Enki. ¡Marduk fue el instigador, pero no cometió asesinato! Cuando Inanna supo que Enki no iba a castigar a Marduk, Inanna fue a sus padres y a su hermano. Elevó sus lamentos al alto cielo: ¡Justicia! ¡Venganza! ¡Muerte a Marduk!, pidió. En la morada de Enlil se reunieron sus hijos, Inanna y Utu, se reunieron para un consejo de guerra. Ninurta, el que había derrotado al rebelde Anzu, argumentó a favor de fuertes medidas; Utu les informó de palabras secretas intercambiadas entre Marduk y los Igigi-¡De Marduk, una serpiente maligna, debe liberarse la Tierra!, Enlil coincidió con ellos.
Cuando se envió la demanda de la rendición de Marduk a Enki, su padre, Enki convocó en su morada a Marduk y al resto de sus hijos. ¡Aunque aún lloro a mi amado Dumuzi, debo defender los derechos de Marduk! Aunque Marduk instigó el mal, por un mal hado, no por mano de Marduk, murió Dumuzi; Marduk es mi primogénito, Ninki es su madre, está destinado para la sucesión, ¡Debemos protegerle todos de la muerte a manos de la banda de Ninurta!
Así dijo Enki.

Sólo Gibil y Ninagal tuvieron en cuenta la llamada de su padre; Nin-gishzidda se opuso, Nergal vacilaba: ¡Sólo ayudaré si se encuentra en un peligro mortal!, dijo.
Fue después de eso que una guerra, de desconocida ferocidad, estalló entre los dos clanes.
Fue diferente de la contienda entre Horon y Satu, descendientes de Terrestres: una batalla entre Anunnaki, nacidos en Nibiru entre ellos, se desató en otro planeta.
La guerra comenzó por medio de Inanna, que cruzó con su nave celeste los dominios de los hijos de Enki; Inanna desafió a combatir a Marduk, le persiguió hasta los dominios de Ninagal y de Gibil.
Para ayudarla, Ninurta disparó los rayos fulminantes de su Pájaro de la Tormenta contra las fortalezas del enemigo, Ishkur atacó desde los cielos con relámpagos abrasadores y truenos demoledores.

En el Abzu, barrió los peces de los ríos, dispersó el ganado por los campos. Marduk se retiró hacia el norte, al lugar de los montes artificiales; persiguiéndole, Ninurta roció con proyectiles venenosos las moradas.
Con su Arma Que Despedaza les robó los sentidos a las gentes de aquellas tierras, los canales que llevaban las aguas del río se volvieron rojos de sangre; los resplandores de Ishkur convertían la oscuridad de las noches en días llameantes.
Mientras las devastadoras batallas avanzaban hacia el norte, Marduk se aposentó en el mismo Ekur, Gibil diseñó un escudo invisible para éste, Nergal elevó hasta el cielo su ojo que todo lo ve.
Inanna atacó el lugar oculto con un Arma de Brillantez, dirigida con un cuerno; Horon llegó para defender a su abuelo; la Brillantez le dañó el ojo derecho. Mientras Utu mantenía a distancia más allá de Tilmun a los Igigi y a sus hordas de Terrestres, los Anunnaki, los que apoyaban a uno y a otro clan, entablaban batalla a los pies de los montes artificiales.
¡Que se rinda Marduk, que termine el derramamiento de sangre! Estas palabras le transmitió Enlil a Enki. ¡Que hablen hermano con hermano!, le envió un mensaje Ninharsag a Enki.

En su guarida, dentro del Ekur, Marduk seguía desafiando a sus perseguidores, de la Casa Que Como una Montaña Es hizo su último baluarte. Inanna no podía superar la inmensa estructura de piedra, sus costados lisos desviaban las armas de ella. Después, Ninurta se enteró de que había una entrada secreta, ¡encontró una piedra giratoria en el lado norte!
Ninurta atravesó un oscuro corredor, llegó a la gran galería, su bóveda relucía como un arcoiris con las multicolores emisiones de los cristales. En el interior, alertado por la intrusión, Marduk esperaba a Ninurta con las armas dispuestas; respondiendo con armas, destrozando los maravillosos cristales, Ninurta siguió subiendo por la galería. Marduk se retiró hasta la cámara superior, hasta el lugar de la Gran Piedra Pulsante, En su entrada, Marduk bajó los cierres de piedras descendentes, que impedían cualquier entrada.
Inanna e Ishkur siguieron a Ninurta al interior del Ekur; se pusieron a pensar qué podían hacer. ¡Que la hermética cámara oculta sea el ataúd de piedra de Marduk!, les dijo Ishkur.

Ishkur prestó atención a los tres bloques de piedra, dispuestos para deslizarse hacia abajo.
¡Que muera lentamente, siendo enterrado vivo, sea la sentencia de Marduk!, Inanna dio su consentimiento.
Al final de la galería soltaron los tres los bloques de piedra, cada uno de ellos hizo descender una piedra para taponar, para encerrar a Marduk como en una tumba.
Viene ahora el relato de cómo Marduk fue salvado y partió hacia el exilio, y de cómo se desmanteló el Ekur y se redispuso el señorío sobre las tierras. Lejos del Sol y de la luz, sin comida ni agua, Marduk fue enterrado vivo dentro del Ekur; Sarpanit, su esposa, elevó un lamento por su prisión y castigo sin juicio. Acudió a Enki, su suegro, llegó a él con su joven hijo Nabu. ¡Marduk debe ser devuelto para estar entre los vivos!, le dijo Sarpanit a Enki.

Él la envió a Utu y a Nannar, que podían interceder ante Inanna. Poniéndose un vestido de expiación, rogó ¡Dadle la vida al señor Marduk! ¡Dejadle que siga viviendo humildemente, dejará a un lado el gobierno! Inanna no se aplacó. ¡Por la muerte de mi amado, el Instigador debe morir!, replicó Inanna.
Ninharsag, la pacificadora, convocó a los hermanos Enki y Enlil, ¡Marduk debe ser castigado, pero no merece la muerte!, les dijo. ¡Viva Marduk en el exilio, que entregue a Ninurta la sucesión en la Tierra!
Enlil se sintió complacido con sus palabras y sonrió: ¡Ninurta era su hijo, de Ninurta ella era la madre!
Si entre sucesión y vida tengo que elegir, ¿qué puedo yo, un padre, decir?

Así respondió Enki, con el corazón dolido. En mis tierras se ha extendido la desolación, la guerra debe terminar, por Dumuzi todavía estoy de luto; ¡que Marduk viva en el exilio!
¡Si la paz debe volver y Marduk vivir, tenemos que llegar a acuerdos vinculantes!, le dijo Enlil a Enki.
Todas las instalaciones que enlazan cielo y Tierra se deben confiar sólo a mis manos, el señorío sobre la Tierra de los Dos Estrechos debes dárselo a otro de tus hijos.
Los Igigi que siguen a Marduk deben renunciar al Lugar de Aterrizaje y abandonarlo, ¡en la Tierra Sin Retorno, no habitada por ningún descendiente de Ziu-sudra, debe exiliarse Marduk! Así se declaró Enlil, enérgicamente, pretendiendo ser el principal entre los hermanos.

Enki reconoció en su corazón la mano del hado: ¡Así sea!, dijo inclinando la cabeza. Sólo Ningishzidda conoce las entrañas del Ekur; ¡que sea él el señor de sus tierras! Después de que se anunciaran las decisiones de los Grandes Anunnaki, se llamó a Ningishzidda para el rescate.
Su reto era cómo sacar a Marduk de las entrañas selladas por los bloques; para liberar al que vivo está enterrado, le dieron una tarea inconcebible. Ningishzidda contempló los planos secretos del Ekur, planeó cómo evitar los bloqueos: ¡Marduk será rescatado a través de una abertura superior cincelada!, les dijo a los líderes.

En el lugar que yo les muestre, tallarán una entrada en las piedras, desde allí, un sinuoso pasadizo les llevará hacia arriba, creando un conducto de rescate.
Atravesando vanos ocultos proseguirán hasta el centro del Ekur, en el vórtice de los vanos, a través de las piedras se abrirán paso. Abrirán una entrada hasta el interior, evitando así los bloqueos; continuarán por encima de la gran galería, levantarán los tres bloques de piedra, ¡y llegarán a la cámara superior, la prisión mortal de Marduk! Más tarde, los Anunnaki, dirigidos por Ningishzidda, siguieron el plan esbozado, con herramientas que resquebrajan las piedras hicieron la abertura, crearon el conducto de rescate, llegaron al interior del monte artificial, abrieron una salida. Evitando los tres bloques de piedra, llegaron a la cámara superior, sobre una pequeña plataforma levantaron los rastrillos; rescataron a Marduk desmayado. Con cuidado bajaron al señor por el sinuoso conducto, le llevaron hasta el aire fresco; en el exterior, Sarpanit y Nabu esperaban al esposo y padre; fue una gozosa reunión.
Cuando a Marduk su padre Enki le transmitió los términos de la liberación, Marduk se enfureció: ¡Hubiera preferido morir que renunciar a mi derecho de nacimiento!, gritó. Sarpanit confió en sus brazos a Nabu. ¡Nosotros somos parte de tu futuro!, le dijo ella suavemente. Marduk se enfureció, Marduk se humilló. ¡Me rindo ante el Hado!, dijo inaudiblemente.

Con Sarpanit y con Nabu partió hacia una Tierra Sin Retorno, con mujer e hijo, fue a una tierra donde se cazan bestias con cuernos. Tras la partida de Marduk, Ninurta volvió a entrar en el Ekur a través del conducto, a través de un corredor horizontal fue hasta la vulva del Ekur. En su pared oriental, en una hornacina artísticamente labrada, la Piedra del Destino emitía una radiación roja. ¡Su poder me atrapa para matarme, con una atracción mortal me subyuga!, gritó Ninurta dentro de la cámara.

¡Lleváosla! ¡Destruidla por completo!, gritó Ninurta a sus tenientes. Desandando sus pasos, Ninurta fue a través de la gran galería hasta la cámara más elevada, en un arca ahuecada pulsaba el corazón del Ekur, la fuerza de su red se potenciaba con cinco compartimentos. Ninurta golpeó el arca de piedra con su vara; aquélla respondió con una resonancia. Ninurta ordenó que se sacara la Piedra Gug, que determina las direcciones; se llevó hasta un lugar de su elección.

Bajando por la gran galería, Ninurta examinó los veintisiete pares de cristales de Nibiru. Muchos de ellos habían sido dañados en su combate con Marduk; algunos habían sobrevivido intactos a la contienda. Ninurta ordenó que se sacaran los que estaban enteros de sus ranuras, los otros los pulverizó con su rayo. Fuera de la Casa Que Como una Montaña Es, Ninurta se remontó en el cielo con su Pájaro Negro, prestó atención a la Piedra Ápice; representaba la personificación de su enemigo.

Con sus armas la soltó, hasta el suelo se derrumbó hecha pedazos.
¡Con esto, termina para siempre el temor a Marduk!, declaró Ninurta victorioso. En el campo de batalla, los Anunnaki reunidos anunciaron sus alabanzas a Ninurta:
¡Como Anu estás hecho!, le gritaron a su héroe y líder. Para sustituir a la incapacitada baliza se eligió un monte cercano al Lugar de los Carros Celestiales, en sus entrañas se redispusieron los cristales rescatados. En su cima se instaló la Piedra Gug, la Piedra de Dirección; al monte se le llamó Monte Mashu, Monte de la Barca Celestial Suprema. Por entonces, Enlil convocó a sus tres hijos; Ninlil y Ninharsag también asistieron. Se reunieron para confirmar los mandatos sobre las tierras de antaño, para asignar señoríos sobre las nuevas tierras. A Ninurta, que había vencido a Anzu y a Marduk, se le concedieron los poderes de la Enlildad, para sustituir a su padre en todas las tierras. A Ishkur se le concedió el señorío del Lugar de Aterrizaje, en las Montañas de los Cedros, uniendo así el Lugar de Aterrizaje a sus dominios del norte. Las tierras al sur y al este de allí, donde se habían extendido los Igigi y sus descendientes, se le dieron a Nannar como dote imperecedera, para que las custodiaran y conservaran sus descendientes y seguidores. La península donde estaba el Lugar de los Carros se incluyó en las tierras de Nannar, a Utu se le confirmó como comandante del Lugar y del Ombligo de la Tierra. En la Tierra de los Dos Estrechos, como se acordó, Enki asignó el señorío a Ningishzidda. Ninguno de los otros hijos de Enki puso objeciones a esto; ¡pero Inanna se opuso a ello!

Inanna reivindicó la herencia de Dumuzi, su novio fallecido, a Enki y a Enlil les exigió un dominio para ella sola. Los líderes contemplaron cómo satisfacer las demandas de Inanna, pidieron consejo sobre las tierras y los pueblos a los Grandes Anunnaki que decretan los hados, intercambiaron palabras con Anu respecto a la Tierra y a sus reasentamientos.

Habían pasado casi dos Shars desde los tiempos del Diluvio, la Gran Calamidad, los Terrestres habían proliferado, desde las tierras montañosas volvían a las tierras bajas.
Eran descendientes de la Humanidad Civilizada a través de Ziusudra, estaban entremezclados con la simiente de los Anunnaki.

Los descendientes de los Igigi que se habían mezclado con humanas también estaban por ahí, en las tierras distantes sobrevivían los parientes de Ka-in.
Pocos y nobles eran los Anunnaki que habían llegado de Nibiru, pocos eran sus descendientes perfectos.
Los Grandes Anunnaki consideraron cómo establecer asentamientos para ellos mismos y para los Terrestres, cómo mantener su nobleza sobre la Humanidad, como hacer que los muchos obedecieran y sirvieran a los pocos.

Los líderes intercambiaron palabras con Anu acerca de todo esto, acerca del futuro.
Anu decidió ir a la Tierra una vez más; con Antu, su esposa, deseaba venir.


El suelo se seca, las llanuras y los valles de los ríos se repueblan
Oro en abundancia llega desde las Tierras Más Allá de los Mares
Anu y su esposa Antu llegan en una visita memorable
Rememorando, los líderes se dan cuenta de que son marionetas del Destino Los líderes asignan tres regiones de civilización para la Humanidad
Indultado por Anu al partir, Marduk mantiene su rebeldía La Primera Región y las instalaciones espaciales son tierras Enlilitas La primera civilización del Hombre comienza en la Primera Región (Sumer)
Marduk usurpa un lugar para construir una torre de lanzamiento ilícita Frustrado por los Enlilitas, Marduk se apodera de la Segunda Región
Depone y exilia a Ningishzidda (Thot) a tierras lejanas
Se declara a sí mismo Ra, dios supremo, en una nueva religión
Da inicio a los reinados faraónicos para marcar una nueva civilización
Enlil designa a su hijo Ishkur para que proteja las fuentes de metal
A Inanna se le conceden los dominios de la Tercera Región (el Valle del Indo)
Los dioses conceden la realeza, comienzan las guerras


LA DUODÉCIMA TABLILLA

Anu decidió ir a la Tierra una vez más; con Antu, su esposa, deseaba venir. Mientras esperaban su llegada, los Anunnaki comenzaron a reestablecer sus moradas en el Edin.
Desde las tierras montañosas, donde moraban los descendientes de Sem, las gentes de cabeza negra emigraron a las tierras de antaño.
Sobre el terreno recién desecado, los Anunnaki les dejaron asentarse, para que proveyeran de alimentos para todos.

Donde antes del Diluvio se había levantado Eridú, la primera ciudad de Enki, sobre montones de lodo y cieno se diseñó una nueva Eridú.
En su centro, sobre una plataforma elevada, se construyó una morada para Enki y Ninki, se la llamó Casa del Señor Cuyo Retorno Es Triunfante; se adornó con oro, plata y metales preciosos que proporcionaron los hijos de Enki.

Arriba, en un círculo que señalaba hacia el cielo, se plasmaron las doce constelaciones por sus signos.
Abajo, al igual que en el Abzu, fluían las aguas llenas de peces.
En un santuario, un lugar donde no podían entrar los que no eran invitados, Enki guardaba las fórmulas ME.
Para Enlil y Ninlil se fundó una nueva Nibru-ki sobre el lodo y el cieno; en mitad de las moradas del pueblo, de los rediles y los establos, se amuralló un recinto sagrado.
En su interior se construyó una morada para Enlil y Ninlil, en siete niveles se elevaba; una escalinata, que parecía ascender al cielo, llevaba hasta la plataforma más elevada.

Allí guardaba Enlü sus Tablillas de los Destinos, con sus armas se protegían: el Ojo Elevado que explora las tierras, el Rayo Elevado que todo lo penetra. En el patio, en su propio recinto, se guardaba el veloz Pájaro-celeste de Enlil.

Mientras se aproximaba la llegada de Anu y Antu, se seleccionó un nuevo lugar para su estancia en el Edin, que no fuera ni de Enlil ni de Enki.
Unug-ki, el Lugar Encantador, se le llamó. Se plantaron árboles de sombra, y en mitad se construyó una estructura de un blanco puro, la Casa de Anu. Su exterior se elevaba en siete niveles; su interior era como la residencia de un rey. Cuando llegó a la Tierra el carro celestial de Anu, las naves celestes de los
Anunnaki se elevaron hacia él; se le dirigió para que aterrizara a salvo en el Lugar de los Carros, en Tilmun.

Utu, el comandante del Lugar, dio la bienvenida a la Tierra a sus bisabuelos. Los tres hijos de Anu, Enlil, Enki y Ninharsag estaban allí para recibirles. Se abrazaron y se besaron, rieron y lloraron. ¡Qué larga, qué larga ha sido la separación! Se decían unos a otros. Se miraban unos a otros, examinando el paso del tiempo: ¡Aunque mayores en Shars eran los padres, parecían más jóvenes que los hijos! A los dos hijos se les veía viejos y con barba; Ninharsag, en otro tiempo bella, estaba encorvada y arrugada.

Los cinco estaban cubiertos de lágrimas; se mezclaban las lágrimas de alegría con las lágrimas de pesar.
En naves celestes fueron llevados al Edin los invitados y sus anfitriones, las naves celestes aterrizaron en un lugar preparado junto a Unug-ki. Todos los Anunnaki que habían quedado en la Tierra estaban de pie como guardia de honor. ¡Salve y bienvenidos! ¡Salve y bienvenidos!, gritaban al unísono para Anu y Antu.
Después, los Anunnaki acompañaron a los invitados en procesión, cantando y tocando música, hasta la Casa de Anu.

En la Casa de Anu, Anu se lavó y descansó, más tarde se perfumó y se vistió; Antu fue escoltada por las mujeres Anunnaki hasta la Casa del Lecho Dorado; en un patio abierto, mientras la brisa de la tarde hacía crujir las hojas de los árboles, Anu y Antu se sentaron sobre tronos. Flanqueándoles estaban Enlil, Enki y Ninharsag.
Los asistentes, Terrestres que iban completamente desnudos, sirvieron vino y buen aceite; otros, en un rincón del patio, estaban asando al fuego un toro y un carnero, regalos de Enlil y Enki.
Se preparó un gran banquete para Anu y Antu, se esperaba la señal en los cielos para comenzar.

Siguiendo las instrucciones de Enlil, Zumul, que estaba instruido en materia de estrellas y planetas, ascendió los niveles de la Casa de Anu para anunciar la aparición de los planetas en la noche.
En el primer nivel apareció Kishar en los cielos orientales, Lahamu se vio en el segundo nivel, Mummu se anunció en el tercer nivel, Anshar surgió en el cuarto nivel, Lahmu se vio en el quinto nivel, la Luna se anunció desde el sexto nivel.

Después, a una señal de Zumul, se empezó a cantar el himno El Planeta de Anu se Eleva en los Cielos, pues, desde el nivel más alto, el séptimo, se divisó al rojizo Nibiru.
Los Anunnaki daban palmas y bailaban con la música, danzaban y cantaban con la música; cantaban a aquél que aumenta en brillo, al planeta celestial del señor Anu. A una señal se encendió una hoguera, viéndose de lugar en lugar se encendieron más hogueras: ¡antes de que terminara la noche, toda la tierra del Edin estaba encendida con hogueras!
Tras la comida de carne de toro y carne de carnero, de pescado y de caza, acompañada de vino y cerveza, se les acompañó a Anu y a Antu a sus dependencias para que pasaran la noche; Anu y Antu dieron las gracias a todos los Anunnaki.

Durante varios días y noches de la Tierra, Anu y Antu durmieron; al sexto día, Anu llamó a sus dos hijos y a su hija. Escuchó sus relatos de lo acontecido en la Tierra, supo de la paz y de la guerra.
Anu supo de cómo los Terrestres, que tenían que haber sido aniquilados por el juramento de Enlil, habían proliferado de nuevo; Enlil le reveló el descubrimiento de oro en la tierra más allá de los océanos y el lugar del carro que había allí.
Fue entonces cuando Enki le contó a su padre lo del sueño y la tablilla de Galzu.

Anu quedó enormemente desconcertado con esto: ¡Nunca envié a la Tierra a un emisario secreto con ese nombre! Así dijo Anu a los tres líderes. Enki y Enlil estaban desconcertados, se miraron perplejos uno a otro. ¡Debido a Galzu se salvaron Ziusudra y la simiente de vida!, dijo Enki. ¡Debido a Galzu nos hemos quedado en la Tierra!, dijo Enlil a su padre. El día que volváis a Nibiru moriréis, nos dijo Galzu. Incrédulo de esto estaba Anu; ¡el cambio de ciclos, ciertamente, causaba estragos, pero se podía curar con elixires! ¿De quién era emisario Galzu, si no era tuyo?, dijeron al unísono Enki y Enlil.
¿Quién había querido salvar a los Terrestres, quién hizo que nos quedáramos en la Tierra?
Ninharsag movió la cabeza lentamente: ¡Galzu apareció por el Creador de Todo!

¡La creación de los Terrestres también estaba destinada, de eso debo maravillarme! Durante un rato, guardaron silencio los cuatro; cada uno rememoró en su corazón acontecimientos del pasado. ¡Mientras nosotros decretábamos hados, la mano del destino dirigía cada paso! Así dijo Anu. La voluntad del Creador de Todo es evidente: En la Tierra y para los Terrestres, sólo emisarios somos. ¡La Tierra pertenece a los Terrestres, se nos ha utilizado para preservarlos y para hacerles avanzar! ¡Si ésa es nuestra misión aquí, actuemos de acuerdo con ello! Así dijo Enki.

Los grandes Anunnaki que decretan los hados intercambiaron consejos en lo referente a las tierras: los Grandes Anunnaki decidieron crear regiones civilizadas, para proporcionar en ellas conocimientos a la Humanidad; fundar Ciudades de Hombre, crear en ellas recintos sagrados como morada para los Anunnaki; establecer la realeza en la Tierra, al igual que en Nibiru, dar corona y cetro a un hombre escogido; transmitir a través de él la palabra de los Anunnaki al pueblo, hacer cumplir el trabajo y la destreza; establecer en los recintos sagrados un sacerdocio, para servir y dar culto a los Anunnaki como señores nobles.

Enseñar los conocimientos secretos, transmitir la civilización a la Humanidad.
Los Anunnaki resolvieron crear cuatro regiones, tres para la Humanidad, una restringida: establecer la primera región en la antigua tierra del Edin, bajo el dominio de Enlil y sus hijos; para seguir después con la segunda región en la Tierra de los Dos Estrechos, para que la señorearan Enki y sus hijos; la tercera región se le concedió a Inanna en una tierra distante, para que no se mezclara con las otras dos; la cuarta región, consagrada sólo para los Anunnaki, sería la península del Lugar de los Carros.
Viene ahora el relato del viaje de Anu a las tierras de más allá de los océanos, y de cómo en la Primera Región se reestablecieron ciudades para los Anunnaki.

Habiendo tomado las decisiones acerca de las cuatro regiones y de las civilizaciones de la Humanidad, Anu preguntó por su nieto Marduk. ¡Debo verle de nuevo!, dijo Anu a los líderes.
¡Si yo mismo causé la cólera de Marduk al invitar a Dumuzi y a Ningi-shzidda a Nibiru! se preguntaba Anu; deseaba reconsiderar el castigo de Marduk.
¡Cuando hagas tu viaje a las tierras de más allá de los océanos, se le dirá
a Marduk que se encuentre contigo! ¡La tierra por donde vaga está en aquellas partes de la Tierra! Así dijo Enlil a Anu.

Antes de que la pareja real fuera a las tierras distantes, Anu y Antu inspeccionaron el Edin y sus tierras; visitaron Eridú y Nibru-ki, vieron dónde se habían planeado las ciudades de la primera región.
En Eridú, Enlil se quejó de Enki: ¡Enki guarda para sí las fórmulas ME! Anu, sentado en el asiento de honor, dijo palabras de alabanza a Enki: Mi hijo construyó una magnífica casa para sí, hermosamente sobre una plataforma está elevada.
Enki dará grandes conocimientos a las gentes que rodean y sirven a la Casa; ¡ahora, los conocimientos que se guardan en secreto en los MEs, deben ser compartidos con los demás Anunnaki!

Enki se sintió violento; le prometió a Anu compartir con todos las fórmulas divinas. En los días posteriores, Anu y Antu inspeccionaron las otras regiones en naves celestes. Después, en el decimoséptimo día, la pareja real volvió a Unug-ki para descansar una noche más. A la mañana siguiente, cuando los Anunnaki más jóvenes llegaron ante
Anu y Antu para ser bendecidos, Anu se encariñó de su bisnieta Inanna; la estrechó, la abrazó y la besó. ¡Ténganse en cuenta todas mis palabras!, anunció a los congregados: ¡Este lugar, después de que nos vayamos, désele a Inanna como dote, sea mi presente para Inanna la nave celeste en la cual hemos inspeccionado la Tierra! Con regocijo, Inanna se puso a bailar y a cantar, sus alabanzas a Anu se llegarían a cantar como himnos con el paso del tiempo. Después, despidiéndose de los Anunnaki, Anu y Antu partieron hacia las tierras de más allá de los océanos; Enlil y Enki, Ninurta e Ishkur, fueron con ellos a la tierra dorada. Para impresionar a Anu, el rey, con las grandes riquezas de oro, Ninurta construyó para Anu y Antu una morada; sus bloques de piedra, tallados a la perfección, estaban cubiertos por dentro de oro puro.
¡Un recinto dorado, con flores de cornalina tallada, esperaba a la pareja real!
A orillas de un gran lago de montaña se erigió la morada.

Se les mostró a los visitantes cómo se recogían las pepitas de oro; ¡Aquí hay oro suficiente para muchos Shars venideros!, dijo Anu satisfecho.
En un lugar cercano, Ninurta les mostró a Anu y a Antu un montículo artificial, Ninurta explicaba cómo se había hecho un lugar para fundir y refínar metales.
Les mostró cómo se extraía un nuevo metal de las piedras: Anak, Anunnaki-hecho, lo llamó, les mostró cómo, al combinarlo con el abundante cobre, había inventado un fuerte metal.
En el gran lago, desde cuyas costas llegan los metales, Anu y Antu navegaron; el Lago de Anak lo llamó Anu, a partir de entonces fue su nombre.

Después, desde las tierras del norte, tierras donde se cazaban grandes bestias con cuernos, vino Marduk ante su padre Enki y su abuelo Anu; Nabu, su hijo, estaba con él.
Cuando Enki preguntó por Sarpanit, Marduk les habló con pesar de su muerte.
¡Ahora, sólo Nabu queda conmigo!, dijo Marduk a su padre y a su abuelo.

Anu estrechó contra su pecho a Marduk: ¡Suficiente has sido castigado!, le dijo; poniendo la mano derecha en la cabeza de Marduk, Anu bendijo a Marduk para ser perdonado.
Desde el lugar dorado, arriba en las montañas, todos los que se habían reunido fueron hasta la llanura de abajo.
Allí, extendiéndose hasta el horizonte, Ninurta había preparado un nuevo lugar para los carros.
El carro celestial de Anu y Antu estaba allí preparado, cargado hasta los topes de oro.
Cuando llegó la hora de partir, Anu dijo a sus hijos palabras de despedida y de guía:
¡Sea lo que sea lo que el Destino pretende de la Tierra y de los Terrestres, dejad que así sea!

Si el Hombre, y no los Anunnaki, está destinado a heredar la Tierra, ayudemos al destino. Dadle el conocimiento a la Humanidad, enseñadles hasta cierta medida los secretos del cielo y de la Tierra, enseñadles leyes de justicia y rectitud, ¡luego partid e iros! Estas instrucciones dio, fraternalmente, Anu a sus hijos. Una vez más se estrecharon, se abrazaron y se besaron, y desde el nuevo lugar de los carros Anu y Antu partieron hacia Nibiru. El primero en romper el pesaroso silencio fue Marduk; sus palabras llevaban ira:
¿Qué es este nuevo Lugar de los Carros Celestiales?, exigió una explicación de los demás.
¿Qué ha ocurrido después de mi exilio sin mi conocimiento? Cuando Enki le habló a Marduk de las decisiones de las cuatro regiones, la furia de Marduk no conoció límites: ¿Por qué ha de tener Inanna, causante de la muerte de Dumuzi, su propia región? ¡Las decisiones han sido tomadas, no se pueden alterar! Así le dijo Enlil a Marduk.

Volvieron al Edin y a las tierras adyacentes en naves celestes separadas; Presintiendo problemas, Enlil dio instrucciones a Ishkur para que se quedara atrás, para vigilar el oro.
Para conmemorar la visita de Anu, se introdujo una nueva cuenta del paso del tiempo: por años de la Tierra, no por Shars de Nibiru, para contar lo que sucediera en la Tierra.

En la Era del Toro, dedicada a Enlil, comenzó la cuenta de años de la Tierra.
Cuando los líderes regresaron al Edin, el lugar de la primera región civilizada, los Anunnaki les enseñaron a los Terrestres cómo hacer ladrillos con el barro, para con ellos construir ciudades. Pero donde una vez sólo se habían levantado las ciudades de los Anunnaki, se levantaron ahora ciudades tanto para ellos como para los Terrestres, en las nuevas ciudades se consagraron recintos sagrados para los grandes Anunnaki, en ellas, se les proporcionó a los Anunnaki nobles moradas, a las que la Humanidad llamó Templos; en ellos, se servía y se daba culto a los Anunnaki como Señores Nobles, se les honraba con rango-números, la línea sucesoria a la Humanidad hicieron saber:
Anu, el celestial, tenía el rango de sesenta, a Enlil se le dio el rango de cincuenta, a Ninurta, su hijo principal, Enlil le concedió el mismo rango. El siguiente en la sucesión era el señor Enki, sostenía el rango de cuarenta; a Nannar, el hijo de Enlil y Ninlil, se le asignó el rango de treinta. A su hijo y sucesor, Utu, le tocó el rango de veinte; al resto de los hijos de los líderes Anunnaki se les concedió el rango-número de diez. Los rangos de los cincos se compartieron entre las mujeres Anunnaki y las esposas.

Después de que se terminaran Eridú y Nibru-ki y sus morada-templos, se construyó en Lagash el recinto del Girsu para Ninurta, allí se guardaba su Pájaro-celeste Negro. Eninnu, Casa de Cincuenta, se le puso por nombre a la morada-templo de Ninurta y Bau, su esposa; El Cazador Supremo y el Golpeador Supremo, armas que le regalara Anu, protegían el Eninnu. Donde había estado Sippar antes del Diluvio, encima del suelo-barro, Utu fundó una nueva Sippar. En el Ebabbar, la Casa Brillante, se levantó una morada para Utu y su esposa Aya; desde allí, Utu promulgó leyes de justicia para la Humanidad. Donde a causa del lodo-cieno no se pudieron seguir los planos de antaño, se eligieron nuevos emplazamientos. Adab, un emplazamiento no distante de Shurubak, se convirtió en el nuevo centro de Ninharsag. Allí, su morada-templo recibió el nombre de la Casa del Socorro y del Conocimiento Sanador; en su santuario guardó Ninharsag los MEs de cómo se había creado a los Terrestres.
A Nannar se le proporcionó una ciudad con rectas calles, canales y muelles; Urim era su nombre, a su morada-templo se le llamó Casa de la Simiente del Trono, reflejaba los rayos de la Luna sobre sus tierras.

Ishkur volvió a las tierras montañosas del norte, su morada se llamó la Casa de las Siete Tormentas; Inanna residió en Unug-ki, vivía en la morada que Anu le había regalado.
Marduk y Nabu vivieron en Eridú, en el Edin no tenían sus propias moradas.
Viene ahora el relato de la primera Ciudad de los Hombres y de la realeza en la Tierra, y de cómo Marduk tramó construir una torre y de donde Inanna robó los MEs.
En la Primera Región, en las tierras del Edin y en las ciudades con recintos, sus señores Anunnaki enseñaban trabajos y oficios a los Terrestres. No mucho después se irrigaron los campos, pronto las embarcaciones navegaron por canales y ríos; rediles y graneros estaban rebosantes, la prosperidad henchía la tierra. Ki-Engi, Tierra de los Nobles Vigilantes, se llamó a la Primera Región. Después, se decidió dejar que las gentes de cabeza negra tuvieran una ciudad para ellos mismos; Kishi, Ciudad Cetro, se llamó, en Kishi comenzó la realeza del Hombre. Allí, en terreno consagrado, Anu y Enlil implantaron el Objeto Brillante Celestial.

En él, Ninurta designó al primer rey, Hombre Poderoso fue su título real. Para hacerlo centro de la Humanidad Civilizada, Ninurta viajó a Eridú para obtener de Enki las tablillas ME que conservaban las fórmulas divinas para la realeza. Con el atuendo adecuado, Ninurta entró en Eridú con respeto, preguntó por los ME de la realeza:
Enki, el señor que salvaguarda todos los MEs, concedió a Ninurta cincuenta MEs. En Kishi, se les enseñó a las gentes de cabeza negra a calcular con números, La celestial Nisaba les enseñó a escribir, la celestial Ninkashi les mostró cómo hacer cerveza.
En Kishi, dirigidos por Ninurta, proliferó el trabajo del horno y la herrería carretas con ruedas, tirados por asnos machos, se crearon hábilmente en Kishi.

En Kishi se promulgaron leyes de justicia y de recta conducta.
Fue en Kishi donde el pueblo compuso himnos de alabanza a Ninurta:
de sus heroicas hazañas y victorias cantaban, de su terrorífico Pájaro Negro cantaban, de cómo había sometido a los bisontes en tierras lejanas, cómo había encontrado el metal blanco para mezclarlo con el cobre.
Fue un tiempo glorioso para Ninurta, con la Constelación del Arquero se le honró.
Mientras tanto, Inanna esperaba su señorío en la Tercera Región, Mientras tanto, exigía de los líderes sus dominios.

¡La Tercera Región vendrá después de la segunda!, le aseguraban los líderes.
Después de ver cómo Ninurta había ido a Eridú, cómo había obtenido el ME de la realeza, Inanna urdió un plan en su corazón, tramó la obtención del ME de Enki.
Envió a su doncella de cámara Ninshubur a Eridú, para anunciar una visita de Inanna.
Al oír esto, Enki dio rápidamente instrucciones a Isimud, su mayordomo: La doncella, completamente sola, dirige sus pasos hasta mi ciudad de Eridú, Cuando llegue, completamente sola, hazla entrar en mis cámaras interiores.
Ponle agua fría para que refresque su corazón, dale pasteles de cebada con mantequilla, ¡prepara vino dulce, llena vasijas de cerveza hasta el borde!
Cuando Inanna entró sola en la morada de Enki, Isimud siguió las órdenes de Enki; después, cuando Enki recibió a Inanna, se vio abrumado por la belleza de Inanna:
Inanna iba engalanada con joyas, a través de su fino vestido se revelaba su cuerpo; Cuando se inclinaba, Enki admiraba completamente su vulva.

Bebieron vino dulce de las copas de vino, compitieron en beber cerveza. ¡Enséñame los MEs!, le dijo Inanna a Enki jugueteando, ¡Deja que sostenga un ME en mi mano! Siete veces en el transcurso de la competición Enki le dejó sostener Mes a Inanna, las fórmulas divinas del señorío y la realeza, del sacerdocio y la escribanía, Enki le dejó sostener a Inanna los MEs del atuendo amoroso y de la guerra; de la música y el canto, del trabajo de la madera, los metales y las piedras preciosas, los noventa y cuatro MEs necesarios para los reinos civilizados le dio Enki a Inanna. Sujetando con fuerza sus premios, Inanna se escabulló del adormilado Enki; se apresuró en llegar a su Barco del Cielo, dio instrucciones de elevarse y alejarse a su piloto. Cuando Isimud despertó a Enki de su sueño, ¡Prende a Inanna!, le dijo a Isimud. Cuando Enki oyó de Isimud que Inanna ya había partido en su Barco del Cielo, dio instrucciones a Isimud para que persiguiera a Inanna en la nave celeste de Enki. ¡Tienes que recuperar todos los MEs!, le dijo.

Isimud interceptó el Barco del Cielo de Inanna en las cercanías de Unug-ki, la hizo volver a Eridú y enfrentarse a la ira de Enki.
Pero cuando Inanna fue llevada de vuelta a Eridú, los MEs no estaban con ella: se los había dado a su doncella de cámara, Ninshubur, a la Casa de Anu en Unug-ki se los había llevado Ninshubur. ¡En nombre de mi poder, en nombre de mi padre Anu, te ordeno que me devuelvas los MEs!

Así le habló Enki, enfurecido, a Inanna; en su morada la tuvo cautiva. Cuando oyó esto, Enlil fue a Eridú a enfrentarse con su hermano. ¡En justicia he obtenido los MEs, el mismo Enki los puso en mis manos! Así le dijo Inanna a Enlil; verdad que Enki admitió sumisamente. ¡Cuando llegue a su fin el tiempo de Kishi, la realeza pasará a Unug-ki, declaró Enlil.

Cuando Marduk oyó todo esto, se enfureció enormemente, su ira no conoció límites.
¡Suficiente ha sido mi humillación!, le gritó Marduk a su padre Enki.
Inmediatamente, exigió de Enlil una ciudad sagrada para sí mismo en el Edin.
Pero Enlil no tuvo en cuenta la petición de Marduk, y Marduk tomó en sus propias manos el hado.
Consideró un lugar que había sido seleccionado para la llegada de Anu, antes de que se decidieran por Unug-ki, llamó a Nabu, a los Igigi y a sus descendientes desde sus tierras dispersas, ¡para fundar una ciudad sagrada para Marduk, un lugar para naves celestes!

Cuando sus seguidores reunidos en el lugar no encontraron piedras con las que construir, Marduk les mostró cómo hacer ladrillos y cocerlos al fuego, para que sirvieran como piedras; con todo esto, empezaron a construir una torre cuya cima pudiera alcanzar los cielos.
Enlil se apresuró en ir al lugar para frustrar el plan, intentó aplacar a Marduk con palabras de calma; pero no consiguió detener a Marduk y a Nabu en su empresa.
Enlil reunió a sus hijos y nietos en Nibru-ki; consideraron todos qué podían hacer.
¡Marduk está construyendo un Pórtico al Cielo no permitido, se lo está confiando a los Terrestres!
Así dijo Enlil a sus hijos y nietos.

¡Si permitimos que esto ocurra, nada de cuanto se proponga la Humanidad dejará de alcanzarlo!
¡Hay que detener este malvado plan!, dijo Ninurta; todos coincidieron en ello.
Era de noche cuando, desde Nibru-ki, llegaron los Anunnaki enlilitas, desde sus naves celestes dejaron caer sobre la torre en construcción fuego y azufre; a la torre y a todo el campamento dieron fin por completo. Entonces, Enlil decidió dispersar al líder y a sus seguidores, Enlil decretó confundir sus consejos en lo sucesivo, destruir su unidad:
Hasta ahora, todos los Terrestres tenían un solo lenguaje, en una única lengua hablan.
¡En lo sucesivo confundiré su lenguaje, para que no se comprendan entre sí!

Todo esto sucedió en el año trescientos diez desde que comenzara la cuenta de los años de la Tierra: En cada región y en cada tierra hizo hablar a la gente en lenguas diferentes, después le dio a cada pueblo una forma diferente de escritura, para que no se pudieran comprender unos a otros.

Veintitrés reyes reinaron en Kishi, durante cuatrocientos ocho años fue la Ciudad del Cetro; también fue en Kishi que un amado rey, Etana, fue llevado a un viaje celestial.
¡Que en el tiempo asignado se transfiera la realeza a Unug-ki! Así lo decretó Enlil.
Hasta su suelo se transfirió el Objeto Brillante Celestial desde Kishi. Cuando se le anunció al pueblo la decisión, le cantaron a Inanna un himno de exaltación:
Dama de los MEs, Reina, brillante resplandeciente, justa, vestida radiante, amada del cielo y la Tierra; por el amor de Anu consagrada, portadora de grandes adoraciones, siete veces obtuvo los MEs, en su mano los sostiene. Destinados para la tiara de la realeza, adecuados para el sumo sacerdocio, ¡Dama de los grandes MEs, de ellos es la guardiana! En el año cuatrocientos nueve desde que comenzara la cuenta de los años de la Tierra, se transfirió a Unug-ki la realeza de la Pimera Región; ¡su primer rey fue el sumo sacerdote de la morada-templo del Eanna, hijo de Utu era!

En cuanto a Marduk, se fue a la Tierra de los Dos Estrechos, esperaba ser el señor de la Segunda Región, una vez se estableciera.
Viene ahora el relato de cómo se establecieron la Segunda y la Tercera Regiones, y de cómo Ningishzidda fue exiliado y Unug-ki amenazó a Aratta.
Cuando Marduk, tras una larga ausencia, volvió a la Tierra de los Dos Estrechos, encontró allí a Ningishzidda como su señor, su Noble Señor era Ningishzidda.
Ningishzidda supervisaba las tierras con la ayuda de los descendientes de los Anunnaki que se habían casado con Terrestres, lo que una vez Marduk había planeado e instruido, Ningishzidda lo había revocado.
¿Qué es lo que ha pasado?, exigió saber Marduk.

Marduk acusó a Ningishzidda de la destrucción de lo oculto, de hacer partir a Horon a un lugar desierto, un lugar que no tiene agua, ¡un lugar sin límites donde no disfrutaba de placeres sexuales!
Los dos hermanos montaron un alboroto, se embarcaron en una amarga disputa.
¡Presta atención, aquí estoy en mi propio lugar!, le dijo Marduk a Ningishzidda.
Tú me has quitado mi sitio; de ahora en adelante, sólo serás un ayudante mío.
¡Pero si te sientes inclinado hacia la rebelión, a otra tierra tendrás que largarte!
Durante trescientos cincuenta años de la Tierra, estuvieron peleando los hermanos en la Tierra de los Dos Estrechos, Durante trescientos cincuenta años, estuvo la tierra en el caos, hubo diferencias entre los hermanos; Entonces, Enki, el padre de ambos, le dijo a Ningishzidda: ¡Por el bien de la paz, parte a otras tierras!
Ningishzidda optó por ir a una tierra de más allá de los océanos, con un grupo de seguidores se fue allí.

Seiscientos cincuenta años de la Tierra era en ese momento la cuenta, pero en los nuevos dominios, donde a Ningishzidda se le llamó la Serpiente Alada, comenzó una nueva cuenta propia.
En la Tierra de los Dos Estrechos se estableció la Segunda Región bajo el señorío de Marduk; en los anales de la Primera Región se le llamó Magan, Tierra del Río de las Cascadas.
Pero, para la gente de la Segunda Región, cuando las lenguas se confundieron, se le llamó a partir de entonces Hem-Ta, la Tierra Marrón Oscura. En la nueva lengua se les llamó a los Anunnaki Neteru, los Vigilantes
Guardianes. Marduk fue adorado como Ra, el Brillante; a Enki se le veneró como Ptah, el Constructor.

A Ningishzidda se le renombró como Tehuti, el Medidor Divino; para borrar su memoria, Ra sustituyó su imagen en el León de Piedra por la de su hijo Asar. Ra hizo que el pueblo contara por dieces, no por sesenta; también dividió el año en dieces, sustituyó la observación de la Luna por la observación del Sol. Mientras bajo el señorío de Tehuti se reestablecieron las antiguas Ciudad del Norte y Ciudad del Sur, Marduk/Ra unió en una sola Ciudad de la Corona las dos tierras, la del Norte y la del Sur. Un rey, un descendiente de Neteru y Terrestre, designó allí; Mena fue su nombre. Donde las dos tierras se encuentran y el gran río divide, Ra fundó una Ciudad del Cetro. Le dio esplendor para sobrepasar a Kishi, en la Primera Región, se le llamó Mena-Nefer, la Belleza de Mena.

Para honrar a sus mayores, Ra construyó una ciudad sagrada, para honrar al rey de Nibiru la llamó Annu; allí, sobre una plataforma, erigió una morada-templo para su padre Enki-Ptah, su ápice, dentro de una alta torre, salía hacia el cielo como un cohete afilado. En su santuario, Ra depositó la parte superior de su Barcaza Celestial, se le llamó Ben-Ben; era aquélla en la cual había viajado desde el Planeta de los Innumerables Años. En el día de Año Nuevo, el rey realizaba las ceremonias como Sumo Sacerdote, únicamente en ese día, entraba solo en la profunda Sala de la Estrella, ante el Ben-Ben ponía las ofrendas. Para beneficiar a la Segunda Región, Ptah le dio a Ra todo tipo de MEs. ¿Qué sé yo que tú no sepas?, le preguntó el padre a su hijo. Le dio a Ra todo tipo de conocimientos, salvo el de revivir a los muertos. Como un Grande de los Doce Celestiales, Ptah le asignó a Ra la constelación del signo del Carnero.

Ptah reguló el flujo del agua del Hapi, el gran río del país, para Ra y su pueblo,
no tardó en llegar la abundancia a los fértiles suelos, hombres y ganados se multiplicaron.
Los líderes se animaron con el éxito de la Segunda Región; procedieron a establecer la Tercera Región.
Decretaron hacerla dominio de Inanna, tal como se le había prometido.

Como corresponde a la señora de una región, se le asignó una constelación celestial:
Previamente, junto con su hermano Utu, compartía la Estación de los Gemelos, a partir de entonces, como regalo de Ninharsag, su propia Constelación de la Doncella se le asignó a Inanna; en el año ochocientos sesenta, según la cuenta de los años de la Tierra, se honró así a Inanna.
Lejos, en las tierras orientales, más allá de las siete cadenas montañosas, estaba la Tercera Región; Zamush, Tierra de las Sesenta Piedras Preciosas, se le llamó a su reino de las tierras altas.
Aratta, el Reino Arbolado, estaba ubicado en el valle de un gran río sinuoso; en la gran llanura, la gente cultivaba cereales y pastoreaba el ganado.

También se construyeron dos ciudades con ladrillos de barro, las llenaron de graneros.
Como exigía el decreto de Enlil, el Señor Enki, Señor de la Sabiduría, diseñó una nueva lengua para la Tercera Región, un nuevo tipo de signos de escritura elaboró para ella, en su sabiduría, Enki creó para Aratta una lengua de hombre hasta entonces desconocida; pero Enki no dio los MEs de los reinos civilizados a la Tercera Región: ¡Que Inanna comparta con la nueva región lo que obtuvo para Unug-ki!, declaró Enki.

En Aratta, Inanna designó un pastor-jefe, era parecido a su amado Dumuzi.
Inanna viajaba en su nave celeste de Unug-ki a Aratta, volaba sobre montañas y valles.
Tenía en mucha estima las piedras preciosas de Zamush, llevaba con ella lapislázuli puro hasta Unug-ki.
En aquel tiempo, el rey en Unug-ki era Enmerkar, era el segundo en reinar allí; fue él el que expandió las fronteras de Unug-ki, por sus glorias se exaltó
a Inanna.

Fue él el que codiciaba la riqueza de Aratta, tramó conseguir la supremacía sobre Aratta. Enmerkar despachó hacia Aratta a un emisario para exigir las riquezas de Aratta como tributo. Sobre las siete cadenas montañosas, cruzando tierra resecas y, después, empapado por las lluvias, el emisario fue hasta Aratta, le repitió palabra por palabra al rey de Aratta las exigentes palabras de Enmerkar. El rey de Aratta era incapaz de entender su lengua; le sonaba igual que el rebuzno de un burro.

El rey de Aratta le dio al emisario un cetro de madera en el que había inscrito un mensaje.
El mensaje del rey pedía que Unug-ki compartiera con Aratta los MEs, como regalo real para Unug-ki se cargaron muchos burros con cereales, fueron con el emisario hasta Unug-ki. Cuando Enmerkar recibió el cetro inscrito, nadie comprendió su mensaje en Unug-ki.

Lo llevó de la luz a la sombra, lo llevó de la sombra a la luz; ¿Qué clase de madera es ésta?, preguntó. Después, ordenó que la plantaran en el jardín. Pasaron cinco años, pasaron diez años, del cetro creció un árbol, era un árbol de sombra.
¿Qué hago?, le preguntó el frustrado Enmerkar a su abuelo Utu. Utu intercedió con la celestial Nisaba, señora de los escribas y de la escritura.
Nisaba enseñó a Enmerkar a inscribir su mensaje en una tablilla de arcilla, era en la lengua de Aratta; El mensaje se entregó por mano de su hijo Banda: ¡Sumisión o guerra!, decía.

¡Inanna no abandonó Aratta, Aratta no se someterá a Unug-ki!, dijo el rey de Aratta.
¡Si Unug-ki desea la guerra, que se encuentren un guerrero y un guerrero! ¡Mejor aún, intercambiemos tesoros pacíficamente; que Unug-ki dé sus MEs a cambio de las riquezas de Aratta!
En el camino de vuelta, portando el mensaje de paz, Banda cayó enfermo; su espíritu le dejó.

Sus camaradas le levantaron el cuello, estaba sin aliento de vida; en el Monte Hurum, en el camino de Aratta, Banda fue abandonado a su muerte, Unug-ki no recibió las riquezas de Aratta, Aratta no obtuvo los MEs de Unug-ki; en la Tercera Región, la Humanidad Civilizada no floreció del todo.


Sinopsis de la Tablilla Decimotercera
Surgen ciudades reales con recintos sagrados para los dioses Los semidioses sirven como reyes y sacerdotes en palacios y templos Marduk promete a sus reales seguidores una vida eterna en el Más Allá
En Sumer, Inanna estimula la creencia en la Resurrección
Augurios celestiales y oráculos predictorios ganan partidarios
Marduk proclama la llegada de la Era del Carnero como su signo
Ningishzidda construye observatorios de piedra para mostrar lo contrario
Insurrecciones, guerras e invasiones desestabilizan las tierras enlilitas El emisario misterioso se le aparece a Enlil, le predice una calamidad Da instrucciones a Enlil para que seleccione a un Hombre Digno que lidere la supervivencia
Enlil elige a Ibruum, vastago de una familia real sacerdotal Los ejércitos puestos en pie por Nabu intentan hacerse con el control del espaciopuerto
Desautorizando a Enki, los dioses recurren a las Armas de Terror Ninurta y Nergal arrasan el espaciopuerto y las ciudades pecadoras La deriva de la nube nuclear lleva la muerte a todo en Sumer
El Dios de los Montes y el Hombre Elegido

 
LA DECIMOTERCERA TABLILLA

En la Tercera Región, la Humanidad Civilizada no floreció del todo; Inanna desatendió lo que se le había confiado; en su corazón, codiciaba otros dominios, no los que se le habían concedido. Cuando, en la cuenta de mil años, se le retiró la realeza a Unug-ki, ¿quién hubiera previsto la calamidad que iba a acontecer al final del siguiente milenio, quién hubiera prevenido el desastre?

¿Quién podía predecir que, en menos de un tercio de Shar, iba a caer una calamidad desconocida?
Inanna daría inicio al amargo fin; Marduk, como Ra, se enmarañaría con el Destino; ¡Ninurta y Nergal liberarían con sus propias manos el indecible final! ¿Por qué Inanna no se quedó satisfecha con los dominios que se le habían concedido? ¿Por qué siguió sin perdonar a Marduk?
Viajando entre Unug-ki y Aratta, Inanna no se sentía gratificada, estaba inquieta; todavía lloraba a su amado Dumuzi, su deseo de amor seguía sin apagarse.
Cuando volaba, veía la imagen trémula de Dumuzi llamándola en los rayos del Sol, por la noche, se le aparecía en visiones-sueños; ¡Volveré!, le decía.

Él le prometía las glorias de sus dominios en la Tierra de los Dos Estrechos.
En el recinto sagrado de Unug-ki, Inanna estableció una Casa para el Placer Nocturno.
A este Gigunu atraía con engaños y dulces palabras a los jóvenes héroes en la de sus bodas: les prometía larga vida y un dichoso futuro; ella imaginaba que su amante era Dumuzi.
A la mañana siguiente, a todos se les encontraba muertos en la cama de Inanna. ¡Fue entonces cuando el héroe Banda, al que se le había dado por muerto, regresó a Unug-ki vivo! Banda había regresado de entre los muertos por gracia de Utu, de cuya simiente era.

¡Milagro! ¡Milagro!, gritó Inanna excitada. ¡Mi amado Dumuzi vuelve a mí! En la morada de Inanna se bañó a Banda, con una faja se le sujetó un manto con flecos. ¡Dumuzi, amado mío!, le llamó. Lo atrajo hasta su lecho, engalanado con flores. A la mañana siguiente, cuando vio que Banda estaba vivo, Inanna gritó alborozada:
¡Se ha puesto en mis manos el poder de no morir, a través mío se ha concedido la inmortalidad!
Después, Inanna decidió llamarse a sí misma diosa, implicaba el Poder de la Inmortalidad. : Nannar y Ningal, los padres de Inanna, no estaban complacidos con su proclamación; Enlil y Ninurta quedaron desconcertados con las palabras de Inanna; Utu, su hermano, quedó pensativo; ¡No es posible revivir a los muertos!, se dijeron entre sí Enki y Ninharsag. En las tierras de Ki-Engi, el pueblo alababa la buena fortuna que tenían: ¡Los dioses están entre nosotros, ellos pueden abolir la muerte! Así se decían unos a otros entre el pueblo. Banda sucedió a su padre Enmerkar en el trono de Unug-ki; Lugal, Hombre Grande, fue su título.

La diosa Ninsun, de la simiente de Enlil, le tomó para que fuera su esposo, el héroe Gilgamesh, hijo de ambos, siguió a Lugal-Banda en el trono de Unug-ki. A medida que pasaban los años y Gilgamesh se hacía mayor, él le hablaba a su madre Ninsun de la vida y la muerte, se preguntaba sobre la muerte de sus antepasados, a pesar de ser descendientes de los Anunnaki. ¿Los dioses mueren?, le preguntó a su madre. ¿También yo, aún siendo en dos terceras partes divino, treparé el muro como un mortal?, le preguntaba a ella.

¡Mientras vivas en la Tierra, la muerte de un Terrestre te arrollará!, le decía Ninsun a su hijo.
¡Pero si se te lleva a Nibiru, lograrás allí una larga vida! Ninsun le pidió a Utu, el comandante, que se llevara a Gilgamesh a Nibiru, Incesantemente se lo pidió Ninsun a Utu, un día tras otro se lo rogó: ¡Que vaya Gilgamesh al Lugar de Aterrizaje!, accedió al fin Utu. Para guiarle y protegerle, Ninharsag elaboró un doble de Gilgamesh.
Enkidu, Como por Enki Creado, se le llamó, no era nacido de vientre, no tenía sangre en sus venas.
Gilgames viajó con su camarada Enkidu hasta el Lugar de Aterrizaje, Utu supervisó su progreso con oráculos; en la entrada del bosque de cedros, un monstruo que escupía fuego les bloqueó el camino.
Con trucos consiguieron confundir al monstruo, lo rompieron en pedazos. Cuando encontraron la entrada secreta a los túneles de los Anunnaki, les desafió el Toro del Cielo, una criatura de Enlil de resoplidos mortales.

El monstruo les persiguió hasta las puertas de Unug-ki; Enkidu lo derrotó ante las murallas de la ciudad.
Cuando Enlil oyó esto, lloró en su angustia; sus lamentos se escucharon en los cielos de Anu; pues en su corazón sabía Enlil: ¡Realmente malo era el augurio!
Enkidu fue castigado a perecer en las aguas por haber dado muerte al Toro del Cielo; Gilgamesh, por haber sido instruido por Ninsun y Utu, fue absuelto del crimen.
Buscando todavía la larga vida de Nibiru, Utu le permitió a Gilgamesh que entrara en el Lugar de los Carros.
Después de muchas aventuras alcanzó la Tierra de Tilmun, la Cuarta Región; entró en sus túneles subterráneos, ¡en un jardín de piedras preciosas se encontró con Ziusudra!
Ziusudra le relató a Gilgamesh los acontecimientos del Diluvio, le reveló el secreto de la larga vida:
¡En el manantial del jardín crecía una planta que impedía que envejecieran Ziusudra y su esposa!
Era única entre todas las plantas de la Tierra; un hombre en su pleno vigor la puede recoger, ¡el Hombre en su Ancianidad Es Joven de Nuevo! Ése es el nombre de la planta, le dijo Ziusudra a Gilgamesh. ¡Un regalo de Enki, con la bendición de Enlil, se nos concedió en el Monte de la Salvación!

Cuando Ziusudra y su esposa estaban durmiendo, Gilgamesh se ató piedras a los pies. Se sumergió en el manantial, tomó y arrancó la planta de Ser Joven de Nuevo.

Con la planta en su bolsa, atravesó precipitadamente los túneles, se encaminó hacia Unug-ki. Cuando estuvo cansado, se durmió; y una serpiente se vio atraída por la fragancia de la planta. La planta hizo que la serpiente se aprovechara de que Gilgamesh estaba dormido; con la planta se desvaneció. A la mañana siguiente, al descubrir su pérdida, Gilgamesh se sentó y se echó a llorar.

Volvió a Unug-ki con las manos vacías, allí murió como un mortal. Después de Gilgamesh reinaron siete reyes más en Urug-ki; luego, su realeza tocó a su fin; ¡Fue exactamente cuando se completó la cuenta de mil años de la Tierra! La realeza de la Primera Región se transfirió a Urim, la ciudad de Nannar y Ningal. Marduk tenía muy en cuenta todos los asuntos de lo que acontecía en las otras Regiones. Ra estaba inquieto con los sueños y las visiones de Inanna que aludían a los dominios de Dumuzi.
Estaba decidido a contrarrestar los planes de expansión de Inanna; encontró mucho que ponderar en cuestiones de resurrección e inmortalidad. Le resultaba enormemente atractivo el pensamiento de la divinidad, ¡de modo que se anunció a sí mismo como un gran dios! Ra se enfureció por lo que se le había permitido a Gilgamesh, en buena medida un Terrestre, pero estimó un camino más hábil con el cual conservar la lealtad de los reyes y del pueblo:
¡Si a los semidioses se les muestra el pórtico hacia la inmortalidad, que se le aplique a los reyes de mi región!
Así se dijo Marduk, conocido con el nombre de Ra en la Segunda Región: ¡Que los reyes de mi Región que sean descendientes de Neteru, viajen a Nibiru en la Otra Vida!

Esto decretó Ra en su reino. Les enseñó a los reyes a construir tumbas orientadas al este, les dictó un largo libro a los escribas-sacerdotes, en él se describía con detalle el viaje a la Otra Vida.
En el libro se contaba cómo llegar al Duat, el Lugar de los Barcos Celestiales, cómo, desde allí, por medio de una Escalera al Cielo, viajar hasta el Planeta Imperecedero, de la Planta de la Vida comer, beber hasta la saciedad de las Aguas de la Juventud.
Ra les habló a los sacerdotes de la llegada de los dioses a la Tierra, ¡El oro es el esplendor de la vida!, les dijo. ¡Es la carne de los dioses!, dijo Ra a los reyes.

Dio instrucciones a los reyes para hacer expediciones al Abzu y a los Dominios Inferiores para obtener oro.
Cuando los reyes de Ra conquistaron por la fuerza de las armas tierras que no eran suyas, invadió los reinos de sus hermanos, hizo nacer y crecer en ellos la ira:
¿Qué está tramando Marduk, se preguntaban los hermanos entre sí, que viene a pisotearnos?
Apelaron a su padre Enki; a Ptah, su padre, Ra no escuchó.
Ra ordenó a los reyes de Magan y Meluhha que capturaran todas las tierras adyacentes, el plan de su corazón era ser el señor de las Cuatro Regiones.

¡La Tierra es mía, para que la gobierne! Así, inflexiblemente, le habló a sü padre.
Viene ahora el relato de cómo Marduk declaró su propia supremacía y construyó Babili, y de cómo Inanna, al mando de reyes guerreros, hizo correr la sangre y permitió sacrilegios. Después de que se transfiriera la realeza desde Unug-ki a Urim, Nannar y Ningal sonrieron sobre el pueblo. Como correspondía a su Rango de Treinta, a Nannar se le adoraba como dios de la Luna; decretó doce festividades cada año, al igual que el número de meses de la Luna en un año, a cada uno de los doce grandes Anunnaki se le dedicó un mes y su festividad. Por toda la Primera Región, a los dioses Anunnaki, mayores y menores, se les construyeron santuarios y lugares de culto, el pueblo podía orar directamente a sus dioses. En la Primera Región, la civilización de Ki-Engi se difundió a las tierras vecinas, en las Ciudades del Hombre se designó a los gobernantes locales como Pastores Justos; artesanos y granjeros, pastores y tejedores, intercambiaban sus productos por todas partes, se decretaron leyes de justicia, se honraron contratos de comercio, de desposorios y de divorcio.

En las escuelas, los jóvenes estudiaban, los escribas tomaban nota de himnos, proverbios y sabiduría.
Había abundancia y felicidad en las tierras; también había disputas y usurpaciones. Mientras tanto, Inanna vagaba con su nave celeste de tierra en tierra; cerca del Mar Superior retozaba con Utu.

Fue a los dominios de su tío Ishkur, Dudu, Amado, le llamaba. Inanna le tomó cariño a las gentes que vivían en la llanura superior de los dos ríos; le resultaba agradable el sonido de su lengua, aprendió a hablar su lenguaje.
Ellos la llamaban por el nombre del planeta Lahamu en su lengua, Ishtar, a su ciudad, Unug-ki, le llamaron Uruk; Dudu, como Adad, pronunciaban en su lenguaje.

Sin, Señor de los Oráculos, llamaron a su padre, Nannar; a la ciudad Urim la llamaron Ur.
Shamash, Sol Brillante, llamaron a Utu en su lengua, a él también le adoraban.
A Enlil, le llamaban Padre Elil, Nibru-ki era para ellos Nippur; Ki-Engi, Tierra de los Vigilantes Nobles, fue llamada en su lenguaje Sumer. En Sumer, la Primera Región, la realeza rotaba entre las ciudades; en la Segunda Región, Ra no permitía la diversidad, él deseaba reinar solo. ¡El mayor del Cielo, primogénito que está en la Tierra! Así quería que se le conociera entre los sacerdotes.

¡El principal desde los primeros tiempos! Así decretó que se le llamara en los himnos; señor de la eternidad, el que ha hecho la eternidad, que preside sobre todos los dioses, ¡Aquél que no tiene igual, el gran solitario y único!

Así se situaba a sí mismo Marduk, como Ra, por encima de todos los demás dioses, por sí mismo se asignaba sus poderes y atributos:
Soy como Enlil en cuanto a señorío y decretos, como Ninurta en la azada y el combate; como Adad por el rayo y el trueno, como Nannar por iluminar la noche; como Utu soy Shamash, como Nergal reino sobre el Mundo Inferior; como Gibil, conozco las profundidades doradas, de donde cobre y plata vienen; como Ningishzidda mando sobre los números y su cuenta, ¡los cielos hablan de mi gloria!
Los líderes Anunnaki se alarmaron enormemente con estas proclamas, los hermanos de Marduk hablaron con su padre Enki, Nergal le transmitió a Ninurta sus preocupaciones.
¿Qué es lo que te pasa?, dijo Enki a su hijo Marduk. ¡Inauditas son tus pretensiones!
¡Los cielos, los cielos hablan de mi supremacía!, le respondió Marduk a su padre Enki.
El Toro del Cielo, signo de la constelación de Enlil, ha sido muerto por su propio descendiente, en los cielos, la Era del Carnero, mi era, está llegando, ¡los augurios son inequívocos!

En su morada, en Eridú, Enki examinó el círculo de las doce constelaciones, en el primer día de la primavera, el comienzo del año, se observó atentamente el amanecer; aquel día se elevó el sol en las estrellas de la constelación del Toro. En Nibru-ki y en Urim, Enlil y Nannar hicieron las observaciones, en el Mundo Inferior, donde había estado la Estación de Instrumentos, Nergal atestiguó los resultados: ¡El tiempo del Carnero todavía es remoto, sigue siendo la Era del Toro de Enlil! En sus dominios, Marduk no se ablandaba en sus afirmaciones. Nabu le ayudó, no envió a sus emisarios a los dominios, para anunciar a la gente que su tiempo había llegado. Los líderes Anunnaki apelaron a Ningishzidda, cómo enseñar al pueblo a observar los cielos. En su sabiduría, Ningishzidda diseñó estructuras de piedra, Ninurta e Ish-kur le ayudaron a erigirlas.

En las tierras pobladas, cerca y lejos, le enseñaron a la gente cómo observar los cielos, le mostraron a la gente que el sol seguía saliendo en la Constelación del Toro. Enki observaba con pesar estos acontecimientos, valoraba de qué forma el Hado le estaba dando un giro imprevisto al orden legítimo: ¡Después de declararse a sí mismos dioses, los Anunnaki se han hecho dependientes del apoyo de la Humanidad! En la Primera Región, los Anunnaki decidieron unificar las tierras bajo un único líder, deseaban un rey guerrero. Se le confió a Inanna, la adversaria de Marduk, la tarea de encontrar al hombre adecuado. Inanna le indicó a Enlil a un hombre fuerte al cual había conocido y amado en sus viajes, Arbakad, comandante de cuatro guarniciones, era su padre, su madre era una suma sacerdotisa.

Enlil le dio cetro y corona, Sharru-kin, Regente Justo, le designó Enlil. Como una vez se hiciera en Nibiru, se fundó una nueva ciudad corona para unificar las tierras, Agadé, la Ciudad Unificada, la llamaron, no lejos de Kishi estaba ubicada.

Enlil le dio poderes a Sharru-kin; Inanna acompañaba a sus guerreros con armas de brillantez.
Todas las tierras, desde el Mar Inferior hasta el Mar Superior, rindieron obediencia a su trono, sus tropas se estacionaron en los límites de la Cuarta Región, para protegerla.
Con ojo cauto observaba Ra, sin pestañear, a Inanna y a Sharru-kin; después, como un halcón, se abalanzó sobre su presa: desde el lugar donde Marduk había pretendido construir la torre que alcanzara el cielo, Sharru-kin se llevó suelo sagrado de allí a Agadé, para implantar en él el Objeto Brillante Celestial.
Enfurecido, Marduk se abalanzó sobre la Primera Región, con Nabu y sus seguidores llegaron al lugar de la torre.

¡Del suelo sagrado soy el único poseedor, por mí se establecerá un pórtico de los dioses!
Así, vehementemente, anunció Marduk, dio instrucciones a sus seguidores para que desviaran el río.
Levantaron diques y murallas en el Lugar de la Torre, construyeron el Esagil, Casa para el Dios Supremo; Babili, el Pórtico de los Dioses, la llamó Nabu en honor a su padre, ¡Marduk se había establecido en el corazón del Edin, en medio de la Primera Región!
La furia de Inanna no tuvo límites; con sus armas infligió la muerte a los seguidores de Marduk.
La sangre del pueblo, como nunca antes en la Tierra, corría como ríos.

Hasta su hermano Marduk, llegó Nergal a Babili, para persuadirle de que abandonara Babili por el bien del pueblo:
¡Esperemos pacíficamente las verdaderas señales del cielo!, le dijo Nergal a su hermano.
Marduk aceptó partir, viajo de tierra en tierra para observar los cielos, Amun, el Invisible, se le llamó a Ra a partir de entonces en la Segunda Región.
Durante un tiempo se aplacó Inanna, dos hijos de Sharru-kin fueron sus pacíficos sucesores.
Después, ascendió al trono de Agadé el nieto de Sharru-kin; Naram-Sin, Amado por Sin, se le llamó.
En la Primera Región, Enlil y Ninurta estaban ausentes, habían ido a las tierras de más allá de los océanos; en la Segunda Región, Ra no estaba, viajaba como Marduk por otras tierras; Inanna vio la oportunidad en sus manos para hacerse con todos los poderes, le ordenó a Naram-Sin que se apoderara de todas las tierras.

Dio instrucciones a Naram-Sin para que marchara contra Magan y Me-luhha, dominios de Marduk.
Naram-Sin cometió el sacrilegio de cruzar la Cuarta Región con un ejército de Terrestres, invadió Magan, intentó entrar en el sellado Ekur, Casa Que Como una Montaña Es.
Enlil se enfureció con sus sacrilegios y sus transgresiones; lanzó una maldición contra Naram-Sin y Agadé:
Naram-Sin murió por la picadura de un escorpión, por mandato de Enlil fue aniquilada Agadé.
Esto sucedió en la cuenta de mil quinientos años de la Tierra.

Viene ahora el relato de la profecía de Galzu a Enlil, dada en una visión; trataba de la supremacía de Marduk, de cómo elegir a un hombre para sobrevivir a una calamidad.
Después que Marduk se convirtiera en Amun, se desintegró la realeza en la Segunda Región, reinaron el desorden y la confusión; Después de que Agadé fuera aniquilada, en la Primera Región reinaron el desorden y la confusión.
En la Primera Región, la realeza estaba sumida en el desconcierto, se trasladaban de las Ciudades de los Dioses a las Ciudades del Hombre, Unug-ki, Lagash, Urim y Kish, Isin y lugares más lejanos, la realeza fue cambiando.
Después, Enlil, tras consultar con Anu, depositó la realeza en manos de Nannar; por tercera vez se concedió la realeza a Urim, en cuyo suelo seguía implantado el divino Objeto Brillante Celestial.

En Urim, Nannar designó como rey a un Pastor Justo de hombres, su nombre era Ur-Nammu.
Ur-Nammu estableció la igualdad en las tierras, hizo poner fin a la violencia y los conflictos, en todas las tierras fue abundante la prosperidad.
Fue en aquel tiempo que, durante la noche, Enlil tuvo una visión:
Se le apareció la imagen de un hombre, era brillante y resplandeciente como los cielos; se aproximó y se quedó de pie junto al lecho de Enlil, ¡entonces reconoció Enlil a Galzu, el del cabello blanco!
Sostenía en la mano izquierda una tablilla de lapislázuli, en ella estaban dibujados los cielos estrellados; los cielos estaban divididos en los doce signos de las constelaciones, Galzu los señalaba con la mano izquierda.

Galzu dejó de indicar al Toro para señalar al Carnero; tres veces repitió el movimiento.
Después, en la visión-sueño, Galzu habló y le dijo a Enlil:
El tiempo justo de la benevolencia y de la paz vendrá seguido por la fechoría y el derramamiento de sangre. El Carnero de Marduk sustituirá al Toro de Enlil en tres porciones celestiales, el que a sí mismo se ha declarado como Dios Supremo se apoderará de la supremacía en la Tierra.
¡Por decreto del Hado, sucederá una calamidad como nunca ha ocurrido!
Como en los tiempos del Diluvio, hay que elegir a un hombre justo y digno, ¡por él y por su simiente se preservará la Humanidad Civilizada, tal como pretende el Creador de Todo!
Así dijo Galzu, el emisario divino, a Enlil en la visión-sueño.

Cuando Enlil despertó de la visión-sueño nocturna, no había ninguna tablilla junto a su lecho.
¿Era un oráculo del cielo, o lo he imaginado todo en mi corazón?, se preguntaba Enlil a sí mismo.
No le contó la visión-sueño a ninguno de sus hijos, Nannar entre ellos, ni a Ninlil.
Entre los sacerdotes, en el templo de Nibru-ki, Enlil inquirió sobre sabios celestiales, el sumo sacerdote le indicó a Tirhu, un sacerdote oracular.

Era descendiente de Ibru, nieto de Arbakad, pertenecía a la sexta generación de sacerdotes de Nibru-ki, estaban casados con las hijas reales de los reyes de Urim. Ve al templo de Nannar en Urim, observa el tiempo celestial en los cielos: Setenta y dos años de la Tierra es la suma de una Porción Celestial, ¡toma cuidadosa nota del paso de tres de ellas!
Así le dijo Enlil a Tirhu, el sacerdote, le hizo contar el tiempo profetizado. Mientras Enlil reflexionaba sobre la visión-sueño y sus portentos, Marduk iba de tierra en tierra.
A la gente le iba hablando de su supremacía, ganar seguidores era su objetivo.
En las tierras del Mar Superior y en las tierras de la frontera de Ki-Engi, Nabu, el hijo de Marduk, iba incitando al pueblo; su plan era apoderarse de la Cuarta Región.

Hubo enfrentamientos entre los habitantes del oeste y los habitantes del este, los reyes formaron huestes de guerreros, las caravanas dejaron de discurrir, se levantaron las murallas en las ciudades. ¡Está ocurriendo lo que Galzu predijo!, se dijo Enlil a sí mismo. Enlil puso su mirada sobre Tirhu y sus hijos, descendientes de digno linaje: ¡Éste es el hombre a elegir, el que indicara Galzu!, se dijo Enlil a sí mismo. A Nannar, sin revelarle la visión-sueño, le dijo Enlil: En la tierra entre los ríos, de donde vino Arbakad, funda una ciudad como Urim, sea para ti y para Ningal una morada-hogar lejos de Urim. ¡En su mitad, erige un santuario-templo, y pon a su cargo al Príncipe-Sacerdote Tirhu! Ateniéndose a la palabra de su padre, Nannar fundó la ciudad de Jarán en la tierra de Arbakad. Para que fuera sumo sacerdote en su santuario-templo envió a Tirhu, y a su familia con él; cuando se completaron dos porciones celestiales de las tres profetizadas, Tirhu fue a Jarán.

En aquel tiempo, Ur-Nammu, la Alegría de Urim, cayó de su carro y murió en las tierras occidentales.
Su hijo Shulgi le sucedió en el trono de Urim; Shulgi estaba lleno de vileza y de ansia de batallas.
En Nibru-ki, él mismo se ungió sumo sacerdote, en Unug-ki buscó los gozos de la vulva de Inanna; enroló en su ejército a guerreros de las tierras montañosas, no obligados a Nannar, con su ayuda, invadió las tierras occidentales e ignoró la santidad del Centro de Control de Misiones.
En la sagrada Cuarta Región puso su pie, Rey de las Cuatro Regiones se declaró a sí mismo.

Enlil se enfureció por las profanaciones, Enki y Enlil hablaron sobre las invasiones:
¡Los soberanos de tu región han sobrepasado todos los límites!, le dijo con acritud Enki a Enlil.
¡Marduk es la fuente de todos los problemas!, replicó Enlil.
Guardando para sí todavía la visión-sueño, Enlil volvió su atención sobre Tirhu.
Enlil había puesto la mirada sobre Ibru-Um, el hijo mayor de Tirhu.
Ibruum era de ascendencia principesca y valiente, y estaba familiarizado con los secretos sacerdotales; Enlil mandó a Ibruum a proteger los lugares sagrados y permitir los ascensos y descensos de los carros.

Tan pronto como Ibruum partió de Jarán llegó Marduk a esa ciudad; él también había observado las profanaciones, las consideraba como los dolores de parto de un Nuevo Orden.
Desde Jarán, en los umbrales de Shumer, planeó su golpe final, desde Jarán, situada al filo de los dominios de Ishkur, dirigió el levantamiento de los ejércitos.
Después de pasar veinticuatro años terrestres de estancia en Jarán, Marduk, con lágrimas en los ojos, hizo un llamamiento al resto de los dioses, fueran cuales fueran sus ascendientes; Confesando sus transgresiones, pero insistiendo en su señorío, a ellos les dijo así:
¡Oh dioses de Jarán, oh grandes dioses que juzgan, conoced mis secretos!

Mientras me ciño la faja, recuerdo mis memorias: Yo soy el divino Marduk, un gran dios, en mis dominios soy conocido como Ra. Por mis pecados fui al exilio, a las montañas he ido, por muchas tierras he deambulado, desde donde el sol se eleva hasta donde el sol se pone he ido, hasta la tierra de Ishkur llegué. En medio de Jarán he anidado durante veinticuatro años, en su templo he buscado un augurio; ¿Hasta cuándo?, pedí un augurio en el templo acerca de mi señorío. ¡Tus días de exilio han terminado!, me dijo el oráculo en el templo. ¡Oh grandes dioses que determináis los hados, dejad que me encamine a mi ciudad, que establezca en mi templo Esagil una morada imperecedera, que instale un rey en Babili; que se reúnan en mi casa templo todos los dioses Anunnaki, aceptad mi alianza!

Así anunció Marduk su llegada a los otros dioses, confesando y apelando. Los dioses Anunnaki se inquietaron y se alarmaron ante la llamada a la sumisión hecha por Marduk.
Enlil convocó a todos a una gran asamblea para tomar consejo. Todos los líderes Anunnaki se reunieron en Nibru-ki; también fueron Enki y los hermanos de Marduk.

Todos estaban inquietos por los acontecimientos, todos se oponían a Marduk y a Nabu. En el consejo de los grandes dioses, las acusaciones se desenfrenaron, las recriminaciones llenaban la cámara. ¡Nadie puede impedir lo que se aproxima; aceptemos la supremacía de Marduk!, únicamente Enki aconsejó. ¡Si se aproxima el tiempo del Carnero, privemos a Marduk del Enlace Cielo-Tierra!, propuso Enlil iracundo.

Todos, salvo Enki, acordaron arrasar el Lugar de los Carros Celestiales; Nergal sugirió para ello utilizar las Armas de Terror; sólo Enki se opuso: De la decisión, la Tierra pronunció las palabras a Anu; Anu repitió las palabras a la Tierra. ¡Lo que estaba destinado a ser, fracasará por vuestra decisión de deshacer!
Así habló Enki mientras partía.

Para llevar a cabo la maldad se seleccionó a Ninurta y a Nergal.
¡Viene ahora el relato de cómo Hado o Destino llevó, cómo paso a paso, alguno dado en tiempos ya olvidados, a que sucediera la Gran Calamidad!

Quede ahora registrado y recordado para siempre: Cuando se tomó la decisión de usar las Armas de Terror, Enlil guardaba dos secretos para sí:
¡A nadie, antes de que se tomara la terrible decisión, le reveló Enlil el secreto de la visión-sueño de Galzu; a nadie, hasta que se tomó la fatídica decisión, le había revelado Enlil su conocimiento del lugar donde se ocultaba el terror!
Cuando, a despecho de todas las protestas, el consejo permitió el uso de las Armas de Terror, cuando Enki, enfadado y muy turbado abandonó la cámara del consejo, Enki sonreía en su corazón: ¡Sólo él sabía dónde estaban ocultas las armas! Así lo creía Enki.
Pues fue él, antes de que Enlil llegara a la Tierra, el que ocultó las armas, junto con Abgal, en un lugar desconocido.

¡Enki no sabía que Abgal le había desvelado el lugar a Enlil durante su exilio!
Cuando Enki se enteró de este segundo secreto, dio refugio en su corazón a un deseo:
¡Que, después de tan larga estancia, el terror de las armas se haya evaporado!
Poco esperaba Enki que tan larga estancia iba a provocar una calamidad como nunca antes se había conocido en la Tierra.

Y así fue que, sin necesidad de Enki, Enlil reveló a los dos héroes el lugar de la ocultación:
¡Las siete Armas de Terror moran en una montaña!, les dijo Enlil.
¡Moran en el interior de una cavidad de la tierra, se requiere revestirlas con el terror!
Después, Enlil les reveló el secreto de cómo despertar a las armas de su profundo sueño.
Antes de que los dos hijos, uno de Enlil, uno de Enki, partieran hacia el lugar oculto, Enlil les dio palabras de advertencia: ¡Antes de que se usen las armas, el lugar de los carros debe estar vacío de Anunnaki; las ciudades deben ser perdonadas, la gente no debe perecer!

En su nave celeste, Nergal se dirigió al lugar oculto, Ninurta se retrasó por causa de su padre; Enlil deseaba decirle una palabra a su hijo a solas, revelarle a él solo un secreto:
le habló a Ninurta de la profecía de Galzu y de la elección de Ibruum.
¡Nergal es irreflexivo, asegúrate de que las ciudades son perdonadas, hay que advertir a Ibruum!, le dijo Enlil a Ninurta.

Cuando Ninurta llegó al lugar de las armas, Nergal ya las había sacado de la cavidad, mientras despertaba sus MEs del largo sueño, Nergal dio un nombre de trabajo a cada una de las siete:
a la primera arma la llamó La Que No Tiene Rival; a la segunda, la Llama Ardorosa; a la tercera la llamó La Que Desmorona con Terror; Fundidora de Montañas llamó a la cuarta; Viento Que Busca los Confines del Mundo llamó a la quinta; La Que Arriba y Abajo a Nadie Perdona fue la sexta; la séptima se llenó con un monstruoso veneno, la llamó Vaporizadora de lo Viviente.
Con la bendición de Anu se les dieron las siete a Nergal y a Ninurta, para con ellas causar la destrucción.
Cuando Ninurta llegó al lugar de las Armas de Terror, Nergal estaba dispuesto para destruir y aniquilar.
¡Yo mataré al hijo, yo aniquilaré al padre!, gritaba Nergal con aires de venganza.

¡Las tierras que codician se desvanecerán, destruiré las ciudades pecadoras!
Valiente Nergal, ¿destruirás al justo con el injusto?, le preguntó Ninurta a su camarada.
¡Las instrucciones de Enlil son claras! ¡Yo llevaré el rumbo a los objetivos seleccionados, tú me seguirás detrás!
¡La decisión de los Anunnaki me es conocida!, dijo Nergal a Ninurta. Ambos esperaron la señal de Enlil durante siete días y siete noches.

Tal como era su intención, cuando terminó su espera, Marduk volvió a Babili, en presencia de sus seguidores, pertrechados con armas, declaró su supremacía; la cuenta de años terrestres era entonces de mil setecientos treinta y seis. En aquel día, en aquel fatídico día, Enlil le envió la señal a Ninurta; Ninurta partió hacia Monte Mashu, tras él iba Nergal.
El Monte y la llanura, en el corazón de la Cuarta Región, inspeccionó Ninurta desde los cielos.
Con el corazón encogido, le hizo una señal a Nergal: ¡Quédate ahí!, le señaló.
Entonces, Ninurta soltó desde los cielos la primera arma de terror; con un resplandor, la cima del Monte Mashu se resquebrajó, las entrañas del monte se fundieron en un instante.

Sobre el Lugar de los Carros Celestiales liberó la segunda arma, con el resplandor de siete soles, las rocas de la llanura se convirtieron en una herida chorreante, la Tierra se sacudió y se desmoronó, los cielos se oscurecieron después del resplandor; la llanura de los carros se cubrió de piedras quemadas y trituradas, de todos los bosques que habían rodeado la llanura, sólo tres troncos quedaron en pie.
¡Hecho!, exclamó Ninurta desde la nave celeste, su Divino Pájaro Negro.
¡Del control que Marduk y Nabu tanto codiciaban se les ha privado para siempre!
Entonces, Nergal deseó emular a Ninurta, su corazón le urgía a ser Erra, el Aniquilador; siguiendo la Calzada del Rey, voló hasta el verde valle de las cinco ciudades.
¡Nergal planeaba aplastar el verde valle donde Nabu estaba convirtiendo a la gente, aplastarlo como un pájaro enjaulado!

Sobre las cinco ciudades, una tras otra, Erra envió un arma de terror desde los cielos, destruyó por completo las cinco ciudades del valle, se convirtieron en desolación.
Con fuego y azufre fueron arrasadas, todo lo que allí vivía se convirtió en vapor.
Con tan terribles armas, las montañas se vinieron abajo, la barrera que contenía las aguas del mar se partió, las aguas del mar se derramaron en el valle, el valle quedó inundado por las aguas; cuando las aguas se derramaron sobre las cenizas de las ciudades, se elevó el vapor hacia los cielos.
¡Hecho!, gritó Erra en su nave celeste. En el corazón de Nergal ya no había venganza.

Inspeccionando su maligna obra, los dos héroes quedaron confundidos con lo que vieron:
los resplandores fueron seguidos por el oscurecimiento de los cielos, después se puso a soplar la tormenta.
Arremolinándose dentro de una oscura nube, un Viento Maligno llevaba la penumbra desde los cielos, con el transcurso del día, el Sol desapareció sobre el horizonte con la oscuridad, por la noche, un pavoroso resplandor dibujaba sus bordes, hizo desaparecer a la Luna cuando salía.

Cuando llegó el amanecer del día siguiente, desde el oeste, desde el Mar Superior, se puso a soplar un viento de tormenta, la nube marrón oscura se dirigió hacia el este, hacia las tierras habitadas se extendió la nube; allí donde llegaba, traía sin misericordia la muerte a todo lo que vive; desde el Valle de Sin Compasión, engendrada por los resplandores, la muerte fue transportada hacia Sumer. Ninurta y Nergal dieron la voz de alarma a Enlil y Enki: ¡Implacable, el Viento Maligno lleva la muerte a todos! Enlil y Enki transmitieron la alarma a los dioses de Sumer: ¡Escapad! ¡Escapad!, les gritaron a todos. ¡Que se disperse el pueblo! ¡Que el pueblo se oculte! Los dioses huyeron de sus ciudades, como pájaros asustados escaparon de sus nidos.

Las gentes de las tierras cayeron bajo las garras del Viento Maligno; inútil fue su carrera.
Sigilosa era la muerte, atravesaba los muros más gruesos como las aguas de una inundación, no había puerta que pudiera dejarle fuera, ni cerrojo que pudiera impedirle el paso.
Aquéllos que, detrás de puertas cerradas, se ocultaron dentro de sus casas, como moscas cayeron, aquéllos que huyeron a las calles, en las calles amontonaron sus cadáveres.

Los pechos llenos de esputos y flemas, las bocas rebosantes de saliva y espuma; cuando el Viento Maligno atrapaba a la gente sin ser visto, sus bocas se empapaban en sangre.
Lentamente sopló el Viento Maligno sobre las tierras, cruzó de oeste a este sobre llanuras y montañas; todo lo que vivía, tras él quedaba muerto y moribundo, la gente y el ganado perecían por igual.
Las aguas se emponzoñaron, en los campos se marchitó toda vegetación.

Desde Eridú en el sur hasta Sippar en el norte, el Viento Maligno arrasó el país; Babili, donde Marduk había declarado la supremacía, se libró del Viento Maligno.


Sinopsis de la Decimocuarta Tablilla
Babili, el centro elegido por Marduk, sobrevive a la calamidad Enki lo ve como un augurio de la inevitable supremacía de Marduk
Enlil reflexiona sobre el pasado, el Hado y el Destino Acepta la supremacía de Marduk, se retira a tierras lejanas
Los hermanos se dan una sentimental despedida
Enki ve el Pasado como una guía para predecir el Futuro
Decide tomar nota de todo para la posteridad
Colofón del escriba Endubsar
Representación babilónica de un resplandeciente Marduk



LA DECIMOCUARTA TABLILLA

Babili, donde Marduk había declarado la supremacía, se libró del Viento Maligno.
Todas las tierras al sur de Babili fueron devoradas por el Viento Maligno, también alcanzó al corazón de la Segunda Región.

Cuando con posterioridad a la Gran Calamidad, Enlil y Enki se encontraron para estudiar el desastre, Enki le hizo considerar a Enlil el libramiento de Babili como un augurio divino.
¡El libramiento de Babili confirma que Marduk ha sido destinado para la supremacía! Así le dijo Enki a Enlil.
¡Debe haber sido la voluntad del Creador de Todo!, dijo Enlil a Enki. Entonces, Enlil le reveló la visión-sueño y la profecía de Galzu.

Si eras conocedor de eso, ¿por qué no impediste el uso de las Armas de Terror?, le preguntó Enki.
¡Hermano mío!, dijo Enlil a Enki con una voz apesadumbrada. Era evidente el motivo.
Tras tu llegada a la Tierra, cada vez que la misión se veía obstaculizada, encontrábamos una forma de eludir el obstáculo; de ahí, la creación de los Terrestres, la gran solución, fue también una fuente de miles de giros y vueltas no deseados.
Cuando llegaste a comprender los ciclos celestes y asignaste constelaciones, ¿quién hubiera previsto en ellas las manos del Destino?
¿Quién habría podido distinguir entre los hados que elegimos y el inquebrantable destino?
¿Quién proclamaba falsos augurios y quién podía pronunciar profecías verdaderas'?

De ahí que decidiera guardar para mí mismo las palabras de Galzu. ¿Era de verdad el emisario del Creador de Todo, o era una alucinación mía? ¡Lo que tenga que suceder, suceda!, me dije a mí mismo. Enki escuchaba las palabras de su hermano, mientras afirmaba con la cabeza arriba y abajo. La Primera Región está desolada, la Segunda Región está sumida en la confusión, la Tercera Región está herida, el Lugar de los Carros Celestiales ya no existe; ¡eso es lo que ha sucedido!, dijo Enki a Enlil. ¡Si era ésa la voluntad del Creador de Todo, eso es lo que ha quedado de nuestra Misión en la Tierra! ¡Las semillas se sembraron con las ambiciones de Marduk, lo que salga de ello será para que lo coseche él!

Así le dijo Enlil a su hermano Enki, entonces aceptó el triunfo de Marduk. ¡Que el rango de cincuenta, que tenía pensado para Ninurta, le sea dado en su lugar a Marduk!

¡Que Marduk declare su supremacía sobre la desolación en las Regiones! En cuanto a mí y a Ninurta, no nos vamos a interponer más en su camino. ¡Partiremos hacia las Tierras de Más Allá de los Océanos, por lo que vinimos, llevaremos a término la misión de obtener oro para Nibiru! Así le dijo Enlil a Enki; había abatimiento en sus palabras. ¿Habrían sido diferentes las cosas si no se hubieran usado las Armas de Terror?, cuestionó Enki a su hermano.

¿Y si no hubiéramos escuchado las palabras de Galzu para que no volviéramos a Nibiru?, replicó Enlil.
¿Y si hubiéramos detenido la Misión Tierra cuando los Anunnaki se amotinaron? Yo hice lo que hice. Tú hiciste lo que hiciste. ¡No se puede desandar el pasado!

¿Acaso no hay en eso también una lección?, preguntó Enki para ambos.
¿Acaso lo que ha ocurrido en la Tierra no es un reflejo de lo que tuvo lugar en Nibiru?
¿Acaso no está escrito en el Pasado el esbozo del Futuro?
¿Repetirá la Humanidad, creada a nuestra imagen, nuestros logros y fracasos?
Enlil guardó silencio. Cuando se puso en pie para marcharse, Enki le tendió el brazo.
¡Estrechemos los brazos como hermanos, como camaradas que, juntos, se enfrentaron a muchos desafíos en un planeta extraño!

Así le dijo Enki a su hermano.
Y Enlil, asiendo el brazo de su hermano, lo abrazó también.
¿Nos volveremos a encontrar en la Tierra o en Nibiru?, preguntó Enki.
¿Estaría en lo cierto Galzu de que moriríamos si volvíamos a Nibiru?, respondió Enlil. Luego, se volvió y se fue.

Enki quedó solo; acompañado tan sólo por los pensamientos de su corazón.
Se sentó y reflexionó sobre cómo había comenzado todo y cómo había terminado.
¿Estaba todo destinado, o fue el hado forjado por esta o aquella decisión? Si Cielo y Tierra estaban regulados por ciclos dentro de ciclos, ¿volverá a ocurrir lo que ha sucedido? ¿Acaso el Pasado es el Futuro? ¿Imitarán los Terrestres a los Anunnaki, revivirá la Tierra lo que vivió Nibiru? ¿El primero en llegar será el último en partir? Asediado por sus pensamientos, Enki tomó una decisión:
De todos los acontecimientos y decisiones, comenzando desde Nibiru hasta este día en la Tierra, tomar nota, para que fuera una guía para generaciones futuras; ¡Que la posteridad, en el tiempo que designe el destino, lea el registro, recuerde el Pasado, comprenda el Futuro como profecía, que el Futuro sea el juez del Pasado!

Estas son las palabras de Enki, Primogénito de Anu de Nibiru. Decimocuarta tablilla: Las Palabras del señor Enki.Escritas de boca del gran señor Enki,ninguna palabra perdida, ninguna palabra añadida,por el escriba maestro Endubsar, un hombre de Eridú,hijo de Udbar.

Por el señor Enki, con larga vida he sido bendecido.

Glosario
recibido de Xentor Xentinel
30 Octubre 2008

Abael: El bíblico Abel, muerto por su hermano Ka-in.
Abgal: Piloto de nave espacial; primer comandante del Lugar de Aterrizaje.
Abrazador: Epíteto de Ninurta por su papel en la utilización de armas nucleares.
Abzu: Dominios mineros de oro de Enki en el sudeste de África.
Abzu Inferior: Punta sur de África, dominios de Nergal y Ereshkigal.
Acad: Las tierras del norte anexionadas a Sumer bajo Sargón I.
Acadio: Lengua madre de todas las lenguas semitas.
Adab: Ciudad postdiluviana de Ninharsag en Sumer.
Adad: Nombre acadio de Ishkur, el hijo menor de Enlil.
Adamu: El primer Trabajador Primitivo logrado con éxito a través de ingeniería genética, El Adán.
Adapa: Hijo de Enki con una hembra Terrestre, primer Hombre Civilizado; el bíblico Adán.
Agadé: Primera capital de Nibiru después de la guerra; capital unificada de Sumer y Acad.
Agua de Juventud: Se la prometía Ra a sus seguidores en la Otra Vida.
Agua de Vida: Utilizada para revivir a Inanna y traerla de vuelta de entre los muertos.
Alalgar: Piloto de nave espacial; segundo comandante de Eridú.
Alalu: El depuesto rey de Nibiru que escapó a la Tierra y descubrió oro; murió en Marte; se talló su imagen en la roca que le sirvió de tumba.
Alam: Hijo de Anshargal a través de una concubina.
Amanecer y Crepúsculo: Hembras Terrestres fecundadas por Enki, madres de Adapa y Titi.
Amun: Nombre egipcio para el exiliado dios Ra.
An: Primer rey de la unidad en Nibiru; nombre del planeta al que llamamos Urano.
Anak: Estaño.
Anib: Título real de Ib, un sucesor del trono de Nibiru.
Anki: Hijo primogénito de An en Nibiru.
Annu: Ciudad sagrada en Egipto, la bíblica On, Heliópolis en griego.
Anshar: Quinto soberano de Nibiru de la dinastía unificada; el planeta al que llamamos Saturno.
Anshargal: Cuarto soberano de Nibiru de la dinastía unificada.
Antu: Esposa de An; esposa de Anu; nombre primitivo del planeta al que llamamos Neptuno.
Anu: Soberano de Nibiru cuando los Anunnaki llegaron a la Tierra; también, el planeta al que llamamos Urano.
Anunitu: Nombre cariñoso para la diosa Inanna.
Anunnaki: «Aquellos Que del Cielo a la Tierra Vinieron» (de Nibiru a la Tierra).
Anzu: Piloto de nave espacial; primer comandante de la estación de paso en Marte.
Apsu: Progenitor primordial del sistema solar, el Sol.
Aratta: Dominio concedido a Inanna, parte de la Tercera Región.
Arbakad: El bíblico Arpakshad (uno de los hijos de Sem).
Armas del Terror: Armas nucleares, utilizadas al principio en Nibiru y, después, finalmente, en la Tierra.
Arrata: La tierra y las montañas de Ararat.
Asar: Dios egipcio llamado Osiris.
Asta: Diosa egipcia llamada Isis, esposa-hermana de Asar.
Awan: Esposa-hermana de Ka-in (el bíblico Caín).
Aya: Esposa de Utu (el dios llamado Shamash en acadio).
Azura: Esposa de Sati, madre de Enshi (el bíblico Enosh).
Bab-Ili: «Pórtico de los Dioses»; Babilonia, ciudad de Marduk en Mesopotamia.
Bad-Tibira: Ciudad de Ninurta de fundación y refinado de oro.
Banda: Soberano heroico de Uruk (la bíblica Erek), padre de Gilgamesh.
Baraka: Esposa de Irid (el bíblico Yéred).
Barca celestial: Término egipcio para la nave espacial de un dios.
Barco del Cielo: Vehículo aéreo de diversos dioses y diosas.
Batalla Celestial: Colisión primordial entre Nibiru y Tiamat.
Batanash: Esposa de Lu-Mach (el bíblico Lamek), madre del héroe del Diluvio.
Bau: Esposa de Ninurta, una sanadora.
Ben-Ben: Parte superior cónica del barco celestial de Ra.
Blancatierra: La Antártida.
Bosque de Cedros: Ubicación del Lugar de Aterrizaje (en la actualidad, Líbano).
Brazalete Repujado: El Cinturón de Asteroides; llamado también Firmamento.
Burannu: El río Éufrates.
Cam: Segundo hijo del héroe del Diluvio, hermano de Sem y de Jafet.
Cámara de la Creación: Instalaciones de ingeniería genética y domesticación en las Montañas de los Cedros.
Camino de Anu: Banda central de la esfera celeste que contiene las constelaciones zodiacales; en la Tierra, banda central entre el septentrional Camino de Enlil y el meridional Camino de Enki.
Camino de Enki: Esfera celeste por debajo del paralelo 30 sur.
Camino de Enlil: Esfera celeste por encima del paralelo 30 norte.
Carros celestiales: Nave espacial interplanetaria.
Casa de Elaboración: Laboratorio genético en el bosque de los cedros para los cereales y el ganado.
Casa de la Vida: Instalaciones biogenéticas de Enki en el Abzu.
Casa de Sanación: Instalaciones médico-biológicas de Ninmah en Shurubak.
Centro de Control de Misiones: En Nibru-ki (Nippur) antes del Diluvio, en el Monte Moriah después del Diluvio.
Creador de Todo: El Dios universal y cósmico.
Cresta Norte: Morada de Enlil en las Montañas de los Cedros.
Cuarta Región: La península del Sinaí, ubicación del espaciopuerto postdiluviano.
Cuenta de Años de la Tierra: La cuenta de los años desde la visita de Anu a la Tierra, el calendario de Nippur comenzó en el 3760 a.C.
Damkina: Esposa de Enki, renombrada Ninki; hija de Alalu.
Dauru: Esposa del rey nibiruano Du-Uru.
Destino: Curso predeterminado (de acontecimientos, de órbita) que no se puede cambiar.
Diluvio: La Gran Inundación.
Duat: Nombre egipcio de la zona restringida del espaciopuerto en el Sinaí.
Dudu: Nombre cariñoso del dios Adad (Ishkur), hijo menor de Enlil, tío de Inanna.
Dumuzi: Hijo menor de Enki, encargado del pastoreo en sus dominios egipcios.
Dunna: Esposa de Malalu, madre de Irid (los bíblicos Mahalalel y Yéred).
Duttur: Concubina de Enki, madre de Dumuzi.
Du-Uru (Duuru): Séptimo soberano de Nibiru.
E-A: «Aquel cuyo hogar es el agua», el Acuario prototipo; primogénito de Anu, hermanastro de Enlil; líder del primer grupo Anunnaki en llegar a la Tierra; creador de la Humanidad y su salvador en el Diluvio; se le dan los epítetos de Nudimmud («el Forjador»), Ptah («el Constructor», en Egipto), Enki («Señor Tierra»); padre de Marduk.
Eanna: Templo de siete niveles de Anu en Uruk, Anu se lo dio a Inanna como presente.
Edin: Ubicación de los primeros asentamientos de los Anunnaki, el bíblico Edén, en el sur de Mesopotamia; posteriormente, el área de Shumer.
Edinni: Esposa de Enkime, madre de Matushal (los bíblicos Henoc y Matusalén).
Ednat: Esposa de Matushal, madre de Lu-Mach (el bíblico Lamek).
Ekur: La alta estructura en el Centro de Control de Misiones antediluviano; la Gran Pirámide (de Gizeh) después del Diluvio.
Emisor: Instrumento utilizado junto con el Pulsador para revivir a Inanna.
Emush: Desierto infestado de serpientes donde intentó esconderse Dumuzi.
Emzara: Esposa de Ziusudra (el bíblico Noé) y madre de sus tres hijos.
Enbilulu: Teniente de Ea con la primera partida de aterrizaje.
Endubsar: El escriba al cual dictó Enki sus memorias.
Engendrador Primordial: «Apsu» —el Sol— en la cosmogonía de la creación.
Engur: Teniente de Ea con la primera partida de aterrizaje.
Eninnu: La morada-templo de Ninurta en el recinto sagrado de Lagash.
Enki: Título-epíteto de Ea tras la división de deberes y poderes entre él y su hermanastro y rival Enlil; padre de Marduk con su esposa Damkina; no pudo tener un hijo con su hermana Ninmah, pero tuvo cinco hijos más con concubinas y también tuvo hijos con mujeres Terrestres.
Enkidu: Compañero de Gilgamesh creado artificialmente.
Enkime: Se le llevó al cielo y se le concedieron muchos conocimientos; el bíblico Henoc; padre de Sarpanit, esposa de Marduk.
Enlace Cielo-Tierra: El complejo instrumental del Centro de Control de Misiones.
Enlil: Hijo de Anu y de su esposa-hermana Antu y, por ello, Hijo Principal, destinado a la sucesión del trono de Nibiru por delante del primogénito Ea; administrador y comandante militar, enviado a la Tierra para organizar las operaciones de obtención de oro a gran escala; padre de Ninurta con su hermanastra Ninmah, y de Nannar e Ishkur con su esposa Ninlil; se opuso a la creación de los Terrestres, intentó la desaparición de la Humanidad mediante el Diluvio; autorizó el uso de armas nucleares contra Marduk.
Enmerkar: Soberano heroico de Urug-ki (Uruk), abuelo de Gilgamesh.
Ennugi: Comandante de los Anunnaki asignado a las minas de oro en el Abzu.
Enshar: Sexto soberano dinástico en Nibiru; nombró a los planetas que abarcaba la órbita de Nibiru.
Enshi: El bíblico Enosh, el primero al que se le enseñaron los ritos y el culto.
Enursag: Teniente de Ea con la primera partida de aterrizaje.
Enuru: Tercer hijo de An y Antu, y padre del soberano de Nibiru Anu.
Ereshkigal: Nieta de Enlil, señora del Mundo Inferior (sur de África); esposa de Nergal; hermana de Inanna.
Eridú: Primer asentamiento en la Tierra, fundado por Ea; fue su centro permanente y su morada en Shumer.
Erra: Epíteto de Nergal después del holocausto nuclear, significa el Aniquilador.
Esagil: Templo de Marduk en Babilonia.
Esencia de vida o vital: El ADN genéticamente codificado.
Estaciones celestiales: Las doce casas de las constelaciones zodiacales.
Estrella Imperecedera: Nombre egipcio párale planeta del cual había venido Ra.
Etana: Rey de Uruk que fue llevado al cielo pero tuvo miedo de continuar.
Firmamento: El Cinturón de Asteroides, restos de la mitad destruida de Tiamat.
Gaga: La luna de Anshar (Saturno) que, tras el paso de Nibiru, se convirtió en el planeta Plutón.
Gaida: Hijo menor de Enkime (Henoc en la Biblia).
Galzu: Misterioso emisario divino que transmitía los mensajes en sueños y visiones.
Gente de cabeza negra: El pueblo sumerio.
Geshtinanna: Hermana de Dumuzi que le traicionó.
Gibil: Hijo de Enki, encargado de la metalurgia, creador de artefactos mágicos.
Gigunu: Casa de Placer Nocturno de Inanna.
Gilgamesh: Rey en Uruk; siendo hijo de una diosa, fue en busca de la inmortalidad.
Girsu: Recinto sagrado de Ninurta en Lagash.
Gran Abajo: El continente de la Antártida.
Gran Calamidad: La devastación posterior al holocausto nuclear en 2024 a.C.
Gran Profundo: Océano Antártico.
Gran Mar: Mar Mediterráneo; llamado también Mar Superior.
Guru: Teniente de Eaen el primer aterrizaje.
Hado: Curso de acontecimientos que está sujeto al libre albedrío y es alterable.
Hapi: Antiguo nombre egipcio del río Nilo.
Hem-Ta: Nombre egipcio del antiguo Egipto.
Hijo principal: El hijo nacido aun soberano a través de su hermanastra y, por tanto, heredero legal.
Hombre Civilizado: Homo sapiens-sapiens, del cual Adapa fue el primero.
Horon: El dios egipcio al que ahora se le llama Horus.
Hurum: Montaña donde el héroe Banda murió y volvió a la vida.
Ib: Tercer rey dinástico de Nibiru, se le dio el título real de An-Ib.
Ibru: Nieto de Arbakad, el bíblico Héber (antepasado de Abraham).
Ibru-Um (Ibruum): Vástago de una familia real sacerdotal de Nippur y Ur, el bíblico Abraham.
Igigi: Los trescientos Anunnaki asignados a la lanzadera y a la estación de paso de Marte; raptaron a mujeres Terrestres para tomarlas como esposas.
Ilabrat: Visir y emisario de Anu; fue por Adapa párale viaje a Nibiru.
Inanna: Hija de Nannar y Ningal, hermana gemela de Utu; fue la prometida de Dumuzi; feroz en la guerra, lujuriosa en las relaciones sexuales; señora de Uruk y de la Tercera Región; conocida como Ishtar en acadio; asociada con el planeta al que llamamos Venus.
Inbu: Fruto traído de Nibiru a la Tierra, origen del elixir de los Anunnaki.
Irid: El bíblico Yéred; padre de Enkime (el bíblico Henoc).
Ishkur: El hijo más joven de Enlil con su esposa Ninlil, el dios acadio Adad.
Ishtar: Nombre acadio de la diosa Inanna.
Ishum: Epíteto dado a Ninurta después del holocausto nuclear, significa «el Abrasador».
Isimud: Mayordomo y visir de Enki.
Jarán: Ciudad del noroeste de Mesopotamia (ahora en Turquía) que hizo las veces de ciudad gemela de Ur; lugar de estancia de Abraham; lugar desde donde Marduk usurpó la supremacía en la Tierra.
Ka-in: El bíblico Caín, que mató a su hermano Abael (Abel) y fue desterrado.
Kalkal: Guardián de la residencia de Enlil en el Abzu.
Ki: «Suelo firme», el planeta Tierra.
Ki-Engi: Shumer («Tierra de los Nobles Vigilantes»), la Primera Región de Civilización.
Kingu: Principal satélite de Tiamat; la Luna de la Tierra después de la Batalla Celestial.
Kishar: Esposa del quinto soberano de Nibiru; el planeta al que llamamos Júpiter.
Kishargal: Esposa del cuarto soberano de Nibiru.
Kishi: La primera Ciudad de Hombres en Shumer, donde comenzó la realeza.
Kulla: Teniente de Ea durante el primer aterrizaje.
Kunin: El bíblico Quenán, hijo de Enshi y Noam.
Laarsa: Una de las ciudades de los Anunnaki; refundada después del Diluvio.
Lagash: Construida al mismo tiempo que Laarsa, ambas servían como Ciudades Baliza; después del Diluvio, refundada como ciudad principal de Ninurta.
Lahama: Esposa de Lahma.
Lahamu: El planeta al que llamamos Venus.
Ley de la Simiente: La norma que daba prioridad sucesoria a un hijo de una hermanastra.
Lugal: Literalmente, «Gran Hombre»; epíteto de un rey electo.
Lugar de Aterrizaje: Plataforma para naves celestes y naves espaciales en las Montañas de los Cedros.
Lugar de los Carros: Espaciopuerto.
Lugar de los Carros Celestiales: Espaciopuerto de los Anunnaki.
Lugar Níveo: La Antártida.
Lulu: Híbrido realizado por ingeniería genética, el Trabajador Primitivo.
Lu-Mach: Hijo de Matushal y de Ednat, el bíblico Lamek.
Llanura Superior: Región del norte de Mesopotamia donde vivieron los descendientes de Arpakad.
Magan: Antiguo Egipto.
Malalu: Hijo de Kunin y Mualit, el bíblico Mahalalel.
Mar Inferior: Masa de agua llamada ahora Golfo Pérsico.
Mar Superior: Mar Mediterráneo.
Marduk: Primogénito y heredero legal de Enki y Damkina; adorado como Ra en Egipto; envidioso de sus hermanos, insatisfecho con Egipto sólo como sus dominios, reclamó la supremacía de la Tierra y, después de exilios y guerras, la consiguió desde su ciudad de Babilonia.
Matushal: Hijo de Enkime y Edinni, el bíblico Matusalén.
ME: Objetos diminutos codificados con fórmulas sobre todos loas aspectos de la ciencia y la civilización.
Meluhha: Antigua Nubia.
Mena: Rey cuyo reinado comenzó la Primera Dinastía de Faraones egipcios.
Mena-Nefer: Primera capital de Egipto, Menfis.
Montaña de los Cedros: Ubicación de la morada de Enlil en el bosque de cedros.
Monte de la Salvación: Los picos de Ararat, donde se posó el arca después del Diluvio.
Monte de Mostrar el Camino: Monte Moriah, lugar del Centro de Control de Misiones postdiluviano.
Monte Mashu: Monte equipado con instrumental en el espaciopuerto del Sinaí postdiluviano.
Mualit: Esposa de Kunin, madre de Malalu.
Mundo Inferior: Hemisferio sur, que incluye el sur de África y de la Antártida.
Musardu: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Nabu: Hijo de Marduk y de Sarpanit; organizó a los seguidores humanos de Marduk.
Namtar: «Hado»; Visir de Ereshkigal en sus dominios del Mundo Inferior.
Nannar: Hijo de Enlil y Ninlil, el primer líder Anunnaki que nació en la Tierra; dios patrón de Urim (Ur) y Jarán; asociado con la Luna; conocido como Sin en acadio; padre de Utu e Inanna.
Naram-Sin: Nieto de Sargón y sucesor suyo como Rey de Shumer y Acad.
Nebat: Esposa-hermana del dios egipcio Satu, ala que llamamos Neftis.
Nergal: Hijo de Enki, soberano del Abzu Inferior junto con su esposa Ereshkigal; liberó las armas nucleares junto con Ninurta.
Neteru: Palabra egipcia para dioses, que significa Guardianes Vigilantes.
Nibiru: Planeta madre de los Anunnaki; su período orbital, un Shar, equivale a 3.600 años terrestres; se convirtió en el duodécimo miembro del sistema solar después de la Batalla Celestial.
Nibru-ki: Centro de Control de Misiones original; ciudad de Enlil en Shumer, llamada Nippur en acadio.
Nimug: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Nimul: Madrede Ea/Enki con Anu; no siendo esposa oficial ni hermanastra, su hijo, aunque primogénito, perdió la sucesión ante Enlil, cuya madre era Antu.
Ninagal: Hijo de Enki, designado por él para conducir el barco del héroe del Diluvio.
Ninbara: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Ningal: Esposa de Nannar (Sin), madre de Inanna y de Utu.
Ningirsig: Teniente de Ea en el primer aterrizaje.
Ningishzidda: Hijo de Enki, maestro en genética y de otras ciencias; llamado Tehuti (Toth) en el antiguo Egipto; se fue a las Américas con sus seguidores después de ser depuesto por su hermano Marduk.
Ninguanna: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Ninharsag: Epíteto de Ninmah, después de serle concedida una morada en el Sinaí.
Ninkashi: Mujer Anunnaki encargada de la elaboración de la cerveza.
Ninki: Esposa de Ib, tercer rey dinástico en Nibiru.
Ninimma: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Ninlil: Se casó con Enlil tras perdonarle ella su violación; Madre de Nannar y de Ishkur.
Ninmada: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Ninmah: Hermanastra de Enki y Enlil, madre de Ninurta con Enlil; oficial médico jefe de los Anunnaki; ayudó a Enki a crear mediante ingeniería genética el Trabajador Primitivo; pacificadora entre los clanes rivales y guerreros de los Anunnaki; renombrada Ninharsag.
Ninmug: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Ninshubur: Doncella de cámara de Inanna.
Ninsun: Madre Anunnaki de Gilgamesh.
Ninurta: Hijo Principal de Enlil, engendrado por Enlil con su hermanastra Ninmah, y su sucesor legal; combatió con Anzu, que se apoderó de las Tablillas de los Destinos, y con Marduk; encontró fuentes alternativas de oro y estableció unas instalaciones espaciales alternativas en las Américas; dios patrón de Lagash.
Nippur: Nombre acadio de Nibru-ki, donde comenzó el calendario de años terrestres en el 3760 a.C.; lugar de nacimiento de Ibru-Um (Abraham).
Nisaba: Diosa de la escritura y las medidas.
Noam: Esposa-hermana de Enshi, madre de Kunin.
Nudimmud: Un epíteto de Ea, que significa El Que Elabora Cosas; el planeta Neptuno.
Nungal: Piloto de nave espacial.
Nusku: Visir y emisario de Enlil.
Objeto Brillante Celestial: Dispositivo divino secreto que salvaguardaba el lugar de la realeza.
Objeto de la Tierra: Epíteto para la ubicación del Centro de Control de Misiones.
Padre de Todo Principio: El universal Creador de Todo; el Dios cósmico.
Pájaro de la Tormenta: Nave aérea de batalla de Ninurta.
Pájaro Negro: Vehículo aéreo de Ninurta.
Pájaros celestes: Nave aérea de los Anunnaki para volar por los cielos terrestres.
Picos baliza: Las dos Grandes Pirámides de Gizeh; posteriormente, Monte Mashu, en el Sinaí.
Piedra Gug: Cristal emisor de radiaciones, transferido desde la Gran Pirámide hasta el Monte Mashu.
Planta de la Vida: Utilizada por los emisarios robóticos de Enki para revivir a Inanna.
Planta de Ser Joven de Nuevo: Planta secreta del rejuvenecimiento que encontrara Gilgamesh.
Porciones celestiales: Período de 72 años para el cambio de 1º zodiacal debido a la Precesión.
Pórtico al cielo: El objetivo de la torre de lanzamiento que construyera Marduk en Babilonia.
Primera Región: La primera región de civilización concedida a la Humanidad, Shumer.
Ptah: Nombre de Enki en Egipto; significa «el Constructor», conmemora sus hazañas al elevar la tierra de debajo de las aguas del Diluvio.
Pulsador: Instrumento utilizado, junto con el Emisor, para revivir a los muertos.
Ra: Nombre egipcio de Marduk, significa el Brillante.
Rama de esencia vital: Cromosoma que alberga ADN.
Sarpanit: Una Terrestre, esposa de Marduk, madre de Nabu.
Sati: Tercer hijo de Adapa y Titi (el bíblico Set).
Satu: Hijo de Marduk y Sarpanit, dios egipcio conocido como Set.
Segunda Región: Egipto y Nubia, cuando se les concedió la civilización.
Sem: Hijo mayor héroe del Diluvio.
Serpiente Alada: Epíteto de Ningishzidda en las Américas.
Serpiente maligna: Epíteto despectivo de Marduk entre sus enemigos.
Shamash: Nombre acadio de Utu.
Shamgaz: Líder de los Igigi e instigador del rapto de mujeres Terrestres.
Shar: Un período orbital de Nibiru alrededor del Sol, equivalente a 3.600 años terrestres.
Sharru-kin: Primer rey de Shumer y Acad unidos, al que llamamos Sargón I.
Shumer: Tierra de los Vigilantes, la Primera Región de civilización postdiluviana; Sumer.
Shurubak: Centro de sanación de Ninmah anterior al Diluvio y reestablecido posteriormente.
Simiente de Vida: ADN extraído del semen.
Simiente de Vida: Material genético donde se codifica toda forma de vida, ADN.
Sin: Nombre acadio de Nannar.
Sippar: La ciudad del espaciopuerto en tiempos antediluvianos comandada por Utu; su centro de culto después del Diluvio.
Sud: Una enfermera; también el nombre epíteto de Ninlil antes de convertirse en esposa de Enlil.
Suzianna: Una de las siete madres alumbradoras de los primeros Terrestres.
Tablillas de los Destinos: Dispositivos utilizados en el Centro de Control de Misiones para rastrear y controlar las órbitas y trayectorias; más tarde, un registro de decisiones inalterables.
Tehuti: Nombre egipcio de Ningishzidda como «Thot», el dios de la ciencia y el conocimiento.
Tercera Región: Dominio asignado a Inanna; la civilización del Valle del Indo.
Tiamat: Planeta primordial que se partió en la Batalla Celestial, dando lugar al Cinturón de Asteroides y a la Tierra.
Ti-Amat: Esposa de Adamu; primera hembra Terrestre capaz de procrear.
Tiempo Celestial: Tiempo medido por los cambios precesionales de las constelaciones zodiacales.
Tiempos de Antaño: Periodo que comenzó con el primer aterrizaje y terminó con el Diluvio.
Tiempos Previos: El período de los acontecimientos en Nibiru antes de las misiones en la Tierra.
Tierra de los Dos Estrechos: Las tierras que hay a lo largo del río Nilo.
Tierra de Más Allá de los Mares: Las Américas; pobladas por los descendientes de Ka-in, supervisadas por Ninurta.
Tierra negra: Dominios africanos del dios Dumuzi.
Tierra oscura: África.
Tilmun: «Tierra de los Proyectiles», la Cuarta Región, en la península del Sinaí.
Tirhu: Sacerdote oracular en Nippur, Ur y Jarán (el bíblico aTéraj, padre de Abraham).
Titi: Esposa del primer Hombre Civilizado, Adapa, madre de Ka-in y Abael.
Torbellino: Uno de los siete satélites (lunas) de Nibiru.
Torbellinos: Vehículos aéreos de los Anunnaki parecidos a los helicópteros.
Toro del Cielo: Guardián de Enlil del Lugar de Aterrizaje, símbolo de su constelación.
Trabajador Primitivo: El primer Terrestre, realizado mediante ingeniería genética.
Udbar: Padre del escriba Endubsar.
Ulmash: Teniente de Ea en el primer aterrizaje.
Unug-ki: Ciudad construida para la visita de Anu, éste se la regaló a Inanna; llamada posteriormente Uruk (la bíblica Erek); ciudad-trono de Gilgamesh y de otros semidioses.
Ur: Nombre acadio de Urim; a los soberanos de Shumer y Acad cuando tuvo lugar la calamidad nuclear se les conoce como reyes de la Tercera Dinastía de Ur; la bíblica «Ur de los Caldeos», desde la cual emigró Abraham hasta Jarán.
Urim: Ciudad de Nannar en Shumer y tres veces capital del país (incluso en la época de la Gran Calamidad); próspero centro de cultura, industria y comercio internacional.
Ur-Nammu: Primer rey de la Tercera Dinastía de Ur.
Uruk: Nombre acadio de Unug-ki (la bíblica Erek).
Utu: «Shamash» en acadio; hermano gemelo de Inanna; comandante del Espaciopuerto de Sippar en tiempos antediluvianos y del del Sinaí después del Diluvio; dador de leyes desde su centro de culto en Sippar después del Diluvio; Padrino de Gilgamesh.
Viento Este: Un satélite (luna) de Nibiru.
Viento Maligno: La nube nuclear portadora de muerte que recorrió Shumer hacia el este.
Viento Norte: Uno de los satélites (lunas) de Nibiru.
Viento Oeste: Uno de los satélites (lunas) de Nibiru.
Viento Sur: Satélite (luna) de Nibiru.
Vuelta: Órbita de un planeta alrededor del Sol.
Zamush: Tierra de piedras preciosas, parte de la Tercera Región de Inanna.
Ziusudra: Héroe del Diluvio, hijo de Enki con una Terrestre (el bíblico Noé).
Zumul: Sacerdote-astrónomo en Uruk durante la visita de Anu.


Fuente: http://www.bibliotecapleyades.net/sitchin/libroenki/libroenki.htm
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